Pandemónium

O hecatombe.
Suponiendo que haya una situación de caos mezclada con muerte o similar, los protocolos dicen que hay que salvar a las mujeres y a los niños (!). A los viejos que les den por culo. Y el resto (se supone que sólo quedan varones de 18 a 50, por ejemplo), somos los encargados de salvar a las mujeres y a los niños, aunque no de apuñalar a los viejos (salvo que sea necesario para cumplir la misión principal). Supongo que será por condición física (?). ¿Pero qué pasaría si fuese una catástrofe de otra índole? Lo dejamos para otro día...
Y si hay que escoger, me imagino que primero se salva a los niños y después a las mujeres (!).
Dependiendo del tipo de catástrofe, estos protocolos no tienen ningún sentido.
No obstante, ahondemos. ¿Por qué los primeros son los niños?
En teoría, habría que salvar mejor a los "jóvenes", en general, ¿no? Huir campo a traviesa escapando de un T-Rex, por ejemplo, es más sencillo con un musculoso efebo de 14 años, o con un chavala de 16 que es la que más corre de su clase (?), o con un tío de 25 que es el líder del Tour de Francia. Ellos son más rápidos, más fuertes, pueden procrear... Vamos, que algunos pueden estar un poco verdes, pero a mí me parece que serían la mejor elección a nivel biológico/físico. Los niños más pequeños son... ¡Pequeños! No están listos. Para ellos el microondas no ha hecho "plin" todavía.
Sin embargo, probablemente salvaríamos antes al niño de 7 y no al tocho de 25 del jersey amarillo (!). Él mismo, el del jersey, sería quien optaría en la mayoría de las probabilidades, por inmolarse y ceder su sitio al pequeño.
Creo que se debe a una de las particularidades del homo sapiens, que consiste en querer vivir a toda costa. Si se ve chusco el futuro próximo, se intenta salvar al más joven. ¿Por qué? Porque se supone que a él le quedan más años (más continuidad). Y porque a lo mejor a él se le da mejor en la búsqueda perpetua del ser humano: la supervivencia, la inmortalidad, la vida. Algo que los seres humanos presentes (los que están en medio del caos) han fracasado en conseguir. Quizá los de la siguiente generación... (!).
Y todo eso a pesar de que, generación tras generación, hay más o menos la misma proporción de seres humanos hideputa, pringados, buenos, malosos, etc.
Cesión de responsabilidades. Que otros acaben lo que yo ni siquiera he empezado.
Son tan adorables esos tiernos infantes que hay que salvarlos a toda costa, o bien utilizarlos como almuerzo para sobrevivir un día más. Depende del narrador.
En cualquier caso, no nos enfrentamos anymore, por ahora, al gran Toba o al gran Meteorito Exterminador. Nos enfrentamos a nosotros mismos, a nuestra miseria. Faraones contra esclavos, uniformidad frente a la diversidad, la hegemonía del poder establecido que niega cualquier otra opción. Es el sino de todas las generaciones (la mayoría) que no se han enfrentado a cosas extrañas o inabarcables. Ahora ya somos capaces de crear nuestro propio Toba o Meteorito Exterminador. Es cosa de apretar un par de botones, y la palma la mitad del mundo. Ya no tenemos que esperar miles de años a que pase algo chungo. Eso es muy interesante, porque te hace tener más presente la inmediatez. En la actualidad, uno no controla su propia vida. Quien quiera puede creer que estando aislado en una casa de un pueblo perdido morirá de viejo (eso sí, con un móvil por si hay que llamar al SAMUR-guardabosques). Pero la realidad es que ya no estamos acostumbrados al agua sin depurar, a comer caracoles crudos o hacer hogueras para cocinar un pescao. De hecho, si nos descuidamos nos quedamos sin madera. Que se lo digan a los de la Isla de Pascua. Y si nos descuidamos aún más, todos los pescados llenos de Anisaki. Y todas las verduras transgénicas. Seguro que ya existen zanahorias de laboratorio capaces de resolver ecuaciones de segundo grado, y que no están dispuestas a dejarse comer sin luchar.
Creo que me estoy desviando del asunto principal. Mejor. Salud.

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