Show must go on
Es curioso comprobar cómo los métodos políticos y las añagazas para mantener el poder con mano de hierro se asemejan tanto al mundo de la publicidad. Finalmente se discute sobre la ineptitud de los políticos para gestionar una crisis (frente a otros más capacitados, pero que no existen). Sobre unos pocos corruptos. Sobre si privatizar (desamortizar) es mejor o peor. Sobre si es conveniente o no la dación en pago.
Ahora me imagino un anuncio al azar, de un coche, por ejemplo. Hace mucho que no veo la tele, pero supongo que sigue todo parecido. Anuncios de coches por la noche, de colonias en navidad... Etc. Y se seguirá apelando a lo de siempre. Comodidad, prestigio, "manera de ser"... Emociones. Básicas. ¿Te gusta follar? Pues cómprate un Alfa Romeo con aire acondicionado y una rubia de copiloto, intercambiable por chico deportista. Ahora estará democratizada ya la conducción, para asemejarse a los anuncios de perfumes, aunque los coches caros seguirán siendo para tíos con el pelo blanco.
Se sigue eludiendo lo principal: ¿por qué me vendes un puto coche de gasolina? La fotovoltaica es un invento (descubrimiento, mejor dicho) del siglo XIX. Ya va para doscientos años y me siguen vendiendo el puto coche que sube a la montaña y mi hija rubia se baja del coche para jugar con el puto perro.
¿A mí que coño me importa si el político tal es corrupto? ¡Ya lo sé! Siempre ha sido así. ¿Alguien recuerda lo que es un "rey" o un "noble"? Un tío que maneja pasta y lo decide todo, según si llueve o hace sol, o si ese día le pica un huevo. O un pequeño grupo de tíos. Luego se han disgregado, a medida que se ha hecho todo más complejo. Es natural. Pero es, en definitiva, una minoría que maneja a la mayoría. Es la forma natural de gobierno, porque en una sociedad, grande o pequeña, hay asignación de tareas, y a alguien le tiene que tocar la parte más "global". Lo que no es natural es que los asignatarios de esas tareas vayan en contra del bien común —directamente— y eso se permita. Eso ya es... Eso. Como siempre han sido las monarquías y los estados totalitarios (la democracia está claro que va cayendo en la misma categoría, probablemente tendría que llamarse "oligocracia", porque lo que está claro es que los votantes ni pinchan ni cortan: hacen y votan lo que se puede hacer y votar).
Entonces, ¿para qué voy a discutir si prefiero o no que gobierne el PP, o si la ley electoral es ridícula, o si un coche es más o menos económico? Por ahora, se vota lo que hay, se compran los coches que hay, y la ley electoral es la que hay. No es estrictamente "lo que hay", sino lo que "nos dejan que haya".
Mucho tiempo ha ya, surgió la cosa del "No les votes". Votar es, por desgracia, la mayor expresión de voluntad que nos es permitida. Y cuando hay desengaño hay abstención, o desvío de votos hacia otros partidos minoritarios que, para mí, son más de lo mismo (sólo en potencia, porque en realidad nunca jamás gobernarán, y mi escepticismo no podrá dejar de ser un prejuicio).
Lo que sí puede ser es que haga falta un cambio para adaptarse a los nuevos tiempos, y alguno de los que mandan se haya dado ya cuenta. Cuando tenemos tanto que ya para nosotros es una necesidad tener internet, un smartphone o diez euros a la semana para tomar unos cafés, lo que tenemos es un arma de doble filo. Por un lado, nos pueden ir quitando los privilegios uno a uno y, hasta que realmente nos sea algo NECESARIO, pasará mucho tiempo. Hasta que haya gente que de verdad no tiene nada para comer y se muere por las calles, tiene que pasar todavía muuuucho tiempo. Y no dejarán que eso suceda. Por otro lado, es tanto el capricho que puede hacerse peligroso quitarle a la gente internet o los diez euros de las cañas. Muchos se irán conformando. Pero para muchos, como para las empresas, todo lo que no suponga "crecimiento" será interpretado como "pérdidas", y los tendremos protestando desde el primer día.
Lo bueno de los estados puramente totalitarios es que una "desamortización" consistía en coger lo de uno porque sí, y vendérselo después al de al lado. Ahora, por contra, se coge lo poco que queda y se da por cuatro duros, de manera irresponsable, porque el poder está fragmentado. Lo de antes era robo a mano armada, sangre y desolación. Lo de ahora es trapicheo barriobajero. Venta al por menor. Y vivimos en cajoncitos. Por ahora. Ignoramos que vivimos en un pedazo de roca que viaja a la deriva. Nos afanamos por flotar. Y nos perdemos un montón de cosas buenas por el camino. Será la eterna lucha por el control de los recursos, por imponer la libertad del uno frente a la del otro. Esto lo entendieron muy bien las sociedades primitivas, cuando eran pocos y se podía hablar. Luego vino la cultura del "pillar", cuando ya la supervivencia estaba más o menos apañada, y unos eran más pillos que otros para tenerla solucionada sin dar palo al agua. Ahora ya no hay "herederos". Por lo visto, son "empresarios". Lo que ganan, se lo tienen bien merecido (?). Siempre hay gente que surge de la nada, pero los "empresarios" que de verdad mandan pueden borrar a esa gente del mapa con un simple gesto de su mano.
La buena filosofía no es para mí conformarse cada uno con lo que tiene, y ser feliz con mucho, poco o nada. Sino en compartir lo que uno tenga con sus compañeros de viaje. Eso será partir un bocadillo, dedicar un par de horas a un amigo, o charlar dos minutos con una señora que sabes que se te va a colar comprando el pescado. Cada uno en su sitio y según sus circunstancias. Lo demás son ínfulas, ansias o romanticismo, y me parece de poca o ninguna eficacia.
Ahora me imagino un anuncio al azar, de un coche, por ejemplo. Hace mucho que no veo la tele, pero supongo que sigue todo parecido. Anuncios de coches por la noche, de colonias en navidad... Etc. Y se seguirá apelando a lo de siempre. Comodidad, prestigio, "manera de ser"... Emociones. Básicas. ¿Te gusta follar? Pues cómprate un Alfa Romeo con aire acondicionado y una rubia de copiloto, intercambiable por chico deportista. Ahora estará democratizada ya la conducción, para asemejarse a los anuncios de perfumes, aunque los coches caros seguirán siendo para tíos con el pelo blanco.
Se sigue eludiendo lo principal: ¿por qué me vendes un puto coche de gasolina? La fotovoltaica es un invento (descubrimiento, mejor dicho) del siglo XIX. Ya va para doscientos años y me siguen vendiendo el puto coche que sube a la montaña y mi hija rubia se baja del coche para jugar con el puto perro.
¿A mí que coño me importa si el político tal es corrupto? ¡Ya lo sé! Siempre ha sido así. ¿Alguien recuerda lo que es un "rey" o un "noble"? Un tío que maneja pasta y lo decide todo, según si llueve o hace sol, o si ese día le pica un huevo. O un pequeño grupo de tíos. Luego se han disgregado, a medida que se ha hecho todo más complejo. Es natural. Pero es, en definitiva, una minoría que maneja a la mayoría. Es la forma natural de gobierno, porque en una sociedad, grande o pequeña, hay asignación de tareas, y a alguien le tiene que tocar la parte más "global". Lo que no es natural es que los asignatarios de esas tareas vayan en contra del bien común —directamente— y eso se permita. Eso ya es... Eso. Como siempre han sido las monarquías y los estados totalitarios (la democracia está claro que va cayendo en la misma categoría, probablemente tendría que llamarse "oligocracia", porque lo que está claro es que los votantes ni pinchan ni cortan: hacen y votan lo que se puede hacer y votar).
Entonces, ¿para qué voy a discutir si prefiero o no que gobierne el PP, o si la ley electoral es ridícula, o si un coche es más o menos económico? Por ahora, se vota lo que hay, se compran los coches que hay, y la ley electoral es la que hay. No es estrictamente "lo que hay", sino lo que "nos dejan que haya".
Mucho tiempo ha ya, surgió la cosa del "No les votes". Votar es, por desgracia, la mayor expresión de voluntad que nos es permitida. Y cuando hay desengaño hay abstención, o desvío de votos hacia otros partidos minoritarios que, para mí, son más de lo mismo (sólo en potencia, porque en realidad nunca jamás gobernarán, y mi escepticismo no podrá dejar de ser un prejuicio).
Lo que sí puede ser es que haga falta un cambio para adaptarse a los nuevos tiempos, y alguno de los que mandan se haya dado ya cuenta. Cuando tenemos tanto que ya para nosotros es una necesidad tener internet, un smartphone o diez euros a la semana para tomar unos cafés, lo que tenemos es un arma de doble filo. Por un lado, nos pueden ir quitando los privilegios uno a uno y, hasta que realmente nos sea algo NECESARIO, pasará mucho tiempo. Hasta que haya gente que de verdad no tiene nada para comer y se muere por las calles, tiene que pasar todavía muuuucho tiempo. Y no dejarán que eso suceda. Por otro lado, es tanto el capricho que puede hacerse peligroso quitarle a la gente internet o los diez euros de las cañas. Muchos se irán conformando. Pero para muchos, como para las empresas, todo lo que no suponga "crecimiento" será interpretado como "pérdidas", y los tendremos protestando desde el primer día.
Lo bueno de los estados puramente totalitarios es que una "desamortización" consistía en coger lo de uno porque sí, y vendérselo después al de al lado. Ahora, por contra, se coge lo poco que queda y se da por cuatro duros, de manera irresponsable, porque el poder está fragmentado. Lo de antes era robo a mano armada, sangre y desolación. Lo de ahora es trapicheo barriobajero. Venta al por menor. Y vivimos en cajoncitos. Por ahora. Ignoramos que vivimos en un pedazo de roca que viaja a la deriva. Nos afanamos por flotar. Y nos perdemos un montón de cosas buenas por el camino. Será la eterna lucha por el control de los recursos, por imponer la libertad del uno frente a la del otro. Esto lo entendieron muy bien las sociedades primitivas, cuando eran pocos y se podía hablar. Luego vino la cultura del "pillar", cuando ya la supervivencia estaba más o menos apañada, y unos eran más pillos que otros para tenerla solucionada sin dar palo al agua. Ahora ya no hay "herederos". Por lo visto, son "empresarios". Lo que ganan, se lo tienen bien merecido (?). Siempre hay gente que surge de la nada, pero los "empresarios" que de verdad mandan pueden borrar a esa gente del mapa con un simple gesto de su mano.
La buena filosofía no es para mí conformarse cada uno con lo que tiene, y ser feliz con mucho, poco o nada. Sino en compartir lo que uno tenga con sus compañeros de viaje. Eso será partir un bocadillo, dedicar un par de horas a un amigo, o charlar dos minutos con una señora que sabes que se te va a colar comprando el pescado. Cada uno en su sitio y según sus circunstancias. Lo demás son ínfulas, ansias o romanticismo, y me parece de poca o ninguna eficacia.
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