Retorno al Barrio Salamanca

Esto antes no era así, o era así y yo no me fijaba, o sí me fijaba pero no le daba ninguna importancia.
La gente es muy rara. Caminan como... como si estuvieran caminando. No sé si me explico. Dan una sensación muy estática. No parece que vayan a un sitio ni que estén paseando, sino que están caminando. Como si hubiesen salido de casa para mover primero la pata izquierda, después la derecha, y así. No van rápido ni despacio, pero tampoco van normal. Seré yo, que estoy desincronizado.
Que el ochenta por ciento son pijos, eso of course. No hay más que ver los precios imposibles de las viviendas por aquí. Ellos erre que erre. En el resto de España están bajando los precios en picado, pero aquí todavía tienes que pagar el metro cuadrado a 6.000, da igual que el piso sea grande o pequeño.
Además, yo tenía idea de que los que éramos más de "para acá" (ya lindando con Conde Peñalver) éramos más "obreretes". Pero de eso nada. Se deben de haber ido subiendo para arriba, porque esto está imposible.
Lo que más me inquieta es que sólo he visto una tía buena y una o dos pasables, y me he tirado medio día dando vueltas por aquí.
Por lo menos en el inmueble hay alguna persona pintoresca. Una señora me ha preguntado si le daba miedo (ella a mí) porque, al parecer, la habían operado (¿por estética? ¿por accidente?) la nariz, y salía a la calle con gafas de sol y un esparadrapo. Yo ni me había fijado, ni la conocía de nada, pero no está mal como introducción.
Otra persona es un poco conocida. Es ideal para mí, porque siempre dice que soy muy atractivo (!). Es una hembra del género septuagenario, por lo menos, pero muy graciosa.
En esta manzana hay siete u ocho bares, y un silencio sepulcral. Eso es porque los cuatro gatos que salen a cenar/emborracharse salen a eso, específicamente. Es decir: llegan, cenan o se emborrachan y ya está. No se desparraman. Mañana voy a activar mi risómetro, para ver si alguien se ríe en algún sitio, con qué frecuencia, volumen y verosimilitud.

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