Quería decir

Quería decir que odio los inventos modernos, pero es mentira. Me gustan los que hacen la vida más fácil, como Internet. Y odio los que la hacen más difícil, como la vitrocerámica.
Pero lo que en realidad me pasa es que tengo el corazón metido en una maceta y lo riego con café, cerveza y whisky de marca nacional. A veces se pone serio, otras se ríe o está triste, otras le doy con un palo y ni se mueve, como si estuviera muerto. Le pongo un tema optimista, pongamos por caso el Daydream y me dice que lo quite, que no está para ostias, pero yo noto que se le mueve el pie mientras toma otro café, está deseando romper a cantar, incluso gritar, salir a la calle en pelotas y contagiar su ritmo a todo el mundo.
Querría comer fresas heladas y reír hasta morir.
Una vez me reí demasiado, con un tío que se llamaba Miguel. No sé qué le pasó a él, pero yo me puse malísimo, sin llegar a morir, y sin fresas. La risa es una droga como otra cualquiera.
Hoy leía en un sitio que un tipo tuvo una buena idea para escribir un libro, pero se puso malo. Y, como no veía el final del túnel, le cedió gratuitamente la idea a un colega escritor, que luego se ha forrado con el libro. Al tipo, mientras tanto, le han diagnosticado Alzheimer, aunque no está muy claro. Ahora le pica que no le hayan siquiera citado en los agradecimientos.
Yo quisiera actuar siempre como si no hubiese un "mañana". No como si fuese "el último día" (que es radicalmente distinto). Los homo sapiens hemos interpretado incorrectamente algunas de nuestras facultades. Es como si un elefante se creyese muy listo por tener mucha memoria o un perro por tener buen olfato. Algunos bichejos, como algunas especies de hormigas, llevan millones de años utilizando antibióticos para combatir enfermedades (en este caso, hongos). O los elefantes, por ejemplo, tienen buena memoria, seguramente porque su metabolismo les obliga a ello. Siendo como son, no pueden permitirse errar el camino para llegar a un bebedero que está a 40 km. de distancia. Nosotros, con nuestra inteligencia, somos capaces de abarcar mucho, de hacer deducciones, de simplificar. Pero muy pocos somos capaces de definir nuestra existencia. O de hacernos cargo de ella, por así decirlo. Vamos siendo llevados por las circunstancias. Hacemos esto o lo otro, sin ton ni son, en la mayoría de los casos. Cumplir una función social no es un fin para un homo sapiens. Debería ser un medio. Una herramienta. Una moneda de cambio.

La curiosidad mató al gato.

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