La búsqueda de la felicidad no cuela

Lo que me sucede, a grandes rasgos, es que no sé dónde está la felicidad. A mí, por ejemplo, me gusta escuchar música, buscar setas y más cosas.
Pero eso, dicho llanamente, es "hacer lo que a uno le sale de los cojones". Es algo brusco y egótico: hacer lo que uno quiere.
También uno se siente bien, a veces, cuando hace algo por otro, cuando hace un esfuerzo físico importante (como subir un montañón), etc.
Me da la sensación, en resumen, de que la felicidad es estar ocupado y no pensar en "cosas malas". Hacer cosas estimulantes que, en suma, consiste en llenar la mente de unos pensamientos "positivos" que no dejan lugar a otros "negativos".
Me gustaría saber qué hace la gente para ser "feliz" y si existe otra manera de ser "feliz" con otros parámetros. En general, qué coño pinta uno aquí, sabiendo que es hijo de un mono que murió y está predestinado a morir, más tarde o más temprano, pero muy rápido, en cualquier caso. Hasta que eso no quede resuelto, las cuestiones básicas de la vida (como tener hijos, que es una cosa básica, a nivel de supervivencia de la especie y del sentido de la existencia humana) están todas en entredicho. Muchos hombres han tenido una vida plena haciendo cualquier cosa peregrina, como ser deportista, bandolero, político o don-nadie.
Esta cuestión sólo tiene sentido, obviamente, si uno está al margen de la religión. Si no, la cosa está mucho más clara: uno se lee las reglas de su juego y actúa en consecuencia, a sabiendas de que hay una trascendencia, como si la vida actual fuese una "prueba" o un "juego", en el mejor de los casos, si no un "chiste".
Cuando a uno le duele algo mucho o está muy limitado en su vida normal, cualquier solución le parece buena para acabar con ese dolor o limitación. Por eso es bueno tener algún dolor antes de morirse. Por eso las parturientas están deseando dar a luz. Por eso la gente se suicida. Y bla, bla, bla. ¿Pero qué hace uno cuando su enfermedad es incurable y no quiere morirse? Porque eso es la vida, al menos para mí. Soy un niño y un señor viejo encerrado en el cuerpo de un señor adulto. No percibo grandes evoluciones en mi persona desde la niñez. Voy sabiendo más cosas, y cuantas más sé, peor, más viejo me hago, más dolorido me encuentro. Sé que hay personas para las que cada día puede resultar una aventura. Nada más despertarse ya les están sucediendo cosas increíbles: se les cae la tostada al suelo y se queda en pie, conocen a la mujer de sus sueños en el metro, España gana el Mundial y con eso ya tiran tres años de inconsciencia vital, su nombre aparece en una revista, se reencuentran con un viejo amigo... En cierto sentido lo envidio.
El otro día éramos dos señores borrachos, y el que no era yo pensaba acerca de las constantes inmutables del ser humano macho español (que, por ser más concreto, no deja de ser algo amplio y tremendamente arriesgado), y concluyóse que, fuera del fútbol, había poca cosa, por no decir nada. El fútbol puede unir a dos personas desconocidas y de caracteres opuestos en una conversación de media hora. El amor, por lo visto, no sirve para nada, aunque uno piense lo contrario. Si acaso, como tema de conversación aburrido (al mismo nivel de la muerte y la política). A lo largo de los años, digo, con 20, 45 y 79.
El fútbol es algo que mantiene unido latentemente a millones de personas. Millones de redes neuronales cristalizan materialmente, ante la falsa sorpresa general, cuando uno se entera de que Marca.com es una de las páginas en español más visitadas del planeta.
Cuando uno teclea Amor.com o Sexo.com o Politica.com o Felicidad.com no se encuentra, sin duda, con lo que andaba buscando. Con Futbol.com, sin embargo, parece que uno sí anda más encaminado.
No es que yo sea fan del fútbol ni que haya encontrado en el fútbol la piedra de toque. Pero sí me llama la atención ese dato. Parece confirmar lo de que lo mejor es vivir una vida inconsciente y preocupado o interesado por asuntos de diversa índole, de ningún modo relacionados con ninguno de los fetiches de la tradición: amor, muerte, religión, felicidad, política, trascendencia. Aunque uno esté condenado a muerte... Mejor dicho: precisamente PORQUE uno está condenado a muerte, es mejor no pensarlo. El otro día leí que falló la ejecución de un señor condenado a la silla eléctrica por problemas técnicos (en USA, of course). Pero, al año siguiente, se repitió la operación y ya no hubo fallos. ¿En qué andaría ocupado el cerebro de ese señor durante ese año sabático? ¿Le escribiría muchos poemas a la Virgen Santísima? ¿Sería comentarista telefónico invitado en los partidos de baseball? ¿Estaría todo el día deprimido y tirando de pastillazo por prescripción médica? ¿Cifraría sus esperanzas en que le eximiesen de su condena para luego salir de la cárcel y formar una familia con una mujer, dos hijos y un perro? Y lo que es aún más interesante: si le hubiesen dejado salir del talego veinte años después, o seis meses después, ¿a qué se hubiese dedicado? ¿Sería mejor ese futurible, o la ejecución a año vista?
Lo que intento decir es que todos estamos condenados a muerte. Unos pocos afortunados, a muerte violenta e imprevista. El resto moriremos en la cama de un hospital, después de una enfermedad más o menos larga, con más o menos dolor. Unos pocos años antes o después. En nuestra sociedad, digo.
Y me gustaría saber qué hacen las personas para rellenar ese tiempo entre ya y la muerte. Estoy más o menos informado, porque veo a mucha gente que hace cosas (?). ¿Pero hay algún truco para taponar los pensamientos "negativos" y vivir como si no pasase nada? ¿Hay algún medicamento? ¿Está cubierto por la seguridad social?
Y si no hay truco, ¿por qué se empeña el ser humano en seguir existiendo? ¿Sólo porque follar mola un taco? (Naturaleza cabrona...)

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