Sobreexposición

Sé que me sobreexpongo sobremanera haciendo pública esta diminuta parcela de mi ser. Es como si alguien me tacha de tener miedo a la muerte tan sólo porque hay muchos post en mi blog que tocan ese tema. Me parece correcto, pero es sólo una faceta pequeñita de mi carácter, que incluso puede ser falaz.
Ayer estuve un rato odiando a una persona (concreta). Pensaba en qué hacer cuando me la encontrase algún día cara a cara: escupirle un gargajazo a la cara, patada en los huevos, ostia en la mandíbula u ojo... Me imaginaba la situación y no siempre salía yo ganador (¡cáspita!). A veces el tío me driblaba y me hacía una llave de judo. Yo me motivaba a mí mismo: cuando llegue el momento hay que ser rápido como el rayo, ir a por todas, vencer o ser vencido. Tampoco quería matarle (en mis especulaciones). Dudaba entre darle un par de ostias en plan despectivo, escupirle a la cara y marcharme parsimoniosamente, o darle una paliza de hospital.
Hoy en el metro estaba alerta, por si aparecía el tipo, cosa harto improbable en una ciudad con más de 3 millones de habitantes. En un momento dado, mi compañera de viaje me ha anunciado que aparecía en lontananza una persona "probablemente non-grata". Se me han erizado los cabellos y un sudor frío ha recorrido mi espalda. Lo cierto es que al darme la vuelta y mirar (porque el tipo se nos ha echado encima, como quien dice), no sabía qué iba a pasar. Había llegado mi momento imaginado. Es decir, estaba yo a 4 segundos de mi momento imaginado. Mientras me daba la vuelta para mirar quién era, creí saber que sólo podía saber lo que iba a pasar dependiendo de su actitud, de la del tipo. A pesar de los sudores fríos y el erizamiento del vello, me he descubierto más frío de lo que imaginaba. Dispuesto a todo, casi seguro sí. Frío, sí. Agresivo, no carente. Velocidad del rayo, lo dudo mucho. Me suda la polla, por ahora no.

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