Farolero



Hubo allá en el Sacromonte
en un tiempo un farolero
que con dos vasos de vino
era un tipo con salero.


Treinta faroles tenía
en el barrio pa' encender
y cuando iba alumbrao
no encendía más que tres.


Y por eso los enamoraos
que a deshoras la pava pelaban
le pagaban dos vasos de vino,
porque de su ceguera abusaban.


Y por todo el barrio
al verle pasar
las novias y novios
solían cantar:


Faroleeeeero, tú que vas
un poquito alumbrao
déjate ese farol
apagao,
que en las cosas del querer
casi siempre ha pasao
que la luz de un farol
ha estorbao.


Farolero, farolero,
por castizo y flamenco te quiero.
Farolero, tú que vas
un poquito alumbrao
déjate ese farol
apagao.

...

Últimamente se habla mucho de que los españoles nos merecemos lo que tenemos. Semos unos chorizos, aplaudimos el choricismo e incluso envidiamos y ponemos como ejemplo a los que tienen mucha jeta: a los que menos trabajan y más cobran, por así decirlo.
Parece que nos queremos hacer "europeos", pero más tipo centroeuropeos, o algo así. Nunca queremos parecernos a los italianos o a los griegos, nuestros ancestrales compañeros mediterráneos (por el lado de la derecha, y responsables en gran medida de los gérmenes de toda nuestra cultura "latina"). Preferimos ser serios, equilibrados, o algo así. Mirando a los países de más al norte, no veo nada que envidiar. Veo sus cosas buenas, y me gustan. Y las buenas que tenemos y ellos no tienen, y también me gustan. Las malas que tienen ellos y las que tenemos nosotros, me gustan menos.
Pero me gusta el carácter español que desprenden estas canciones ingenuas, típicas de la copla, como la de Échale guindas al pavo, pero típicas, en general, de nuestra cultura. Podemos remontarnos a la picaresca. ¿Y más atrás? Ni idea. En el libro de hace poco (el Zifar), ya aparecía un personaje algo pícaro. ¿Cómo lo llamaban? El "ribaldo" (que, según la RAE, equivale a "pícaro"). Era una especie de criado de un pescador y después llegó a ser el "Caballero Amigo", porque se hizo coleguita del Zifar.
Yo creo que la picaresca española consiste en robar al que tiene, ignorar la paja en el ojo ajeno en función de ocultar la del ojo propio. Veo cierto fondo de nobleza en todo ello, como cuando el ribaldo primero va a tocarle las pelotas al Zifar pero luego termina por hacerse coleguilla, o como cuando un día vuelve a encontrarse con el pescador, del que se había despedido riñendo (porque le escatimó el "finiquito"), pero le trata bien (incluso desmesuradamente) simplemente por una cuestión nostálgica.
Lo demás es delincuencia común. Yo no creo que se haya admirado nunca al alcalde que roba o al usurero implacable. Sí al Vaquilla, al Lazarillo, a Luis Candelas y al farolero borrachuzo. Admirado, o tolerado, da igual.

Y no: no creo en el gobernador nórdico cabeza-cuadrada, justo y equilibrado.

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