3 pavos.
Como todo en esta vida: pillas un lingote de kilo oro de 10 kilates por... ¿15.000 pavos? Y de ahí sacas 10.000 unidades de "oro laminado" a 3 pavos la pieza (poniendo, por supuesto, 22 kilates en la etiqueta).
Hoy en "Natura 2012" había una moza, que venía supuestamente desde Atapuerca, para enseñar a los chavales a tallar las pedruscas y fabricarse hachas de mano, etc. Está muy de moda, lo de replicar los comportamientos viejunos. Ahora la peña se fabrica armas, hornos prehistóricos, y lo cuelga en el youtube. Está interesante. Es divertido. A los niños les daba vergüenza entrar en el evento ya empezado, y creían que consistía en "romper piedras" (actividad que, en sí misma, les interesaba). Yo también tenía de eso, vergüenza, y al final nos hemos quedado todos a dos velas. ESO SÍ: a la primera ocasión nos ponemos todos a romper piedras. Total, es cosa ficticia. Más vale hacerlo uno por su cuenta. Si uno va de "eventos" por la vida, al final se queda en evento. A mí, en cualquier caso, me interesan más los procesos químicos y otro tipo de herramientas. Un arco, por ejemplo, muchísimo más que un hacha de sílex. Fabricar una antorcha o curtir una piel, mucho más que sacar trilobites de un cascote (que es curioso, pero no más).
Desde el punto de vista humano, es muy curioso. Lo de los minerales tiene dos vertientes: la friki, de los señorines geólogos que coleccionan pedruscas, y la de los horteras, que se compran esculturillas de elefantes de malaquita (!). Hay sus clases, como en todo.
También he estado viendo juguetes en el eBay y me han llamado la atención los coches a pedales (tamaño niño). Por precios, me ha parecido que se replicaba la sociedad, tamaño niño. La grandísima mayoría, que no tiene unos padres que puedan/quieran gastarse más de 150 pavos en un puto juguete. Y que, aunque quisiesen, no tienen sitio para almacenar ese capricho, más decorativo que otra cosa. Por otro lado, el resto, una minoría que sí tiene la pasta, de sobra, y el sitio para tener ese tipo de juguete. Y dentro de esa minoría, sus clases: los coches tipo vintage carísimos, otros más divertidos de policía, otros deportivos... Pero todo muy pijo. Es decir: un seat panda no había. Eran todos modelos imposibles. Eso, ya de pequeño, marca la diferencia, y bien clara. No es lo mismo tener el Aston Martin de juguete que el coche de policía mucho más barato, o una aspiradora de juguete de 30 pavos, que es un pastón, pero ya vemos por dónde van los tiros.
El homo sapiens no se caracteriza por pensar, sino por todo lo contrario: por actuar. El homo sapiens hace cosas, fundamentalmente, inútiles. ¿Una batería de cocina de juguete que vale el sueldo de tres hombres? Inutilidad. No es que no lo valga... En muchas ocasiones, no. En otras ocasiones, estamos hablando del trabajo de muchas personas que se han tirado meses investigando, de materiales y factorizaciones de alta calidad... Mucha energía invertida.
El otro día leí, en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, una especie de decálogo escrito específicamente para personas que se enfrentan de verdad a la muerte todos los días. Seguramente eran mensajes que ya había leído-conocido antes, pero todo depende del contexto. A veces una cosa no te dice ni fú ni fá, y otras veces es lo más, según sean las circunstancias. Lo que más me llamó la atención fue la practicidad del decálogo. No había nada de espiritualidad ni de gilipolleces. De hecho, era más bien anti-espiritual. Incluso egoísta. Y me pareció muy bien. Yo creo que las mejores relaciones, las más verdaderas, son las más egoístas. Cada uno sabe lo que quiere el otro, y el otro lo que quiere uno, y así paz y concordia. Como en los contratos comerciales. Yo te doy esto, tú me das lo otro, y aquí paz y después gloria. Y si a mí un día me da la gana regalarte algo, o te lo regalo para que no te vayas con el de al lado, mejor para ti. Y, para mí, lo mismo. Es la libertad consciente, saber dónde hay escollos y dónde no, y poder escoger tu camino sabiendo si vas a zozobrar, llegar directo a tu destino, o dar una vuelta muy larga para llegar a él.
Pocos consejos doy yo, ninguno, pero hoy voy a hacer una excepción. En respetando en lo básico a los señores pijos (es decir, señores con poder adquisitivo de verdad), voy a no respetar una cosa: lo que se vende a los pijos suele ser muy feo, hortera, horroroso, relamido, barroco (en el sentido malo). Una lámpara de araña puede ser gloriosa en su contexto pero, de verdad, hay poquísimos contextos donde eso tenga sentido. A mí, por ejemplo, me entusiasmaban esas piececillas de Cellini. Pero, sinceramente, no le desearía algo semejante ni a mi propia madre. Están muy bien en los museos. Tener buen gusto es muy difícil, y reto a los pijos a tener buen gusto, cosa que hasta ahora no han demostrado, en la mayoría de los casos. No es cuestión de destacar. Es cuestión de sentirse a gusto. Y a mí se me hace raro sentirme a gusto con un salero de Cellini o un Porsche Carrera, que me parece uno de los coches más vulgares del mundo (si yo tuviera pasta).
Como he dicho, para mí un homo sapiens es un ser que "hace". Comprar no es hacer. Ver no es hacer. Escuchar no es hacer. Todo eso es consumir lo que otros hacen. Hay que hacerlo, alimentarse de los otros. Pero también hay que generar alimento. Eso es lo valioso, lo que da vida, sustancia, variedad y enjundia a la vida. Y si ya inventas algo (aunque sólo sea un inventillo que estaba olvidado), mejor aún. Renovarse o morir es un eslógan correcto.
Salut.

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