Locuaz
Hoy estoy locuaz, así que dale que te pego.
Entre que esto no lo lee nadie y que cuando alguien lo lea ya dará igual, creo que ya puedo explicar una cosa que me sucedió la semana pasada. Utilizaré nombres ficticios, no obstante, no vaya a ser que le dé a la araña del Google por pasarse por aquí a última hora de la noche...
Una vez hice un trabajo top-secret para una empresa llamada "Piticlín", tan top-secret que es la primera vez que lo cuento. Era una cosa de Flash, una especie de aplicación que cogía datos (de una base de datos) y pintaba las cosas en bonito para que un señor importante (como cantaba Rosendo) pensase que esto es una peluquería y no Matrix.
Todo lo hice a través de una persona llamada X, que no me dijo de qué me conocía, de la manera más concisa y limpia posible. Yo sospechaba que esa persona hablaba español o bien que era una especie de americano españolizante (?). Total, fue un asunto rápido, limpio y bien pagado.
Y el otro día, en una presentación, y en un contexto completamente distinto, me encuentro con un tipo algo amarronado, que habla un lenguaje familiar para mí (de maneras de pensar, no digo de idioma) y de repente veo en su portátil algo que ya había visto antes (!!!). Le interrogo con la mirada (porque me lo habían presentado como señor Z, y no había hecho el más mínimo gesto de conocerme) y me responde afirmativamente. O lo que yo creo que era un respuesta afirmativa.
¿Serán imaginaciones mías? Creo que no. Pero esto es muy raro. O muy casual. O ambas cosas al mismo tiempo. En cualquier caso, ese tipo sabe quién soy y ya está advertido de que yo también lo sé.
Ahora me miro dibujado en el regalo del día del padre y veo que mi nariz tiene forma de U. Mi pelo se apachurra contra el cráneo, a pesar de que el champú me saca en los últimos tiempos unos rizos con un volumen prodigioso. Y mirado de frente, parece que ofrezco algo con la mano izquierda. No sé si es un gesto de ayuda o si es que oculto algo en la mano derecha, agazapada en la retaguardia. Me gusta llevar un pantalón naranja (aunque jamás he llevado un pantalón naranja, ni siquiera un bañador en aquellos violentos ’80). Por arriba, azul oscuro, una mezcla de seriedad y ¿color naranja? Sea como sea, es una ilustración extrañamente dinámica. No está muerta, no es un monigote cariacontecido y pintiparado.
Este hijo dibujante es buenísimo, no como dibujante, sino como persona. No es que sea majo, es que es buenísimo. También es majo, aunque a veces se le va la olla. Pero es una persona que tiene mucho que aportar. Es alguien a quien me gustaría tener en mi equipo. Y, con el tiempo, formar parte del suyo. Es muy valioso. El otro también, pero me parece de mal gusto hablar bien de todo el mundo al mismo tiempo.
Hoy he visto (para variar) uno de esos documentales de la 2. Ha sido muy raro, porque era sobre el "Macaco de Berberia" (o "mono del Atlas"). Ya sé que está pegado a Europa (norte de África), pero ha sido muy gracioso ver a los monos esos comiendo bellotas (!) y colgados de cedros (del "atlas", precisamente). Y de vez en cuando aparecían zorros, perros, ovejas y pastores, cigüeñas, jabalises... Vamos, una cosa como de andar por casa. ¡Hasta nevaba de vez en cuando! A los que hicieron el documental les llamaba mucho la atención la obsesión que tienen estos macacos con los "bebés". Los bebés los paren las madres (hasta ahí llegaríamos). Pero después de un tiempo los bebés van siendo absorbidos por la manada. Siempre hay algún mono macho que quiere hacerse cargo del bebé, transportarle, jugar con él, etc. Muy curioso. También muy curioso ese estado semi-doméstico de los monos. Por lo que he visto, hacen poca cosa más aparte de rascarse los cojones, jugar y comer. Parece que su depredador natural (la pantera del Atlas) se extinguió hace ya cuarenta años, así que con subirse a un árbol cuando llegan los perros con sus rebaño de ovejas, asunto resuelto. De hecho, había momentos que parecía que estaba viendo un capítulo de esa serie... ¿Cómo se llamaba? ¿El jardín de los sueños? Era como los tele-tubbies, pero evolucionado, todo muy artificial y absurdo. Es la sensación que he tenido con esos macacos come-bellotas.
Como estoy locuaz, diré también que están echando por cachos un reportaje sobre los Pirineos (en plan "naturaleza") que tiene pinta de estar hecho por franceses, porque parece que los Pirineos son el puto paraíso terrenal, pero por el lado francés, porque por el lado español sólo hay sequía, pastores paletos del siglo XIX y la roca desnuda (con guiños de simpatía hacia navarros y vascos, los catalanes y aragoneses deben de ser los cabreros supersticiosos). Ahí sí puedo decir que he estado y que es verdad (una parte): el lado francés es muchísimo más feraz que el español, más verde y húmedo, más romántico. El lado español es más agreste. Pero también tiene su encanto serrano. ¿Os habéis fijado? Es lo mismo, pero en condiciones de humedad hay más vida de bajo nivel, más musgo, más humus, más descomposicíón y más base para nueva vida. Es asín. Químicos al acecho, ¡sálvese quien pueda!
Entre que esto no lo lee nadie y que cuando alguien lo lea ya dará igual, creo que ya puedo explicar una cosa que me sucedió la semana pasada. Utilizaré nombres ficticios, no obstante, no vaya a ser que le dé a la araña del Google por pasarse por aquí a última hora de la noche...
Una vez hice un trabajo top-secret para una empresa llamada "Piticlín", tan top-secret que es la primera vez que lo cuento. Era una cosa de Flash, una especie de aplicación que cogía datos (de una base de datos) y pintaba las cosas en bonito para que un señor importante (como cantaba Rosendo) pensase que esto es una peluquería y no Matrix.
Todo lo hice a través de una persona llamada X, que no me dijo de qué me conocía, de la manera más concisa y limpia posible. Yo sospechaba que esa persona hablaba español o bien que era una especie de americano españolizante (?). Total, fue un asunto rápido, limpio y bien pagado.
Y el otro día, en una presentación, y en un contexto completamente distinto, me encuentro con un tipo algo amarronado, que habla un lenguaje familiar para mí (de maneras de pensar, no digo de idioma) y de repente veo en su portátil algo que ya había visto antes (!!!). Le interrogo con la mirada (porque me lo habían presentado como señor Z, y no había hecho el más mínimo gesto de conocerme) y me responde afirmativamente. O lo que yo creo que era un respuesta afirmativa.
¿Serán imaginaciones mías? Creo que no. Pero esto es muy raro. O muy casual. O ambas cosas al mismo tiempo. En cualquier caso, ese tipo sabe quién soy y ya está advertido de que yo también lo sé.
Ahora me miro dibujado en el regalo del día del padre y veo que mi nariz tiene forma de U. Mi pelo se apachurra contra el cráneo, a pesar de que el champú me saca en los últimos tiempos unos rizos con un volumen prodigioso. Y mirado de frente, parece que ofrezco algo con la mano izquierda. No sé si es un gesto de ayuda o si es que oculto algo en la mano derecha, agazapada en la retaguardia. Me gusta llevar un pantalón naranja (aunque jamás he llevado un pantalón naranja, ni siquiera un bañador en aquellos violentos ’80). Por arriba, azul oscuro, una mezcla de seriedad y ¿color naranja? Sea como sea, es una ilustración extrañamente dinámica. No está muerta, no es un monigote cariacontecido y pintiparado.
Este hijo dibujante es buenísimo, no como dibujante, sino como persona. No es que sea majo, es que es buenísimo. También es majo, aunque a veces se le va la olla. Pero es una persona que tiene mucho que aportar. Es alguien a quien me gustaría tener en mi equipo. Y, con el tiempo, formar parte del suyo. Es muy valioso. El otro también, pero me parece de mal gusto hablar bien de todo el mundo al mismo tiempo.
Hoy he visto (para variar) uno de esos documentales de la 2. Ha sido muy raro, porque era sobre el "Macaco de Berberia" (o "mono del Atlas"). Ya sé que está pegado a Europa (norte de África), pero ha sido muy gracioso ver a los monos esos comiendo bellotas (!) y colgados de cedros (del "atlas", precisamente). Y de vez en cuando aparecían zorros, perros, ovejas y pastores, cigüeñas, jabalises... Vamos, una cosa como de andar por casa. ¡Hasta nevaba de vez en cuando! A los que hicieron el documental les llamaba mucho la atención la obsesión que tienen estos macacos con los "bebés". Los bebés los paren las madres (hasta ahí llegaríamos). Pero después de un tiempo los bebés van siendo absorbidos por la manada. Siempre hay algún mono macho que quiere hacerse cargo del bebé, transportarle, jugar con él, etc. Muy curioso. También muy curioso ese estado semi-doméstico de los monos. Por lo que he visto, hacen poca cosa más aparte de rascarse los cojones, jugar y comer. Parece que su depredador natural (la pantera del Atlas) se extinguió hace ya cuarenta años, así que con subirse a un árbol cuando llegan los perros con sus rebaño de ovejas, asunto resuelto. De hecho, había momentos que parecía que estaba viendo un capítulo de esa serie... ¿Cómo se llamaba? ¿El jardín de los sueños? Era como los tele-tubbies, pero evolucionado, todo muy artificial y absurdo. Es la sensación que he tenido con esos macacos come-bellotas.
Como estoy locuaz, diré también que están echando por cachos un reportaje sobre los Pirineos (en plan "naturaleza") que tiene pinta de estar hecho por franceses, porque parece que los Pirineos son el puto paraíso terrenal, pero por el lado francés, porque por el lado español sólo hay sequía, pastores paletos del siglo XIX y la roca desnuda (con guiños de simpatía hacia navarros y vascos, los catalanes y aragoneses deben de ser los cabreros supersticiosos). Ahí sí puedo decir que he estado y que es verdad (una parte): el lado francés es muchísimo más feraz que el español, más verde y húmedo, más romántico. El lado español es más agreste. Pero también tiene su encanto serrano. ¿Os habéis fijado? Es lo mismo, pero en condiciones de humedad hay más vida de bajo nivel, más musgo, más humus, más descomposicíón y más base para nueva vida. Es asín. Químicos al acecho, ¡sálvese quien pueda!
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