Por qué el modelo educativo actual es una mierda

"... los primeros años y más preciosos se consumen inútilmente en cosas fútiles; lo que producen es llenar los entendimientos de una niebla densísinia y una barbarie invencible de género que para emprender el camino del aprovechamiento... es necesario, lo primero de todo, olvidar cuanto enseñaron en las escuelas. Conque son menester dos estudios o conatos de la naturaleza y del ingenio, uno para aprender lo que debe olvidarse y otro para olvidar lo que nunca debió aprenderse”. Manuel Martí (1663–1737)

Digo modelo actual, pero hablo de lo que yo conozco desde que existo. Primero fui alumno, luego padre de alumnos y además trabajo en la industria editorial. También tengo algunos profesores en mi entorno cercano, algunos de ellos con experiencia internacional, que probablemente estarían más cualificados que yo para escribir gran parte de estas líneas.

Mi motivación para recopilar estos pensamientos es doble: primero, quería aglutinar una serie de ideas que llevo pensando y discutiendo desde hace muchísimos años, ponerles patas y sacarles brillo; en segundo lugar, me gustaría que esto fuese el punto de partida para una segunda batería de pensamientos que sean ideas para tener un sistema educativo mejor que el existente (o, al menos, intentarlo).

Antes

¿Ha cambiado algo desde que yo iba al colegio? Si ha cambiado, yo no me doy cuenta. Los niños van al colegio con la mochila llena de libros, atienden a un señor durante horas y después vuelven a casa, meriendan y hacen la tarea.

Se ensayan algunas nuevas metodologías, como el trabajo colaborativo, pero en realidad eso ha existido siempre. En mi época se hacía todo lo que se hace ahora, pero en vez de un blog era un mural en cartulina (los murales se siguen haciendo también), en vez de un vídeo era una mini-representación teatral y en vez de un Kahoot! era un juego de preguntas y respuestas con tarjetitas. Las clases de informática ya existían también. Nos enseñaban procesadores de textos (WordPerfect), lenguajes de programación como Logo y más cosas.

Modelos educativos como el de Montessori o Decroly ya existían también antes, aunque probablemente ahora es más fácil acceder a ese tipo de colegio, siempre y cuando tengas la cartera bien provista.

Los colegios de curas, monjas y laicos psicópatas ya no existían en mi época, o yo no tuve noticia de ellos. Mis primos, que estudiaron en los '70, sí que tuvieron que enfrentarse todavía a profesores con bigote que golpeaban con reglas de madera, monjas chifladas que sometían a niños a terribles humillaciones y demás. En mi colegio entró un profe ya mayor, tendría 60 años cuando le contrataron, y le dio un bofetón a un niño, a la vieja usanza. Se enteró todo el colegio, el profesor fue amonestado y nunca volvió a repetirse semejante cosa. De pequeño-pequeño sí que vi cometerse algunos abusos físicos, como dar capones o tirar del pelo, pero siempre de manera excepcional. De los abusos psicológicos hablaré largo y tendido.

Quitando los detalles relativos a la tecnología y a algunos periodos en que se han impartido ciertos conocimientos de dudosa utilidad (como en los gobiernos de corte fascista o comunista), todo el mundo parece estar de acuerdo en que el modelo educativo viene siendo la misma cosa desde la revolución industrial. También se inventó el ferrocarril en esa época y no por ello es despreciable, así que tiene que haber otros factores que determinan que el modelo educativo actual es una mierda.

Objetivos de la educación

Respecto de la educación, en la Declaración Universal de Derechos Humanos, así como en la Constitución Española (y con eso me basta), hay flagrantes falacias, siendo la principal el "derecho" a la educación, apuntalado por un "la educación básica es obligatoria". ¿Cómo puede ser un derecho algo que es obligatorio? Parece que un derecho tiene connotaciones positivas. El derecho a votar, a expresarse con libertad... Si algo es obligatorio, quieras o no ejercerlo, ¿por qué no llamarlo directamente obligación?

En estas fechas, mis hijos van a ejercer su derecho a educarse en el momento en que hay más contagios, en mitad de una pandemia mundial. Hace unos meses pudieron educarse por Internet, pero ahora, con muchísimo más riesgo de contagio, el gobierno obliga a los niños a ejercer su derecho a la educación, del modo que ellos exigen: presencial. Ahora por lo visto ya no puede ser online, atendiendo a las circunstancias históricas excepcionales. Ya han anunciado multas e incluso cárcel para los padres que no quieran arriesgar a sus hijos en las aulas y que, recordemos, no renuncian a la educación de sus hijos, sino simplemente al modo en que nos obligan a tomar esa educación: presencialmente e irreflexivamente, sin poder garantizar al 100% las medidas de seguridad (a pesar de que las hayan anunciado, porque en diez días que quedan para empezar el colegio, todavía no se ha hecho nada). Las decisiones políticas quedan por encima del derecho a la educación o, dicho de otro modo, la educación no tiene nada que ver con las decisiones políticas en materia educativa. Ni en medio de una pandemia ni a la hora de fijar un programa educativo. En ninguna circunstancia puede asegurarse tal cosa.

Si los derechos humanos (o del ciudadano) son dictados por políticos, servirán a intereses políticos. Podráse aducir que cualquier dictado para un grupo de personas ha de ser político por necesidad. Me parece bien. Tal vez sea cierto en gran medida. Solo me interesa determinar y acordar contigo, lector, que los derechos fundamentales han sido redactados por personas que se dedican profesionalmente a la política y no necesariamente son especialistas en filosofía, pedagogía, psicología, ni mucho menos en derechos fundamentales, ni saben más del ser humano que cualquier ser humano casual. Al menos en este país, si uno mira el currículum del equipo de gobierno, se va a encontrar mayormente con abogados, estudiantes de Políticas, algún economista... No sé qué puede saber un abogado o un economista sobre el ser humano que no pueda saber un cerrajero o un ganadero. Si bien los estudios pueden ayudar a dar una visión global al individuo, bien es cierto que la mayoría de las veces esta visión global depende en mayor medida de los intereses y capacidades del individuo. Probablemente tiene más visión global alguien por viajar y conocer otras culturas, o por interesarse por el cine o la literatura, que simplemente por acudir durante tres mil horas a calentar un asiento en una universidad.

Veamos, por fin, los objetivos únicos de la educación, según los documentos que cité más arriba:

  1. Desarrollo de la personalidad humana.
  2. Fortalecimiento del respeto a los [principios democráticos,] derechos humanos y libertades fundamentales.
  3. Favorecimiento de la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y grupos étnicos o religiosos.
  4. Promoción de actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.

Únicamente los puntos 1 y 2 aparecen en la Constitución española.

Desarrollo de la personalidad humana. Según los psicólogos, es un lío saber cuáles son los rasgos que determinan la personalidad humana. Pero creo que todos estarán de acuerdo con que un rasgo puede definir a alguien como introvertido y a otro alguien como extrovertido, y ambas soluciones son válidas para un individuo, que incluso puede mostrar tendencias contradictorias y ser perfectamente normal. También se puede opinar que llevar estos rasgos a su extremo puede ser perjudicial para el individuo. ¿En qué consistiría exactamente educar a un individuo en el desarrollo de la personalidad humana?

No me voy a extender más. Creo que queda sobradamente demostrado que desarrollar la personalidad humana es una soberana imbecilidad de objetivo. Recibir ayuda para que el humano sea humano creo que es el escalafón más bajo en la escala de objetivos deseables para un ser humano. Muy poco ambicioso, diría yo, y nada creativo. Es un objetivo muy político: grandilocuente y vacío de significado.

El punto 2 significa que vamos a enseñar a cada ciudadano que debe respetar los principios por los que se rige la sociedad en la que vive. Esto no aporta nada al ser humano, salvo los conocimientos mínimos para conducirse en sociedad y no acabar en la cárcel a la primera de cambio (por no ir al colegio, en primer lugar). Esto es beneficioso para la sociedad e indirectamente para el individuo, si es que consideramos que el individuo es un ser social y este hecho es lo más importante para dicho individuo.

Creo que este conocimiento es verdaderamente indispensable para la persona, aunque son los servicios mínimos. Es como garantizar que mi hijo conozca el idioma que se maneja en el país y sepa que arrojarse por la ventanilla del avión suele acarrear la muerte.

El punto 3 es muy interesante, ya que ahonda en la naturaleza social del individuo y da una directriz que se sale (por desgracia) de los lugares comunes, haciendo que la persona se ponga en el lugar de las otras personas, para que podamos apreciarnos y respetarnos entre nosotros, a pesar de nuestras diferencias (diferencias que se señalan y se admiten sin distinción). Este punto no existe en la Constitución española. No es un objetivo educativo directo. Ni ha existido nunca en la legislación de ningún país, ya que los países son paletos por definición, y defienden únicamente sus intereses. Esto solo puede existir en una organización formada por países distintos que se reunieron después del horror de dos guerras mundiales seguidas en el tiempo.

Objetivos reales de la educación

Sobre el papel, no tenemos absolutamente ningún objetivo claro. Simplemente parece que se trasluce que el individuo pertenece y está supeditado a la sociedad, sean cuales sean sus valores, "derechos" y libertades. La educación no aporta nada a la persona por ser persona, ni por ser educación ella misma.

En sentido más general, la educación consiste en enseñar algo a alguien con un objetivo concreto, normalmente que ese alguien sea capaz de repetir lo enseñado. Ejemplo: el carpintero que enseña a sus aprendices; el estado, que enseña a cruzar por el paso de peatones y a pagar los impuestos.

En un sentido más lúdico, pueden otorgarse conocimientos a las personas por placer, o para que, teniendo más conocimientos, puedan conducirse por la vida con más autonomía. Este quizá sea el modo más clásico de entender la educación. ¿Qué se enseñaba en las antiguas academias? Filosofía, matemáticas, medicina... Algunas cosas útiles y otras inútiles (en apariencia). ¿Qué se enseñaba al que tenía posibilidad de adquirir conocimientos? Música, algún deporte, lenguas, poesía... Armas.

En la sociedad actual, por estas latitudes, tenemos tres tipos de educación: la obligatoria, la profesional y la otra.

En este apartado, vamos a centrarnos en los objetivos de las educaciones con nombre: el colegio, la universidad, la formación profesional... Todas aquellas educaciones encaminadas a conseguir un título, que es un papel que certifica que has seguido cierto plan de estudios.

En el caso de la educación básica, este título sirve para acceder a otros títulos (de educación superior) y para que tus padres no vayan a la cárcel. ¿Tiene alguna otra utilidad esta educación básica? Podemos pensar que después de diez años asistiendo a un colegio, alguna utilidad habrá tenido... Claro, que también podemos pensar todo lo contrario.

Vamos a afirmar que para una persona es útil saber leer y escribir, ya que le da acceso a un tipo de comunicación de uso frecuente. ¿Podría alguien ser perfectamente feliz sin saber leer y escribir? Todo indica que sí, ya que antes no existían ni la lectura ni la escritura, y la peña follaba como perros, hacía pasteles y dormía la siesta tan ricamente. Pero vale: admitamos que en la actualidad es útil saber leer y escribir. Del mismo modo, admitiremos que es útil conocer las operaciones aritméticas básicas. ¿Alguna cosa más?... Con eso y cuatro conceptos más, el homo sapiens moderno puede manejar un teléfono móvil, tener un trabajo digno y ser el rey del mambo.

Diez años de educación básica te aportan más conocimientos. A la persona curiosa, se le quedarán muchos de esos conocimientos. A la gran mayoría, se le irán borrando con el tiempo, en algunos casos el día después del examen. ¿Urodelos? ¿Ruffini? ¿El PIB de Rusia? Es muy extraño que alguien recuerde cómo desarrollar la regla de Ruffini, o incluso para qué servía.

¿Para qué sirven todos esos conocimientos? ¿Abren tu mente? ¿Constituyen el germen de lo que harás después con tu vida?

Sería pretencioso dar una respuesta categórica a estas preguntas, pero cada uno puede dar la suya o, mejor dicho, dar razón de lo suyo. En lo que a mí respecta, puedo decir que la inmensa mayoría de esos conocimientos no me han servido absolutamente para nada. Bien es cierto que gané afición a la lectura y la escritura. Pero dicen las leyendas que aprendí a leer en casa, y en casa leí tebeos y libros, y más libros en el colegio, porque allí los había, así que no creo que la educación básica haya sido responsable de sembrar en mí el germen de nada.

¿Acaso no sabría uno leer y escribir, de no existir la educación básica? Uno puede leer y escribir sin necesidad de ir al colegio, eso está claro, aunque un gran porcentaje de personas no sabría leer y escribir de no ser obligatorio el colegio. Antes era así y a día de hoy sigue siendo así en muchas partes del mundo. También es cierto que en esas partes del mundo la lectoescritura sigue teniendo poca utilidad. Si no, la gente sabría leer y escribir.

Creo que puede decirse que la necesidad o el interés son mejores profesores que la obligación.

Terminada la educación básica obligatoria, uno sigue estudiando o se pone a trabajar. Lo habitual es que los chavales sigan estudiando, bien un grado universitario (para lo cual tienen que pasar primero por lo que ahora se llama Bachillerato), bien un grado de formación profesional, que puede durar menos tiempo y está encaminado a enseñar un oficio sin más miramientos, de grado básico, medio o superior: diseño y edición de publicaciones, administración, escenografía, automatización y robótica, energías renovables, artes gráficas, cocina, sonido, empresas, radioterapia, peluquería, jardinería, viticultura, cantería, operaciones subacuáticas, calzado, explotaciones agrícolas, fundición... Casi todo lo que de verdad es útil.

En los estudios universitarios hay algo más de humanismo, si el usuario está interesado. Uno puede escoger alguna asignatura perteneciente a otras disciplinas, aunque el grueso del temario está encaminado a enseñar una disciplina. Según la carrera que uno escoja, esta disciplina puede desembocar en una variedad de empleos, si es que uno está interesado en emplearse.

Es muy importante tener en cuenta que para muchos trabajos el empleador exige al empleado poseer un título universitario, aunque en la gran mayoría de los casos el empleo nada tenga que ver con lo que se estudió.

Hasta hace nada, en este país bastaba con ser cura o monja para ser profesor de cualquier asignatura, así que no nos vamos a poner quisquillosos con lo que pida o deje de pedir un empresario a su mano de obra, aunque el dueño de la empresa estudiara él mismo en su juventud los nombres de los ríos a cargo del Padre Bartolomé, licenciado en nada.

Señalemos que uno de los objetivos de la formación universitaria es preparar al individuo para conseguir un trabajo. En muchísimos casos, uno estudia una cosa y después ejerce otra, y en los casos en que uno trabaja en lo mismo que estudió, normalmente el trabajo real tiene que aprenderse, no es algo que uno haya podido aprender ni practicar en la fase formativa. Así que vamos a dejarlo en "conseguir un trabajo", no "enseñar un trabajo" en sí. Para esto es más directa la formación profesional, donde se aprende el trabajo que después va a desarrollarse en mayor medida.

Ahora Google dice que, en lugar de un grado universitario, le vale con que sus empleados (para ciertos puestos de trabajo) hayan estudiado unos cursos de formación que imparte el propio Google. Es una formación a medida, idéntica al viejo sistema de maestros y aprendices. En lugar de ser técnico o ingeniero informático, a Google le va a valer con que hagas su curso de 6 meses y 300 €. A mí se me parece más a una FP o a un cursillo del paro, aunque algunos ponen el grito en el cielo diciendo que Google va a sustituir a la universidad. Tampoco estaría mal... ¿O sí?

Estos son los objetivos de la educación, al servicio del individuo: inserción en la sociedad y en el mercado laboral. Antaño, sin educación obligatoria, uno estaba igual en la sociedad, y también podía trabajar, aprendiendo el oficio que fuera, y no hacía falta estarse diez o veinte años mareando la perdiz (si uno entra a educación infantil con 3 y acaba una carrera con 23, son 20 años de estudios).

Un ciudadano de clase media, analizándolo sobre el papel, puede aspirar a ser un tipo importante: médico, empresario, banquero, político, biólogo, arquitecto. Si es que uno considera que eso es importante... Por lo menos está mejor pagado que otros oficios, aunque conviene recordar que los que se forran son solo unos pocos. El salario base de un médico es de 900 € (datos de 2020 para un médico que empieza), como puede serlo el de un telefonista o un almacenero.

En cualquier caso, creo que esto es un logro social, no atribuible directamente a la educación. Dicho de otro modo: los logros económicos del individuo no se deben únicamente a haber recibido una buena educación. Mi primer jefe había recibido la educación básica de su época. Fundamentalmente, había aprendido que Franco y Dios eran buenos, y la lista de los godos si había sido aplicado. Luego se dedicó a los portes y a la edad de jubilarse era el jefe de una flotilla de camiones y veinte empleados. Más que suficiente para ser un burgués acomodado.

¿Qué utilidad tiene la educación para la sociedad? Conseguir mano de obra cualificada, una sociedad estructurada y, como efecto colateral, una guardería para tener a los chavales colocados mientras los padres trabajan, y mejor si trabajan los dos. Antes trabajaba solo el hombre porque era una sociedad machista. Ahora, que yo sepa, la sociedad sigue siendo bastante machista, pero ya trabajan el hombre y la mujer. ¿Quién se beneficia de ello? Yo, si pudiera, escogería no trabajar. Lo odio. Pero hacen falta dos personas para financiar una familia. Con un sueldo de mil euros (el término mileurista se acuñó cuando cambiamos las pesetas por los euros, y sigue más vigente que nunca, y dando gracias), no se puede mantener casa y niños. Con eso, te mantienes a ti mismo, y gracias. Además, ¿desde cuándo el objetivo de un ser humano es trabajar para mantener hijos? Tener hijos será uno de los intereses, mantenerlos una necesidad y el trabajo, la manera de cubrir esa necesidad. Pero, que yo sepa, a nadie le hace ilusión ir a ganar dinero para gastárselo en comida y facturas. Lo hace uno por obligación...

En ese sentido, el colegio es una guardería fantástica. Todos ganan. ¿Pero quiénes son todos?

¿Qué gana el niño? A la luz de lo analizado, poca cosa. De momento, no veremos en detalle lo que pierde el individuo por ser obligado a ir al colegio. En mi opinión, se pierde mucho más de lo que se gana.

¿Qué ganan los padres? Tiempo libre para trabajar y que alguien se ocupe de los críos que, como ya hemos dicho, es ganancia para la sociedad, no para los padres (que preferirían hacer otras cosas, como charlar con sus amigos o irse a ver el fútbol). Cierto es que uno, por ser padre, no tiene por qué estar cualificado para tratar con niños y educarlos. De hecho, muchos niños se benefician de ser educados por extraños, en vez de por sus padres, cuando estos padres no solo no están capacitados, sino que además son perjudiciales para sus hijos.

Aquí sí gana el individuo. La sociedad protege y ayuda a los niños en estos casos que, por suerte, son excepción.

Sin acudir al caso particular, el único agente beneficiado es la propia sociedad.

Los contras

Si comparamos la educación que es con lo que podría ser, salen a relucir taras y defectos. Me dejaré muchos contras en el tintero, pero voy a intentar hacer una lista que sirva como puntal para justificar el título de este post que va a salvar el mundo.

  • Pérdida de tiempo para el niño. Si sumamos lo que necesita saber y lo que estaría bien que supiera (siempre adaptándose a las necesidades de cada uno), a mí me sale que basta y sobra con dedicarle un par de horas diarias a la educación formal. El resto ya lo hace el niño solo. No necesita a ningún adulto de mierda que le indique lo que tiene que hacer a cada paso. El niño aprende jugando, construyendo, equivocándose, imitando, relacionándose con otras personas. Prácticamente, lo único que hace el niño es aprender, cuando está en estado natural. En el colegio, sin embargo, el niño se agosta y se hastía. En el colegio le quitamos las ganas de aprender. El niño podrá mostrar alegría por encontrarse con sus amigos, ¿pero quién celebrará con tres hurras el inicio de la clase de mates?
  • Erosión del vehículo educativo. Si estamos venga a meterle tonterías al niño, lo más normal del mundo será que el niño le coja manía a las materias. La mayoría de los conocimientos están desligados de la realidad. Si no tienen reflejo en la experiencia, el niño pierde interés y comienza a considerar la adquisición de conocimientos como algo superfluo e inútil. Para más INRI, al terminar su educación, el individuo no sabrá ni hacer la O con un canuto. El trabajo te lo buscará una app haciendo un "match", el contrato te lo hacen en la empresa, la declaración de la renta, en una gestoría. La comida, el tupper de tu abuela, un yatekomo o llamas a un Glovo.
  • Implantación de valores obtusos. Ni yo mismo tengo claro qué es lo mejor al 100% en cada momento. ¿Y sí lo va a saber el profesor Paco, que taladra el cerebro de mi hijo todos los días durante horas? No creo en la cultura del esfuerzo y el esfuerzo se premia mucho en el colegio. No creo en Dios, pero me colocan la religión. No creo en la competitividad y allí la usan de continuo (esto lo veremos aparte). Y así sucesivamente. En los coles públicos tal vez no, pero en los concertados y privados, tienen lo que llaman "idearios".
  • Abusos por parte del educador. Hemos dicho arriba que hay padres que no están cualificados para cuidar correctamente de sus hijos. Con los profesores pasa tres cuartos de lo mismo y no son pocos. Por falta de formación, motivación, por falta de recursos, por prisa, por pereza... Por muchos motivos, a veces se presiona demasiado a los niños. Todavía le han mandado a mi hijo copiar trescientas veces en una hoja algo tipo "No se habla en clase". Se somete a los niños a humillaciones públicas. No se tienen en cuenta sus características personales, sino que tienen todos que actuar y comportarse igual, cosa que es imposible. Los traumas y carencias del profesor y del sistema no son culpa del niño, pero sí las sufre el niño.
  • Abusos por parte de otros niños. A diferencia de la vida real, en un entorno educativo no hay manera de eludir a cierto tipo de personas tóxicas o dañinas, física o psíquicamente. Además, los niños desarrollan sus propios códigos que, como puede imaginarse, muchas veces favorecen solo al más fuerte. Esto es a imagen y semejanza de las leyes para los adultos. Por ejemplo, puede llegar a parecer honorable no ser un chivato, y esto sirve únicamente para favorecer las actividades poco éticas de los más populares o, por qué no decirlo, los más fuertes, en detrimento de los que guardan silencio. Hay toneladas escritas sobre los abusos entre niños, así que no abundaré más. Solo recalcar que el sistema educativo, tal como está concebido, facilita la existencia de este problema.
  • Destrucción sistemática de algunos rasgos de la personalidad humana. En los colegios, a partir de cierta edad, comienzan a premiarse algunas aptitudes y a despreciarse otras, incluso a castigarse. Por ejemplo, se premia al niño que se adapta y da la respuesta que espera el profesor. El que es más lento o tiene una manera distinta de verlo, es castigado, ignorado, despreciado, insultado... Hay muchos modos. La creatividad suele estar mal vista o, lo que es peor, queda restringida a cierto tipo de actividades que puede ser interpretadas como tonterías. Pongamos por caso un dibujo para el concurso de felicitaciones de navidad o un dibujo para representar una escena de la vida de Jesucristo. De hecho, la creatividad a cierta edad suele quedarse arrinconada en forma de dibujos a los que después no se da ningún valor. Esa creatividad casi nunca se transforma en puntos contantes y sonantes para tu nota, sino en una simple palmadita en la espalda, o en una actividad marginal para rellenar unos minutos de clase. Y cualquier otro tipo de creatividad, con otros materiales o actividades, directamente desaparece. La inocencia también es castigada con dureza. La presunción de inocencia no existe en un colegio. Es justo al contrario: siempre se presupone la culpabilidad del alumno. Los niños no son ningunos angelitos que lo hagan siempre todo bien, pero desde luego tampoco son diablillos que lo hacen todo mal y con las intenciones torcidas que siempre adivinan y prejuzgan los adultos. En muchos casos, el adulto juzga al niño con raseros de adulto. No son solo los profesores o directivos del colegio. Esto sucede también en los corrillos de padres y en los grupos de whatsapp. Algunos niños son marcados como ganado desde bien pequeños. La iniciativa y la autonomía también están desterradas del sistema educativo. La diversidad a la hora de resolver problemas o conflictos.
  • Muerte al débil. No hay herramientas (o es dificilísimo el acceso a ellas) para los niños con distintas problemáticas. El sistema educativo no tiene tiempo ni dinero para ocuparse de los que son distintos, lo cual resulta paradójico, porque todos somos distintos. Si los padres de ese niño tienen interés y una gran dosis de energía, podrán sacar adelante al niño buscando recursos y apoyos hasta debajo de las piedras. Pero no es lo normal. Ya hemos explicado que lo normal es que el padre esté todo el día currando y se la sude el colegio. Esos niños con carencias serán golpeados por el sistema una y otra vez. Y a lo mejor sus padres consiguen llevarlo a un colegio de pago donde le exijan menos, o a uno de mierda donde no le exijan nada. En ninguno de los dos casos el niño obtendrá lo que necesita.
  • Café para todos. En una celebración familiar de las grandes, donde éramos veintiséis entre abuelos, tíos, sobrinos, primos y demás, el camarero le dejó la carta a mi padre, que hacía de anfitrión. Pidió macarrones con tomate, cualquier pescado que tuvieran fresco, manzana de postre y café solo. Para los veintiséis. ¿Alguien se ha creído esta anécdota? No... Y sin embargo juntamos a veintiséis niños en un aula, sin ningún criterio, más que su fecha de nacimiento más o menos próxima, y les administramos una buena dosis de lo nuestro, durante años y años. No tenemos en cuenta el estado madurativo de cada uno, si su manera de aprender es mejor con imágenes, con canciones, repitiendo, enseñándoselo todo de golpe o mejor cada día un poco y luego repetir a la semana siguiente, si le dan palizas en casa... Nos la suda. ¿Cómo podemos esperar resultados óptimos si tratamos a la gente como si fueran cajas en las que introducir conocimientos?
  • Asignaturas absurdas. ¿Cómo pueden contar para nota la educación física, la religión o la música, tal y como se enseña en los colegios?
  • Métodos de evaluación asesinos. ¿Es la contabilidad numérica la manera más adecuada para educar? ¿Es lo que indica si un niño aprende? ¿Alguien se ha preguntado alguna vez cuánto perduran los conocimientos adquiridos en el cerebro de una persona, cuando el objetivo único es superar un examen? Te lo digo yo: nada. Terminado el examen, a la mierda esos conocimientos (salvo que el tema te haya interesado por algún motivo). Entonces, ¿para qué evaluar? Yo todavía me despierto algunas noches bañado en sudor, después de haber soñado que tenía un examen y no sabía las respuestas. Tener una u otra nota significaba felicitaciones o represalias. Era, por tanto, el terror convertido en examen. La numerización del aprendizaje no he visto que ayudase nunca a nadie. Por contra, convertía a unos en ansiosos trepadores de notas y a otros en ramplones o marginados. Se me ocurren muchas maneras de evaluar sin ceros ni dieces rojos calificando lo que supuestamente son tus conocimientos y en la mayoría de las ocasiones es tu método para aprender a realizar exámenes, poniendo a salvo tu cerebro de almacenar conocimientos de mierda como la renta per cápita de Polonia o la ubicación de las trompas en una orquesta.
  • Falta de objetivos propios. Hemos mencionado antes que no se fomentan la autonomía ni el pensamiento crítico. No es solo que el alumno pueda opinar sobre si Descartes dijo estupideces o no, sino el autocuestionamiento y la reflexión sobre los propios actos. ¿Por qué estudiar cierta materia? ¿Por qué eludir las cuestiones políticas? ¿Por qué no dedicar más tiempo a unas actividades que a otras? ¿El profesor y el sistema han de llevar la razón en todo o podemos conceder un espacio al alumno, para que sea el protagonista de su propia vida?
  • Se usan conceptos como la colaboratividad como un espejo para deslumbrar al enemigo, pero por debajo de todo subsiste el hecho de que en tu boletín de notas está plagado de números muy concretos: seis con veinticinco, ocho con tres, cuatro con siete ¡Insuficiente! ¿Será posible que sigan existiendo esas palabras? Muy deficiente. Insuficiente. Suficiente. Bien. Notable. Sobresaliente. ¿Qué puto psicópata las inventó? Seguramente alguno de aquellos oscuros personajes que aterrorizaban a los pobres huérfanos de las novelas de Dickens. Competitividad salvaje. Puestos. Números ordinales. La búsqueda de la excelencia. El mejor centro es el que mejores notas tiene en selectividad. Pregunta a los otros padres dónde llevarán a sus hijos, infórmate de si hay muchos inmigrantes en el colegio, ¿es bilingüe el colegio? O trilingüe, lo que haga falta. Van a ser todo medallas para tu churumbel... Que no falte de nada.
  • Cualquier tiempo pasado es peor, a ver si os entra en la cabeza de una vez a todos los que obstaculizáis el paso con vuestro peso muerto. El mundo sin calculadoras era un lugar peor. Sin ordenadores, peor. Sin autobuses, peor. Entonces, ¿por qué no usamos ordenadores en el aula? ¡Y autobuses! Yo trabajo creando materiales educativos para ordenador y sé que apenas se usan en clase. Ahora, con la pandemia, lo más que se ha utilizado ha sido Zoom y Google Meet, para que los niños recibieran la clase online. Es decir, la misma clase que hubieran tenido en el aula, con el mismo libro y las mismas explicaciones. Es mejor que nada, pero es un uso de la tecnología propio de un cromañón. Y los materiales educativos para ordenador que hay, en su mayoría son trasposiciones del papel al digital, no están aportando ninguna mejoría. Va todo muy despacio porque la comunidad educativa empuja lo nuevo hacia abajo con todas sus fuerzas. El profe no tiene tiempo ni un escenario adecuado para mejorar, y cada vez se le exige más energía empleada en experimentar metodologías que no aportan nada y en cuantificar y rellenar millones de formularios para demostrar a padres y agentes sociales lo bien que funciona todo. No digo que haya que computerizar la educación, ni muchísimo menos. Pero la tecnología tiene que estar y usarse en el aula, porque está y se usa en la realidad. Un colegio no debe ser una burbuja feudal. Memorizar fechas de batallas es de gilipollas. Lo hemos repetido hasta el infinito y seguís sin hacernos caso.
  • Esclavismo. Horario, de 9 a 13h. Al comedor y vuelta, de 15 a 17h. Luego, si no tienes extraescolares, a casa a merendar y hacer la tarea. Todos te van a insistir en que MÍNIMO una hora diaria de trabajo en casa. Eso, si eres rápido. Si no, dos horas o toda la tarde entera. Mi hijo, que de pequeño era más lento, se traía el trabajo de clase a casa para terminarlo (además de la tarea para casa) y muchas veces acabábamos todos haciendo la tarea para que le diera tiempo a cenar: él, mates; su madre, colorear lo de religión; yo, terminarle un powerpoint para una presentación. Y alguna vez, incluso su hermano copiando unas frases de inglés que no le había dado tiempo a terminar en clase. Esto ha sido así durante años. Y eso en una familia que tiene la suerte y el ímpetu necesario para dedicar tiempo a sus hijos. Le sumas 30 minutos de desplazamientos (si vives lejos, le sumas más). Lo dicho: esclavismo y odio profundo a todo lo relacionado con colegios y educaciones. Traumas infantiles sin solución.
  • Promesas incumplidas. Hartazgo de escuchar frases buenistas relativas a la educación... El sistema en que vivimos se ocupa muy bien de que cada uno permanezca en la clase social a la que pertenece. No vamos a repartir el pescado equitativamente, ¡faltaría más! Triunfar y petarlo es muy difícil. Tener estudios y buenas notas no te va a conseguir un buen trabajo. Es simplemente mentira. Tampoco te convierte en mejor persona, porque lo que te convierte en mejor persona no se explica en un colegio, y raramente en la familia. Es algo que uno tiene que aprender por sí mismo viendo las pelis de Disney. ¿Veis todos esos personajes leales y sabios, valientes y mágicos? Es broma. Blancanieves, a fregar.

Conclusión

¿Tenemos el mejor modelo educativo posible? ¿Es la democracia la mejor forma de gobierno posible? Si tu respuesta es sí, es diametralmente opuesta a la mía, que es no. Cualquier cosa puede mejorarse, si se tiene la intención. Basta con sentarse, hablar de ello y encontrar soluciones.

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