Maestros

Un poco largo de explicar, pero últimamente he pensado un poco en las figuras del maestro y del alumno, y al final concluyo que, poco más o menos, el buen maestro y el buen alumno son como amigos, cómplices, para cuestiones determinadas.
Hay varios tipos de buenos maestros. Ordenados de peor a mejor (siendo el peor, aun así, un buen maestro):
  1. Te aprendes lo que yo diga, o te pesará. Es una modalidad que, bien que mal, funciona. Uno suele cumplir los objetivos (habitualmente memorizar o mecanizar) y todos tan contentos. O a uno le acaba pesando. Es lo que tiene. La otra opción consiste en perder tiempo zafándose del profesor en cuestión, y no avanzar mientras tanto.
  2. Estoy entusiasmado. De verdad hay profesores que están tan entusiasmados, y que son capaces de transmitir ese entusiasmo, que uno se contagia y siente la necesidad de progresar en ese campo (el que sea).
  3. Estoy pringado. Son profesores que, a la que te descuidas, se convierten en tus compañeros, e incluso tus amigos. Ellos están igual que tú, pero saben más de una cosa (igual que tú puedes saber más que ellos de otra). Si hay respeto y cada uno tiene algo que aportar, puede convertirse en una relación de igual a igual, de compartir.
Uno tiene que tener siempre claro que puede aportar cosas (sin esfuerzo) a cualquiera que esté receptivo, sea profesor, compañero o amigo. No importan la edad ni la condición. A mí, a lo largo de los años que tenga de vida, me han conmovido personas más jóvenes, más viejas... Perros. Plantas... Da igual. Cualquiera que tenga algo que aportar y lo haga de corazón es bienvenido. Y si lo que aporta tiene algún valor, mejor que mejor.

Hay mucho más que decir, pero por hoy es suficiente.

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