Fuera de madre
La "noticia": http://www.rjb.csic.es/jardinbotanico/jardin/contenido.php?cod=2253
Está muy bien. Es más: está requetebién. Como concepto. ¿Pero esto no lo tendría que organizar una asociación de frikiflautas verdófilos?
Nos van a explicar qué se puede hacer para conservar la biodiversidad de los descampados (o de cualquier otro sitio, que me da igual), incluyendo especies de la lista roja. Por cierto, que citan Cynara tournefortii. Seré un iletrado, pero juraría que ese cardo vive libremente en todas las cunetas de carreteras y descampados de España, como mínimo. Pero eso es lo de menos.
Es decir: el Real Jardín Botánico, dependiente del CSIC (el organismo público number 1 dedicado a la investigación científica), nos tiene que explicar qué tenemos que hacer "nosotros" para salvaguardar los cardos que se ven amenazados por la construcción. Será, supongo, porque ellos no pueden hacer absolutamente nada. O no es de su competencia (que no lo veo claro), o bien cualquier cosa política prima por encima de la ciencia, la investigación y, en este caso, preservar la biodiversidad.
"Nosotros" ya lo sabemos. Lo que no sabíamos es que ellos también eran conscientes de que la ciencia es broma. Abrir y cerrar nucleares, pasarse el Protocolo de Kyoto por el forro, tener Madrid en alerta roja de contaminación cada dos por tres... Todo eso no tiene nada que ver con la ciencia. Es política. Igual que la educación. ¿Cuándo se han argumentado y debatido públicamente los cambios educativos que nos infligen los gobiernos cada dos por tres?
A los de esta época se nos ha ido de las manos. Una camarilla de veinte políticos y cuatro mafiosos ricos han adquirido un poder que nadie les disputa. Los propios organismos estatales se resignan. Saben que su opinión no es más que eso: una opinión. Y, al parecer, vale lo mismo que la de los frikiflautas: si está supeditada a otras leyes de gobierno, como la del enriquecimiento de los gobernantes y sus mafiosos, nada, cero Kelvin.
Cada vez más, un voto es un cheque en blanco, como se suele decir. Esto no hay por dónde cogerlo.
Hoy me decían que Rajoy se ha despistado al salir del Congreso y se ha topado con una turba de periodistas que quería preguntar cosas (lo que fuera), y que el pobre hombre se ha asustado y se ha ido corriendo por la puerta trasera. ¿Qué iba a responder, ante unas preguntas cada vez más evidentes? Lo mismo que el anterior, el Zapatero, a quien no le vi el careto durante el último año y medio de mandato, porque no sabía qué decir, o bien porque le daba vergüenza decir la verdad (mentir, imposible, ya no se puede mentir).
¿No tienen todos los funcionarios públicos una especie de juramento hipocrático? Pues si no, deberían. Deberían prometer lealtad a su país y comprometerse a desempeñar su labor con firmeza y autoridad, y de la mejor manera posible, utilizando todos los medios a su alcance para satisfacer las necesidades de su puesto de responsabilidad. Sin miedo. Y con complejo de superioridad, ya que son portadores de la confianza que hemos depositado en ellos.
Está muy bien. Es más: está requetebién. Como concepto. ¿Pero esto no lo tendría que organizar una asociación de frikiflautas verdófilos?
Nos van a explicar qué se puede hacer para conservar la biodiversidad de los descampados (o de cualquier otro sitio, que me da igual), incluyendo especies de la lista roja. Por cierto, que citan Cynara tournefortii. Seré un iletrado, pero juraría que ese cardo vive libremente en todas las cunetas de carreteras y descampados de España, como mínimo. Pero eso es lo de menos.
Es decir: el Real Jardín Botánico, dependiente del CSIC (el organismo público number 1 dedicado a la investigación científica), nos tiene que explicar qué tenemos que hacer "nosotros" para salvaguardar los cardos que se ven amenazados por la construcción. Será, supongo, porque ellos no pueden hacer absolutamente nada. O no es de su competencia (que no lo veo claro), o bien cualquier cosa política prima por encima de la ciencia, la investigación y, en este caso, preservar la biodiversidad.
"Nosotros" ya lo sabemos. Lo que no sabíamos es que ellos también eran conscientes de que la ciencia es broma. Abrir y cerrar nucleares, pasarse el Protocolo de Kyoto por el forro, tener Madrid en alerta roja de contaminación cada dos por tres... Todo eso no tiene nada que ver con la ciencia. Es política. Igual que la educación. ¿Cuándo se han argumentado y debatido públicamente los cambios educativos que nos infligen los gobiernos cada dos por tres?
A los de esta época se nos ha ido de las manos. Una camarilla de veinte políticos y cuatro mafiosos ricos han adquirido un poder que nadie les disputa. Los propios organismos estatales se resignan. Saben que su opinión no es más que eso: una opinión. Y, al parecer, vale lo mismo que la de los frikiflautas: si está supeditada a otras leyes de gobierno, como la del enriquecimiento de los gobernantes y sus mafiosos, nada, cero Kelvin.
Cada vez más, un voto es un cheque en blanco, como se suele decir. Esto no hay por dónde cogerlo.
Hoy me decían que Rajoy se ha despistado al salir del Congreso y se ha topado con una turba de periodistas que quería preguntar cosas (lo que fuera), y que el pobre hombre se ha asustado y se ha ido corriendo por la puerta trasera. ¿Qué iba a responder, ante unas preguntas cada vez más evidentes? Lo mismo que el anterior, el Zapatero, a quien no le vi el careto durante el último año y medio de mandato, porque no sabía qué decir, o bien porque le daba vergüenza decir la verdad (mentir, imposible, ya no se puede mentir).
¿No tienen todos los funcionarios públicos una especie de juramento hipocrático? Pues si no, deberían. Deberían prometer lealtad a su país y comprometerse a desempeñar su labor con firmeza y autoridad, y de la mejor manera posible, utilizando todos los medios a su alcance para satisfacer las necesidades de su puesto de responsabilidad. Sin miedo. Y con complejo de superioridad, ya que son portadores de la confianza que hemos depositado en ellos.
Comentarios
Publicar un comentario