Gelatti, geografía y pibones
Hoy estoy de bufón preparando unos gelatti con zumo de granada (la puntita), yogur natural (hacia abajo) y alma de chocolate. Sospecho que el resultado puede ser ambiguo (en lo que se refiere a consistencia, no sé si ligarán bien los tres líquidos).
Ando preocupado últimamente con las tías feas del Barrio Salamanca. No es que sean feas, ya lo he explicado en otras ocasiones. No son estrictamente feas. Son más bien anodinas. Visten raro. Caminan raro. Y en ocasiones presentan deformidades. Los tíos parecen más normales, aunque también visten mal. Se ponen ropa incómoda, o llevan los pantalones demasiados cortos (?), o bien se empeñan en llevar vaqueros y polos que estaban de moda hace treinta años y ahora (en serio) dan mucho calor. O llevan pantalones cortos y mocasines sin calcetines. ¿Pero eso qué es? Nunca pensé que me iba a preocupar de la moda. Pero es que me imagino siendo ellos y me resulta incómodo. Es como ir haciendo "ñik, ñik" en el suelo pulido de la marquesa. Unos náuticos, por ejemplo, son zapatos muy cómodos. Pero llevarlos sin calcetines en verano, pues no, oiga. Aunque sea unos calcetines cortos que absorban el sudor de los pies, que es un líquido que existe y en ocasiones puede hacerte resbalar dentro de tu propio zapato (!).
Los polos son resultones, pero algo armatoste. ¿No es mejor una camisa fina o, mucho mejor aún, una camiseta de algodón fino? Es que hace calor, oigan.
En la misma línea antropófila, me preocupa mucho que las tías buenas se amontonen en ciertos barrios. ¿Qué pasa si crío unos churumbeles en el barrio de Malasaña y luego les echo al mundo, y ellos van a caer, por ejemplo, al Barrio Salamanca? Que se van a sentir fatal.
Unas magdalenas de color azul, por ejemplo, ya están por todas partes. Hay bienes compartidos. Y los coches de lujo andurrean en los aledaños del eje Plaza Castilla-Atocha (yo sospecho que son propiedad de los hoteles donde se alojan sus conductores). Pero algo tan universal como el hombre o la mujer, debería estar repartido de manera más o menos equitativa.
No digo yo que todas las tías buenas nazcan, crezcan y se reproduzcan en Malasaña y Lavapiés (por poner un ejemplo). Pero sí que puedes pasear por Malasaña y Lavapiés y ver tías buenas todo el rato, o con una frecuencia que está fuera de la normalidad.
Como tema suplementario: ¿el que está bueno se siente atraído por la "moda" más que el resto?
Ahora ya en serio: como hay tanta poli en los barrios "de moda", yo pondría un control obligatorio. Por ejemplo, que sólo puedan pasar 20 tías buenas por hora, o algo así. Lo que se considere rutinario, si hacemos una media nacional de tránsito de tíasbuenas/hora. Y las que sobrepasen un cupo, que paguen un peaje simbólico, o algo así. Hay que nacionalizar Malasaña. Y Lavapiés también, coño. Y La Latina. Se acabó el paletismo. ¿Para qué quieren independizarse el País Vasco o Cataluña? Por tontadassss... Que si un idioma, que si el día de San Perico se tiran pedos... ¿Y a mí qué más me da? Lo que hay que nacionalizar son los barrios con tías buenas. ¡No! ¡Vade retro! Lo que hay que hacer es prohibir las aglomeraciones de tías buenas en los barrios.
No sé, creo que me estoy liando. Desde un punto de vista ético, creo que habría que repartir. Desde el otro punto de vista (extra-ético, no anti-ético), está bien como está. Pero me preocupa mucho lo del Barrio Salamanca, fuera coña. ¿Por qué parece que aquí la gente acaba de salir de casa de su madre y tiene cinco años? Los tíos huelen a colonia (!). Pero digo "colonia", en serio, como cuando te cogía tu vieja, te echaba medio bote de Nenuco y te peinaba con la raya aunque fueras Bob Marley. ¡Y es que llevan la raya! ¡Y esas camisas azules! ¡Y los zapatos! ¡Y las tías se visten como mesas-camilla! ¡Y son deformes! ¿Será por la falta de ejercicio?
Yo evito hablar con las personas de aquí, donde estoy temporalmente (el Barrio Salamanca), salvo con las viejas. Pero mi sensación es que las salamanquesas son inocente-estúpidas, en una primera fase, y unas desconfiadas y malas pécoras, en una segunda y última fase, sólo supercedida por la fase de la senectud, donde ya les puedes decir cualquier cosa, porque se vuelven como niñas y así da gusto hablar. También hay alguna mata-hari o ejecutiva-agresiva, pero son casos aislados, me imagino que habrá cola para codearse con ellas.
Lo curioso es que yo no recuerdo que esto fuera "tan así". Pijillos siempre ha habido, pero no tanto...
Dejando de un lado el pijismo y el guayismo y el tiobuenismo, lo que en realidad me preocupa es otra cosa: esta gente no escucha música. Desde que estoy aquí, hace ya más de un mes, me parece no haber escuchado ni una sola nota fuera del Paquito Chocolatero (o el Que Viva España, o algo así, que pusieron en un bar porque España estaba en la Eurocopa). No hay música ni nada saliendo de las ventanas. No he visto ninguna planta interesante en ningún balcón (sólo una Musa desproporcionada que tiene el portero de mi vieja en su garita). Ningún animal fuera de cuatro perros (en mi barrio he visto pasear gatos, hurones, monos y jabalises). Ninguna manifestación artística al margen de los escaparates de las grandes firmas comerciales. Vamos, que aquí no viene ni la Choni a poner un graffiti. Es que ni tienen gracia las carnicerías carísimas del Mercado de Torrijos, si es que quieren equipararse a algo como el Mercado de San Miguel (por precio; mucho menos aún por oferta, lo más exótico que tienen es una tienda de hamburguesas de varios tipos, y lo segundo más exótico una pollería)... Así que las cuatro tías buenas que viven aquí se tienen que ir a Malasaña a comer magdalenas azules y a que les tiren tres piropos, pobrecillas.
Ya en serio de verdad: me preocupa la inexpresividad de este barrio, que al final son cuatro calles y cuatro personas... Pero es todo muy raro. Echo mucho de menos a las personas normales que hablan y todo eso. Nunca pensé que iría a echar de menos que me hablasen, porque nunca me ha gustado que se dirijan a mí ni, mucho menos, que me interpelen. Pero al final le he cogido el gusto a que me pregunten por calles, bares o maneras de marinar el atún. Cosas de la vida.
Ando preocupado últimamente con las tías feas del Barrio Salamanca. No es que sean feas, ya lo he explicado en otras ocasiones. No son estrictamente feas. Son más bien anodinas. Visten raro. Caminan raro. Y en ocasiones presentan deformidades. Los tíos parecen más normales, aunque también visten mal. Se ponen ropa incómoda, o llevan los pantalones demasiados cortos (?), o bien se empeñan en llevar vaqueros y polos que estaban de moda hace treinta años y ahora (en serio) dan mucho calor. O llevan pantalones cortos y mocasines sin calcetines. ¿Pero eso qué es? Nunca pensé que me iba a preocupar de la moda. Pero es que me imagino siendo ellos y me resulta incómodo. Es como ir haciendo "ñik, ñik" en el suelo pulido de la marquesa. Unos náuticos, por ejemplo, son zapatos muy cómodos. Pero llevarlos sin calcetines en verano, pues no, oiga. Aunque sea unos calcetines cortos que absorban el sudor de los pies, que es un líquido que existe y en ocasiones puede hacerte resbalar dentro de tu propio zapato (!).
Los polos son resultones, pero algo armatoste. ¿No es mejor una camisa fina o, mucho mejor aún, una camiseta de algodón fino? Es que hace calor, oigan.
En la misma línea antropófila, me preocupa mucho que las tías buenas se amontonen en ciertos barrios. ¿Qué pasa si crío unos churumbeles en el barrio de Malasaña y luego les echo al mundo, y ellos van a caer, por ejemplo, al Barrio Salamanca? Que se van a sentir fatal.
Unas magdalenas de color azul, por ejemplo, ya están por todas partes. Hay bienes compartidos. Y los coches de lujo andurrean en los aledaños del eje Plaza Castilla-Atocha (yo sospecho que son propiedad de los hoteles donde se alojan sus conductores). Pero algo tan universal como el hombre o la mujer, debería estar repartido de manera más o menos equitativa.
No digo yo que todas las tías buenas nazcan, crezcan y se reproduzcan en Malasaña y Lavapiés (por poner un ejemplo). Pero sí que puedes pasear por Malasaña y Lavapiés y ver tías buenas todo el rato, o con una frecuencia que está fuera de la normalidad.
Como tema suplementario: ¿el que está bueno se siente atraído por la "moda" más que el resto?
Ahora ya en serio: como hay tanta poli en los barrios "de moda", yo pondría un control obligatorio. Por ejemplo, que sólo puedan pasar 20 tías buenas por hora, o algo así. Lo que se considere rutinario, si hacemos una media nacional de tránsito de tíasbuenas/hora. Y las que sobrepasen un cupo, que paguen un peaje simbólico, o algo así. Hay que nacionalizar Malasaña. Y Lavapiés también, coño. Y La Latina. Se acabó el paletismo. ¿Para qué quieren independizarse el País Vasco o Cataluña? Por tontadassss... Que si un idioma, que si el día de San Perico se tiran pedos... ¿Y a mí qué más me da? Lo que hay que nacionalizar son los barrios con tías buenas. ¡No! ¡Vade retro! Lo que hay que hacer es prohibir las aglomeraciones de tías buenas en los barrios.
No sé, creo que me estoy liando. Desde un punto de vista ético, creo que habría que repartir. Desde el otro punto de vista (extra-ético, no anti-ético), está bien como está. Pero me preocupa mucho lo del Barrio Salamanca, fuera coña. ¿Por qué parece que aquí la gente acaba de salir de casa de su madre y tiene cinco años? Los tíos huelen a colonia (!). Pero digo "colonia", en serio, como cuando te cogía tu vieja, te echaba medio bote de Nenuco y te peinaba con la raya aunque fueras Bob Marley. ¡Y es que llevan la raya! ¡Y esas camisas azules! ¡Y los zapatos! ¡Y las tías se visten como mesas-camilla! ¡Y son deformes! ¿Será por la falta de ejercicio?
Yo evito hablar con las personas de aquí, donde estoy temporalmente (el Barrio Salamanca), salvo con las viejas. Pero mi sensación es que las salamanquesas son inocente-estúpidas, en una primera fase, y unas desconfiadas y malas pécoras, en una segunda y última fase, sólo supercedida por la fase de la senectud, donde ya les puedes decir cualquier cosa, porque se vuelven como niñas y así da gusto hablar. También hay alguna mata-hari o ejecutiva-agresiva, pero son casos aislados, me imagino que habrá cola para codearse con ellas.
Lo curioso es que yo no recuerdo que esto fuera "tan así". Pijillos siempre ha habido, pero no tanto...
Dejando de un lado el pijismo y el guayismo y el tiobuenismo, lo que en realidad me preocupa es otra cosa: esta gente no escucha música. Desde que estoy aquí, hace ya más de un mes, me parece no haber escuchado ni una sola nota fuera del Paquito Chocolatero (o el Que Viva España, o algo así, que pusieron en un bar porque España estaba en la Eurocopa). No hay música ni nada saliendo de las ventanas. No he visto ninguna planta interesante en ningún balcón (sólo una Musa desproporcionada que tiene el portero de mi vieja en su garita). Ningún animal fuera de cuatro perros (en mi barrio he visto pasear gatos, hurones, monos y jabalises). Ninguna manifestación artística al margen de los escaparates de las grandes firmas comerciales. Vamos, que aquí no viene ni la Choni a poner un graffiti. Es que ni tienen gracia las carnicerías carísimas del Mercado de Torrijos, si es que quieren equipararse a algo como el Mercado de San Miguel (por precio; mucho menos aún por oferta, lo más exótico que tienen es una tienda de hamburguesas de varios tipos, y lo segundo más exótico una pollería)... Así que las cuatro tías buenas que viven aquí se tienen que ir a Malasaña a comer magdalenas azules y a que les tiren tres piropos, pobrecillas.
Ya en serio de verdad: me preocupa la inexpresividad de este barrio, que al final son cuatro calles y cuatro personas... Pero es todo muy raro. Echo mucho de menos a las personas normales que hablan y todo eso. Nunca pensé que iría a echar de menos que me hablasen, porque nunca me ha gustado que se dirijan a mí ni, mucho menos, que me interpelen. Pero al final le he cogido el gusto a que me pregunten por calles, bares o maneras de marinar el atún. Cosas de la vida.
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