He pecado
He entrado en una iglesia. ¡Y había misa! En mi descargo, he de argumentar que era la iglesia de cabecera de mi niñez, donde me llevaban religiosamente (y nunca mejor dicho) todos los domingos y fiestas de guardar. Yo conocía cada poyete, cada mota de polvo de los radiadores de hierro, los sitios para esconderse y explorar (actividad típica de cristiano infantil en una iglesia). Me asombraba, y aún me sigue asombrando, ese Cristo de tamaño natural sobre terciopelo de color rojo, con una especie de cómoda con dos ranuras, etiquetadas respectivaemente "LIMOSNA" y "MISIONES".
No había cambiado nada. Incluso diría que estaba todo más limpio y reluciente que nunca. Y fantasmagórico. Pero no era tétrico, porque los cánticos del "ayudante" me provocaban una irresistible hilaridad, tanto por la letra como por la voz del tenor.
Lo único que era distinto era el "nombre" de los confesionarios. Supongo que mi vieja me lo habrá ido contando a lo largo de los años. Creo que primero la espichó el tal Padre XXX. Luego creo que había otro, no me acuerdo, creo que su nombre empezaba por "V" y ya era súper-viejuno cuando yo era chico. Y el mejor de todos, el más salao, el típico fraile frailuno, desde todos los puntos de vista, el Padre YYY. Ni me he molestado en memorizar el nombre de los nuevos.
El señor pobre de la puerta, todo un gentleman. Atento, bien vestido y con un habla propia del Valladolid del siglo XVII. Hay clases para todo. No es lo mismo pedir en la puerta de una iglesia del Barrio Salamanca que en otra de... Cualquier otro sitio. En la Moraleja y sitios así supongo que directamente fumigarán con gas nervioso antes de cada misa y no habrá pobres (aparte de que queda algo retirado y los pobres tendrían que sacarse el abono transporte, que ahora mismo es casi como viajar a Londres, de precio, diariamente).
Los pobres de mi tiempo eran más zarrapastrosos. Había uno (se lo conté a mi hijo el otro día) que siempre me decía "¡Rizoso! ¡Visca el Barsa!". Nunca supe qué significaba aquel saludo en clave y aún hoy tengo mis dudas.
También había una mujercilla cariñosa para los niños que pasaba el cepillo y tenía pinta de haber sido siempre así. Era como uno de esos angelotes tipo "ángel de la guarda" de las ilustraciones de los 70, pero en pequeñajo. Pero hoy no estaba.
No pienso informarme del paradero de todos esos personajes hasta que no paguen el IBI. Uf, qué pereza.
No había cambiado nada. Incluso diría que estaba todo más limpio y reluciente que nunca. Y fantasmagórico. Pero no era tétrico, porque los cánticos del "ayudante" me provocaban una irresistible hilaridad, tanto por la letra como por la voz del tenor.
Lo único que era distinto era el "nombre" de los confesionarios. Supongo que mi vieja me lo habrá ido contando a lo largo de los años. Creo que primero la espichó el tal Padre XXX. Luego creo que había otro, no me acuerdo, creo que su nombre empezaba por "V" y ya era súper-viejuno cuando yo era chico. Y el mejor de todos, el más salao, el típico fraile frailuno, desde todos los puntos de vista, el Padre YYY. Ni me he molestado en memorizar el nombre de los nuevos.
El señor pobre de la puerta, todo un gentleman. Atento, bien vestido y con un habla propia del Valladolid del siglo XVII. Hay clases para todo. No es lo mismo pedir en la puerta de una iglesia del Barrio Salamanca que en otra de... Cualquier otro sitio. En la Moraleja y sitios así supongo que directamente fumigarán con gas nervioso antes de cada misa y no habrá pobres (aparte de que queda algo retirado y los pobres tendrían que sacarse el abono transporte, que ahora mismo es casi como viajar a Londres, de precio, diariamente).
Los pobres de mi tiempo eran más zarrapastrosos. Había uno (se lo conté a mi hijo el otro día) que siempre me decía "¡Rizoso! ¡Visca el Barsa!". Nunca supe qué significaba aquel saludo en clave y aún hoy tengo mis dudas.
También había una mujercilla cariñosa para los niños que pasaba el cepillo y tenía pinta de haber sido siempre así. Era como uno de esos angelotes tipo "ángel de la guarda" de las ilustraciones de los 70, pero en pequeñajo. Pero hoy no estaba.
No pienso informarme del paradero de todos esos personajes hasta que no paguen el IBI. Uf, qué pereza.
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