El tuerto en el país de los ciegos
Hoy, yo tuerto, he tenido que guiar a un señor ciego en el proceloso mundo de la animación digital. Ha sido más o menos una clase de anatomía aplicada al dibujo más sintético e incluso pictográfico que pueda imaginarse.
Después de unas aproximaciones vía "copia" (copiar la realidad utilizando un modelo de carne y hueso), el sujeto ha asimilado ciertos conceptos anatómicos, en estrecha conjunción con otros puramente físicos, como saber dónde apoyaba el peso la figura. Todo muy áureo, pero de principios de siglo.
Lo áureo me hace pensar en triángulos, y los triángulos en el equilibrio, un equilibrio donde cada punto sostiene al otro en la expresión mínima del equilibrio en busca del movimiento y la profundidad. Cuantos más botones tiene una máquina, más probabilidades de joderse. Cuantos más puntos una figura geométrica, más posibilidades de quebrarse.
Después de unas aproximaciones vía "copia" (copiar la realidad utilizando un modelo de carne y hueso), el sujeto ha asimilado ciertos conceptos anatómicos, en estrecha conjunción con otros puramente físicos, como saber dónde apoyaba el peso la figura. Todo muy áureo, pero de principios de siglo.
Lo áureo me hace pensar en triángulos, y los triángulos en el equilibrio, un equilibrio donde cada punto sostiene al otro en la expresión mínima del equilibrio en busca del movimiento y la profundidad. Cuantos más botones tiene una máquina, más probabilidades de joderse. Cuantos más puntos una figura geométrica, más posibilidades de quebrarse.
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