La pirámide del odio
Para explicar cómo funciona la pirámide del odio puede empezarse por cualquier escalón. Podríamos empezar, por ejemplo, con el odio o desconfianza entre blancos y negros, por ejemplo. O entre franceses y españoles. Yo escojo mi comienzo: la animadversión entre catalanes y madrileños, por irnos a algo más local.
En realidad, no existe un odio en sí mismo. ¿Qué razones puede tener un madrileño para odiar a un catalán, y viceversa? Solo es un odio teórico, un odio incrustado y perpetuado: que si los aficionados de tal equipo asesinaron a uno del otro equipo, que si el coche con matrícula de allá le pincharon las ruedas (esto es más de mi época, cuando todavía existían las distinciones provinciales en las matrículas), que si estos quieren independizarse y esto es malo para mí porque ¿lo dice la tele? O los otros porque se quedan con el dinero (en serio, ¿los madrileños tenemos el dinero? Os aseguro que yo no...). A efectos prácticos, yo soy madrileño y me voy a ver a una familia catalana un día, y me reciben con los brazos abiertos, me dan de comer y luego cada uno por su lado. Y si ellos vienen a mi casa, yo corresponderé de buen grado. Haré lo mismo por uno de Alcorcón y por otro de Mérida. Why not?
Pero nos odiamos formalmente.
Sigamos la pirámide hacia arriba.
Entre madrileños nos odiamos también. Es muy sencillo que los vecinos de San Diego desprecien a los del Barrio Salamanca, y viceversa. Hay diferencias económicas pronunciadas entre ambos barrios y eso siempre abre una brecha...
Subiendo al siguiente escalón...
Esto sucede muchas veces: hay dos colegios, uno enfrente del otro. Pues eso: archienemigos. Ya dentro del colegio, los de 5º A serán archienemigos de 5º B, y ambos archienemigos de 5º C.
La pirámide no es solo espacial, también ideológica. Dentro de la clase de 5º A, muy probablemente habrá cinco o veinte grupos, que irán fluctuando según las circunstancias. Harán team los futbolistas contra el resto. Los malos estudiantes contra los empollones. Los que viven en el mismo barrio contra los otros. Los que son del Madrid contra los del Atleti. Y así sucesivamente...
Hay más peldaños, aunque ya quedan pocos... En el mismo bloque de viviendas, sucederá lo mismo que en 5º A. Tendrán algunos intereses comunes y otros enfrentados. En la familia, lo mismo. Está estudiado que las reuniones familiares (celebraciones y demás) son graves focos de conflicto. En la familia pequeña, aunque sea de tres personas, igual. Inevitablemente irán basculando 2 contra 1, según la cuestión de que se trate: tortilla con cebolla o sin ella, etc. Cuando sean solo dos personas, ¿pa' qué hablar? Si estás con esa persona, será porque la quieres. Hay casos en los que no. No pocos... Pero aunque quieras a esa otra persona, no eres ella, así que conformáis dos bandos distintos, sí o sí. No necesariamente bandos opuestos... Pero así será en muchas ocasiones: menta contra fresa, playa contra montaña, mexicano contra italiano... Es inevitable.
La punta de la pirámide: uno mismo, una misma. En tantas ocasiones no me parezco bien... Me escucho en un audio o me veo en un vídeo, y me caigo mal. Soy despreciable muchas veces. Egoísta. Ruin. Dominante. O sumiso. Si lo pensamos mucho, a veces doy puto asco. Sin embargo, yo soy yo mismo, tengo que convivir conmigo. Con mis padres, mis profesores, mis vecinos, mis conciudadanos, y también con el resto del mundo.
Según se agranda la pirámide hacia la base, la cosa puede irse complicando: los kurdos, la franja de Gaza, los USA contra China... Siempre podemos ser imbéciles del culo y opinar que los negros no tienen capacidad intelectual, o que no tienen alma. Esto han hecho grandes hombres a lo largo de la historia, como el suizo Rousseau, y grandes estadistas, como Churchill, Trump o Hitler, que siempre han sabido cuál era la piedra que les apretaba en el zapato de su país. Estábais esperando a que saliera Hitler, ¿verdad?...
Lo que quería decir es que uno, desde la cúspide de la pirámide, puede optar por echar un vistazo, aprovechando la perspectiva, y tal vez pensar que todos formamos parte de la pirámide, y que además somos intercambiables, ya que cada uno somos la última piedra que mira hacia abajo; y cuando la pirámide se acaba, estamos apoyados en el suelo, en el planeta, en el universo, etc. En esencia, somos todos igual de estúpidos y, salvo casos de fuerza mayor (como cuando alguien quiere apropiarse de tu hígado, por ejemplo), habría que ser suficientemente humilde como para reconocer que somos una piedrusca más de la pirámide de la que cada cual es cúspide, según su punto de vista, y que nosotros somos la punta únicamente de la nuestra propia.
Si ya estamos hermanados con nuestra pareja, frente al mundo; con nuestros correligionarios, frente al mundo; con nuestros conciudadanos, contra el mundo; con nuestros paisanos y si hace falta con nuestros países vecinos, contra un tercer país malvado; etcétera. Si ya estamos hermanados con la mitad del mundo, como quien dice, y en antagonismo con la otra mitad, ¿cómo saber que estamos en la mitad correcta? ¿Es tan obvio? ¿De qué nos estamos defendiendo? Fijaos bien, desde la cúspide, porque estamos conspirando para derribar la mitad que ayuda a sostener y conformar la pirámide que somos, porque nosotros somos la pirámide.
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