Tomate recién cortado

Buscar en lo pequeño y en lo grande, lo que importa es el detalle de haberse fijado.
Hay una persona que insiste en que mis fotos son buenísimas, y son unas pobres fotos que no pasan de mediocres si las pones en un foro de fotografía. A mí me gustan. Es decir, yo estoy satisfecho, contentillo. Para no tener ni puta idea, alguna foto graciosa sale. La cámara está bien, una Canon de aficionadillo. El objetivo, el de serie, da para poco, pero suficiente. A esa persona le entusiasman concretamente las fotos de florecillas y cosas así. O sea, lo de hacer "grande" lo que es pequeño.
Y observo que, a la inversa, el concepto funciona exactamente igual. Es como cuando sacan una foto de la nebulosa XXX desde el Hubble. Al final, no le veo mucha diferencia respecto de la florecilla. Es una retrato de algo millones de veces más grande, con un nivel de detalle semejante. Es un "retrato". Algo abarcable para la compresión humana, como una unidad aislada: una nebulosa, una florecilla, la teoría de la relatividad... La cosa podrá ser más simple o más compleja, pero es, en un sentido, una "unidad". Un retrato. Una foto. Así. Lo que es pequeño, se descompone en unidades más pequeñas. Una nebulosa, en luces y pedruscas. Una florecilla diminuta, en nervios y superficies tersas llenas de pigmentos. Esa capacidad de abstracción nos hace entender lo más básico y lo más complejo. Aunque uno no sea Newton puede, a través de sus ojos, llegar a comprender la fuerza de la gravedad, por poner un ejemplo.
A veces me da pena de Newton. Lo bien que se lo hubiese pasado con un ordenador. Hubiese flipado con las simulaciones físicas, los flujos de partículas, etc. Bueno, que se joda Newton. Él tuvo la oportunidad de hacer una cosa, y nosotros, cada uno, de hacer otras. Para nosotros ya está casi todo descubierto. Lo que queda por descubrir es cuestión de tiempo o interés. Pero lo básico ya está resuelto. Lo resolvieron tipos como Newton o Arquímedes. Y, a nivel humanístico, dejémoslo correr. En libros del siglo XIV leo cosas de las que a veces hablo en reuniones informales con amigos. Y estoy seguro de que los primeros homo sapiens hablaban de lo mismo, porque si no, ¿de qué cojones vas a hablar? Pues de eso: de comidas, de follar, del sentido de la vida, de arreglar una cosa que se ha roto, del feo del pueblo que es muy feo, de que te duele un pie, de física y filosofía... Lo normal, vamos.

Cuanto más sofisticado es el hombre, o la cámara, mayor detalle, mayor el abanico de posibilidades, de colores, matices e interpretaciones. Pero una chuletilla de cordero es una chuletilla de cordero, y un tomate de pueblo recién cortado es algo que no admite interpretaciones. Es algo neto, de peso escurrido.

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