Por cuestiones de trabajo, me veo convertido temporalmente en una especie de semi-programador y semi-administrador de sistemas. Están todos locos. Servidores, puertos y protocolos, depuración (malísima traducción para "debug") de aplicaciones... Son los molinos quijotescos de la informática moderna.
Para un usuario final, los molinos son reales, directos y sencillos: "la foto de un amigo en mi página del facebook". Para el desarrollador, miles de líneas de código escritas en un mínimo de tres lenguajes de programación y millones de especulaciones previas a la escritura de ese código. Desde el lado del desarrollo, uno siempre intenta ponerse en el lugar del usuario ilógico, absurdo y montapollos. Pero ese usuario ficticio siempre es mucho más leve que el usuario real. Todas las empresas que desarrollan software deberían tener contratada una legión de monos para probar sus aplicaciones, y aun así no estarían libres de errores. El usuario humano es mucho más conspicuo. Es un mono que no se cree mono. Si le dicen que no toque un botón, seguramente lo tocará porque piensa que le han dicho que no lo toque para que en realidad lo toque, cosa que él interpretará como que en realidad no tiene que tocarlo y, por tanto, finalmente tiene que tocarlo. O bien puede no tocarlo, concluyendo que si ha sido un mono con un cerebro igual al suyo el que ha discurrido la idea, lo más lógico es no tocarlo. Todo muy simiesco:


Lo que digo: ninguna aplicación está libre de errores.

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