Tabú o no tabú, esa es la cuestión
A veces me apetecería hablar sobre degollar a alguien, follar como un perro o ser un político conscientemente (tipo tomar decisiones directas sobre el futuro de miles o millones de personas, de manera consciente). Pero me veo encasillado en un blog y una vida social "para todos los públicos".
Encasillado, digo, porque tampoco me apetece tener un blog (por poner un ejemplo) como lugar para desnudarme y correr desnudo a la luz de la luna. Ni tampoco hacerlo y que deje de ser un sitio "para todos los públicos". Me gusta pensar a lo loco y decir cosas para pensar yo mismo y para que piensen los otros, pero sin hacer daño a nadie.
Parece que si es artístico está bien visto. Pero si se dice de llano, parece uno un psicópata de esos.
Por ejemplo, la peli "celda 211" (¿o algo así?), el ambiente del talego, era muy parecido al de mi colegio de aquellas épocas. Ahí está exagerado, obviamente, ni siquiera creo que en las cárceles de verdad estén todo el puto día con ese rollo de tipos duros o apañados o traficantes o bla, bla, bla. Pero era parecido. De entrada, había dos "bandos" o dos "procederes", mejor dicho. Estaba el "real del día a día" (la relación con los compañeros y con los chavales de otras clases, con lo que había a la salida del colegio, rodeando al colegio, etc.) y la "real de verdad" (la relación con los profesores, la familia, sacar buenas notas, etc.). Ambas realidades estaban muy bien separadas. Hablo de esto porque, de algún modo, está relacionado con el presente, en el sentido de que a veces reprimo ciertos sentimientos y sé que otros también los reprimen. Era una acotación.
Sigo, ya que he empezado... En la situación "real de verdad" tú ibas de casa al cole y del cole a casa, con algunos momentos más o menos gloriosos que podríamos llamar "interludios" (irse a comer a casa de otro, irse al parque a echar un mus después de clase antes de volver a casa y ese tipo de cosas). No hablo ya de las "salidas" (que eso sucede ya cuando uno es más autónomo y entra de sopetón en la "realidad de verdad" del "mundo adulto", donde tienes que pagar el billete del autobús, etc.). En la situación "real de verdad" te ibas apañando a base de estudiar, hacer deberes, reuniones familiares, etc.
En la situación "real del día a día", es posible que te despertases con una especie de vacío en el estómago porque en una hora ibas a estar en el colegio, en clase de mates, no tenías los deberes hechos y te iban a plantar dos negativos que contaban para la evaluación. Luego había gimnasia y el profe estaba cabreado y te iba a tocar dar vueltas corriendo al campo de fútbol durante una hora. Luego otras dos asignaturas absurdas. Luego te quedabas a comer y tenías que rellenar 2 horas a base de comerte un bocata de tortilla de atún con pan revenido, en soledad o bien juntándote con personas de dudosa reputación, y además amenazaba lluvia. Por la tarde, dos huesazos: sociales (o historia) y dibujo técnico (con un profesor huesudo de verdad). Tu vieja había pasado de comprarte unos Rotring y te apañabas con los del hermano mayor de uno de tu clase que había conseguido tu vieja (al hermano menor, el de tu clase, le habían pillado unos nuevos). El de 0.4, crítico, se agrumaba en la punta y apenas si te daba para ir sacando aprobados pelados. Y todo ese día tan interesante lidiando con una suma importante de seres abyectos que ensombrecían a más no poder la presencia de otros seres mucho más iluminadores y provechosos para el espíritu. Uno de la clase de al lado que te amenaza. Otro de la tuya que si puede te pega un par de collejas. Otro que te la tiene jurada porque quiere destacar sobre ti en la asignatura X. Otro que te da igual pero le hace la vida imposible a un colega tuyo y tú tampoco tienes muchas ganas de defenderle a ultranza.
Esa "realidad del día a día" es una ley que se dicta uno a sí mismo para poder sobrevivir y que, en muchas ocasiones, está dictada por otros muchos. Por así decirlo, cada uno se hace su propia ley, que puede afectar al de al lado. Y ahí no hay moral ni preceptos educativos ni nada. Son leyes de supervivencia y de supremacía, como en las viejas tribus. Tal cual.
Por fortuna (o quizá no) a veces las leyes de la "realidad real" contaminan las otras. Yo, como el rubio de Blade Runner, he estado más allá de Orión y he visto cosas que no podríais ver ni en sueños. El único límite, la cárcel, dictada por la "realidad real". Sin ella, estoy seguro de que habría visto más de una muerte, como los chavales que salen en esos reportajes ñoños y repetitivos de la TV. Me pregunto por qué, aparentemente, ninguno nos vemos reflejados perfectamente en esas culturas "pobres" y "violentas", cuando muchas veces lo único que nos ha frenado es la "realidad real" de romper tu vida e ingresar en el talego. Ni siquiera el demonio y todos los apotegmas católicos pudieron hacernos mella. Sólo el trullo y, en definitiva, el abandono definitivo en manos de otros más fuertes que podían doblegarnos. Si no, hubiésemos llevado a clase navajas y pipas, como los chavales de la televisión, como los millones de chavales que están ahi y, en definitiva, ni siquiera habríamos ido a clase.
Qué coños de educación de mierda nos han dado. Siempre ha habido personas que han estado más arropadas y, por tanto, más alejadas, a las que seguramente les suene a chino lo que estoy contando.
Hasta los 15 ó 16, por lo menos, me sentí exactamente como en la cárcel. Había que buscar alianzas, amigos, y escoger muy bien los enemigos. Y el resto era la soledad de la celda y las cuatro visitas anuales de las personas queridas, tras la frialdad del cristal blindado. Y a partir de esos años, fue como si me soltaran de repente. La libertad para uno que siempre ha vivido entre rejas, el sol dañando sus ojos y respirando un viento salvaje y hostil.
Tengo historias no inventadas de niños que atan a otro niño al palo de una portería y le pegan una paliza de muerte. De niños que le birlaban el tabaco a su madre prostituta. De niños con lo que ahora llaman "familias desintegradas", pero con todo al mismo tiempo (padres palizas, madres alcohólicas, hermanos mayores toxicómanos finados uno a uno). Y de otros que estaban parecidos, pero por el lado de la religión, mejor no hablar. Mejor callar y darle un poco al limpiaparabrisas para ver el futuro más brillante.
Últimamente me estoy enamorando de mi coche. Me resulta cálido y acogedor. Se está a gustito. Puedo llevar en él a mis seres queridos y protegerlos del frío y la lluvia, e incluso del calor más asfixiante, de una manera digna. Y además suena música. Mi cuñado grabó unos CDs para un viaje y ya por mí se podrían tirar ahí metidos siete años más. Y en la "guantera" (siempre me ha hecho gracia ese nombre) hay aspirinas masticables de AAS. Siento que mi coche nos protege a todos, mucho más que cuando estamos en casa, donde cabe la posibilidad de que nos ataquemos e incluso nos acabemos canibalizando los unos a los otros. Se me está yendo la olla otra vez.
Brindo a la salud de los que no han entendido ni media palabra. A lo mejor comienzo en este mismo blog una línea "tabú" en un espacio "para todos los públicos", donde se pueda especular con libertad acerca de arruinar o ensalzar la vida de alguien, amar, matar y, en general, cualquier cosa que pueda existir en mi mente, sin límites. ¿Será eso legal? Casi seguro que no. Legal, puede que sí, o "alegal". Pero censurable, sin duda.
Encasillado, digo, porque tampoco me apetece tener un blog (por poner un ejemplo) como lugar para desnudarme y correr desnudo a la luz de la luna. Ni tampoco hacerlo y que deje de ser un sitio "para todos los públicos". Me gusta pensar a lo loco y decir cosas para pensar yo mismo y para que piensen los otros, pero sin hacer daño a nadie.
Parece que si es artístico está bien visto. Pero si se dice de llano, parece uno un psicópata de esos.
Por ejemplo, la peli "celda 211" (¿o algo así?), el ambiente del talego, era muy parecido al de mi colegio de aquellas épocas. Ahí está exagerado, obviamente, ni siquiera creo que en las cárceles de verdad estén todo el puto día con ese rollo de tipos duros o apañados o traficantes o bla, bla, bla. Pero era parecido. De entrada, había dos "bandos" o dos "procederes", mejor dicho. Estaba el "real del día a día" (la relación con los compañeros y con los chavales de otras clases, con lo que había a la salida del colegio, rodeando al colegio, etc.) y la "real de verdad" (la relación con los profesores, la familia, sacar buenas notas, etc.). Ambas realidades estaban muy bien separadas. Hablo de esto porque, de algún modo, está relacionado con el presente, en el sentido de que a veces reprimo ciertos sentimientos y sé que otros también los reprimen. Era una acotación.
Sigo, ya que he empezado... En la situación "real de verdad" tú ibas de casa al cole y del cole a casa, con algunos momentos más o menos gloriosos que podríamos llamar "interludios" (irse a comer a casa de otro, irse al parque a echar un mus después de clase antes de volver a casa y ese tipo de cosas). No hablo ya de las "salidas" (que eso sucede ya cuando uno es más autónomo y entra de sopetón en la "realidad de verdad" del "mundo adulto", donde tienes que pagar el billete del autobús, etc.). En la situación "real de verdad" te ibas apañando a base de estudiar, hacer deberes, reuniones familiares, etc.
En la situación "real del día a día", es posible que te despertases con una especie de vacío en el estómago porque en una hora ibas a estar en el colegio, en clase de mates, no tenías los deberes hechos y te iban a plantar dos negativos que contaban para la evaluación. Luego había gimnasia y el profe estaba cabreado y te iba a tocar dar vueltas corriendo al campo de fútbol durante una hora. Luego otras dos asignaturas absurdas. Luego te quedabas a comer y tenías que rellenar 2 horas a base de comerte un bocata de tortilla de atún con pan revenido, en soledad o bien juntándote con personas de dudosa reputación, y además amenazaba lluvia. Por la tarde, dos huesazos: sociales (o historia) y dibujo técnico (con un profesor huesudo de verdad). Tu vieja había pasado de comprarte unos Rotring y te apañabas con los del hermano mayor de uno de tu clase que había conseguido tu vieja (al hermano menor, el de tu clase, le habían pillado unos nuevos). El de 0.4, crítico, se agrumaba en la punta y apenas si te daba para ir sacando aprobados pelados. Y todo ese día tan interesante lidiando con una suma importante de seres abyectos que ensombrecían a más no poder la presencia de otros seres mucho más iluminadores y provechosos para el espíritu. Uno de la clase de al lado que te amenaza. Otro de la tuya que si puede te pega un par de collejas. Otro que te la tiene jurada porque quiere destacar sobre ti en la asignatura X. Otro que te da igual pero le hace la vida imposible a un colega tuyo y tú tampoco tienes muchas ganas de defenderle a ultranza.
Esa "realidad del día a día" es una ley que se dicta uno a sí mismo para poder sobrevivir y que, en muchas ocasiones, está dictada por otros muchos. Por así decirlo, cada uno se hace su propia ley, que puede afectar al de al lado. Y ahí no hay moral ni preceptos educativos ni nada. Son leyes de supervivencia y de supremacía, como en las viejas tribus. Tal cual.
Por fortuna (o quizá no) a veces las leyes de la "realidad real" contaminan las otras. Yo, como el rubio de Blade Runner, he estado más allá de Orión y he visto cosas que no podríais ver ni en sueños. El único límite, la cárcel, dictada por la "realidad real". Sin ella, estoy seguro de que habría visto más de una muerte, como los chavales que salen en esos reportajes ñoños y repetitivos de la TV. Me pregunto por qué, aparentemente, ninguno nos vemos reflejados perfectamente en esas culturas "pobres" y "violentas", cuando muchas veces lo único que nos ha frenado es la "realidad real" de romper tu vida e ingresar en el talego. Ni siquiera el demonio y todos los apotegmas católicos pudieron hacernos mella. Sólo el trullo y, en definitiva, el abandono definitivo en manos de otros más fuertes que podían doblegarnos. Si no, hubiésemos llevado a clase navajas y pipas, como los chavales de la televisión, como los millones de chavales que están ahi y, en definitiva, ni siquiera habríamos ido a clase.
Qué coños de educación de mierda nos han dado. Siempre ha habido personas que han estado más arropadas y, por tanto, más alejadas, a las que seguramente les suene a chino lo que estoy contando.
Hasta los 15 ó 16, por lo menos, me sentí exactamente como en la cárcel. Había que buscar alianzas, amigos, y escoger muy bien los enemigos. Y el resto era la soledad de la celda y las cuatro visitas anuales de las personas queridas, tras la frialdad del cristal blindado. Y a partir de esos años, fue como si me soltaran de repente. La libertad para uno que siempre ha vivido entre rejas, el sol dañando sus ojos y respirando un viento salvaje y hostil.
Tengo historias no inventadas de niños que atan a otro niño al palo de una portería y le pegan una paliza de muerte. De niños que le birlaban el tabaco a su madre prostituta. De niños con lo que ahora llaman "familias desintegradas", pero con todo al mismo tiempo (padres palizas, madres alcohólicas, hermanos mayores toxicómanos finados uno a uno). Y de otros que estaban parecidos, pero por el lado de la religión, mejor no hablar. Mejor callar y darle un poco al limpiaparabrisas para ver el futuro más brillante.
Últimamente me estoy enamorando de mi coche. Me resulta cálido y acogedor. Se está a gustito. Puedo llevar en él a mis seres queridos y protegerlos del frío y la lluvia, e incluso del calor más asfixiante, de una manera digna. Y además suena música. Mi cuñado grabó unos CDs para un viaje y ya por mí se podrían tirar ahí metidos siete años más. Y en la "guantera" (siempre me ha hecho gracia ese nombre) hay aspirinas masticables de AAS. Siento que mi coche nos protege a todos, mucho más que cuando estamos en casa, donde cabe la posibilidad de que nos ataquemos e incluso nos acabemos canibalizando los unos a los otros. Se me está yendo la olla otra vez.
Brindo a la salud de los que no han entendido ni media palabra. A lo mejor comienzo en este mismo blog una línea "tabú" en un espacio "para todos los públicos", donde se pueda especular con libertad acerca de arruinar o ensalzar la vida de alguien, amar, matar y, en general, cualquier cosa que pueda existir en mi mente, sin límites. ¿Será eso legal? Casi seguro que no. Legal, puede que sí, o "alegal". Pero censurable, sin duda.
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