Ser un incomprendido

¿Qué mérito tendría ser un incomprendido si alguien pudiera comprenderle a uno? Es mejor ser un ocelote en la selva o una mangosta egipcia. Uno es, y punto. De vez en cuando te juntas con otros, o no, te apareas, o no, y sigues a tu aire. Al fin y al cabo, lo social es la negación de la diferencia. Mejor dicho: la diferencia es lo social. Una convención. Yo le digo siete a una cosa, y tú entiendes siete (en ese contexto). Lo social es moneda de cambio, la "farsa monea", y cada uno sigue manejando su calderilla estampada con su propia efigie, parloteando y reinventando su propio idioma, donde la ironía, el sarcasmo y el cinismo van adoptando las más flamígeras formas al compás de un ritmo invisible. Donde uno se derrama sobre la tina. Donde se filetea y vuelta y vuelta sobre la plancha.
Hoy era conveniente establecer un hito, como acto de conciencia. De autoconciencia.
Es uno a estas alturas, seguramente, más tenaz, pero menos cortante, incapaz de penetrar y sin interés por hacerlo. De todos modos, la adolescencia sigue por ahí, aleteando. Será cosa de esta generación, o de las modas. Aquí, por muy burgués que sea uno, echa de menos lo de antes, en sus más diversas formas. También porque lo de ahora no hay por dónde cogerlo. Lo más cool es lo "retro". Y las tendencias sociopolíticas son básicamente las mismas. Los unos dicen que hay que hacer esto, y los de más allá que hay que hacer lo otro. Es un viaje eterno que consiste en regular la sociedad para que cada uno deje en paz al de al lado lo más posible. Irreconciliable. Lo contrario de sociedad. No puede haber libertad sin roces, ni roces sin una sociedad que regule esos roces de manera inconveniente para muchos, o pocos, o unos cuantos, o la mayoría.
Sólo la vida burguesa, en contraposición con otra vida igualmente burguesa, pero donde uno no tiene que ducharse todos los días, es la alternativa. Todo esfuerzo ha de tener una recompensa, ahora o más tarde, porque así es como nos han educado en las últimas décadas. El que más trabaja, más se lleva. Parece justo, ¿no? Pues es la mierda más grande que se ha inventado. El que más trabaja, más hace llevarse al que menos trabaja. Pero no voy a ponerme ahora beligerante. Da igual que los miles y miles de PYMES se dejen los cuernos para pagar lo que no pagan las grandes fortunas. Y que un escandaloso porcentaje de políticos esté compuesto por ineptos (en el mejor de los casos) o criminales. Representantes de la flor del intelectualismo más puro, como Berlusconi o Botín, son llevados a la justicia y se descojonan de la risa. Mamporreros vulgares, mediocres malencarados forrados de dinero (aunque se declaren insolventes ante la justicia, haciendo galardón del bandidismo más puro). Y, en este país concretamente, somos gobernados por tipos de la talla de Zapatero y Rajoy. OMG!!! A algunos de sus secuaces podría llegar a respetarlos por su intelecto (así, grosso modo, y sin exagerar). A otros, directamente, podría temerlos, como a Aznar, que daba mucho miedo, antes, y ahora mucho más.
Echaban hoy por la tele un anuncio del OCASO seguros, los del sol. Será por lo del "ocaso", digo yo, el sol. ¿Quién coño habrá pensado en la palabra "ocaso" para una compañía de seguros? Alguien con un sentido del humor irritado, sin duda. Nos proponían que nos asegurásemos con ellos para estar "tranquilos". Y "nosotros" éramos tipos que conducen Mercedes y tienen unas mujeres rubias tipo "burbujas de Freixenet", y unos hijos con los dientes perfectos, que montan en poni, y vivimos en casoplones. ¡Coño! Pero si todos esos ya estarán asegurados, digo yo... ¿Qué nos ofrecen al resto de la población? ¿Qué se creen, que no nos gusta jugar al golf? ¡Con lo divertido que es darle palazos a una pelotita y que se meta en un agujero en los menos golpes posibles! Vamos, que es igual que las canicas, pero con un palo, ¡más divertido!
La cultura del esfuerzo es basura, un discurso vacío que se rellena a base de clubes de belleza y coches caros, dioses que venden acciones de su virreinato espiritual y sexo inodoro.
Yo creo que muchas personas, a estas alturas de la vida, van socavando los cimientos de esta civilización podrida. Y que muchos van dándose cuenta de que es posible hacer dinero sin hacer la jodienda padre a los de al lado. No es necesario dejar de fabricar medicación para el "tercer mundo" ni tratar de colar a toda costa productos tóxicos en el mercado porque resulta económico. Sólo hay que echarle un poco de imaginación. Al final no es cuestión de denunciar, sino de aportar soluciones. Y se hará, muyyyyy lentamenteeeeeeeeee...

Cacho rollaco. Ya vendrán días más claros y correrá espuma de cerveza sobre tapa de calamar.

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