Restos de albóndigas en la "Hoya" de Alhaina de la Carreña

Después de muchos meses de espera, por fin sale a la luz la publicación del estudio que se ha llevado a cabo acerca de las "albóndigas olvidadas" de la excavación de la Hoya de Alhaina de la Carreña, lugar de no asentamiento neandertal datado de hace 42.000 años, año arriba, año abajo.
Se cree que las "albóndigas olvidadas" están ahí precisamente porque no era un lugar de asentamiento fijo, sino que igual un día se fueron de vacaciones y salió un oso a la hora de comer y tuvieron que salir zumbando.
Como ya apuntaba la memoria del examen preliminar, las cositas que parecían paja eran yerbas aromáticas, concretamente (según desvela el estudio) orégano y alguna variedad de thymus (familia del tomillo), y también se confirma que olían un poco a ajo.

Las albóndigas neandertales no eran como las de hoy en día, que simplemente se pasan por una picadora de carne. La carne, sin en cambios, era machacada todo el rato, y mezclada con aromáticas, de tal modo que la carne quedaba más fina al muerdo, aunque también más seca, ya que la rotura de fibras de los músculos cárnicos libera el agua en cantidades ingentes. Piño Goiti, el cocinero especializado en cocina neandertal, considera que es uno de los típicos refinamientos gastronómicos de esta cultura tan exigente con los sabores y que, además, probablemente el machacamiento de la carne era útil en el caso de que hubiese un desdentado en la unidad familiar, o bien un niño cambiando los dientes, ya que las albóndigas de carne machacada quedan más secorras, pero también son más fáciles de deshacer y de digerir, ya que se le hace la mitad del trabajo al tracto digestivo, de lo cual se podría deducir (según la crítica de Aldo Fábregas, el médico especializado en fisiología neandertal) que el tracto digestivo de los neandertales era más bien "vago". Por eso tiraban de albóndigas, puré, sopa, y se dormían siestas muy largas, hasta que finalmente se extinguieron.
Todavía no hay acuerdo acerca del método de cocción de las albóndigas, porque si bien hay presencia de presaturo de nitrógeno (típico de la cocina por inducción con piedras metamórficas => como una sartén de piedra), también son muy bajos los niveles de cortinina en los restos de orégano (lo cual es síntoma inequívoco de la cocción en medio medio-ácido, probablemente algún caldo de hacía dos días o así, o incluso puede que se cocinase en orina de hiena, si damos crédito a la hipótesis de que la orina de hiena era un eupéptico típico de la dieta neandertal).
Por último, no podemos olvidarnos de mencionar la "media albóndiga" que tanto revuelo causó en la hora del descubrimiento. Sigue sin determinarse si era una media albóndiga que había sido mordida por un neandertal (antes de ser atacados por el oso, o lo que fuera), o si era la típica albondiguilla reducida y amorfa que siempre queda por ahí suelta cuando la cocinera no ha sabido distribuir ecuánimemente la masa de albóndigas, y al final le queda un pellizco y piensa: "¡bah!".

Los partidarios de esta última explicación, se apoyan en el hecho de que la "media albóndiga" estuviese junto con el resto de albóndigas (y si hubiese atacado un oso, la albóndiga estaría, según ellos, espachurrada en la pared o a metros de distancia). Los otros, por contra, sostienen que la albóndiga estaba empezando a ser mordida cuando apareció el oso, así que el neandertal, de manera automática, la dejó donde estaba y salió corriendo. Además, sostienen, las otras albóndigas tienen un tamaño más o menos regular, de modo que no conciben que una cocinera experta fuese capaz de dejar un "pellizco" de carne huérfana. Aunque eso, según los pro-no-mordiscos, no es un factor determinante, ya que precisamente la regularidad del resto de albóndigas explica que, a la última, sobrase un pellizquín y que, al ser una buena cocinera (en lo de que era buena cocinera todos coinciden), decidió aprovechar para hacer una minialbóndiga, que probablemente estaba destinada al más pequeño de la unidad familiar, por su cumpleaños o lo que fuera.

Sea como sea, este capítulo de las "albóndigas olvidadas" de la Hoya de Alhaina de la Carreña que ahora se cierra, no es sino la orilla de un mar sinfín de interrogantes: ¿había ya pelusas en los hogares neandertales? ¿Se bañaban desnudos o despiertos? ¿Cuando era de carne hacían las barbacoas de carrasca, y cuando eran de pescado, de rastrojo? Cuando hacían caca en un agujero, ¿lo tapaban echando arena con las manos o con los pies?

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