La Cruz Roja

Hoy ha venido a casa un señor joven que decía que venía de parte de la Cruz Roja, para ver qué pasaba que no éramos socios y no estábamos ayudando a la gente que lo estaba pasando mal.
Por más que le hemos explicado que teníamos una casa pequeña, dos hijos y una ridícula cuenta de banco que desciende en picado, nos ha dado igual. Él insistía cuanto más nos resistíamos: "Precisamente por eso, los pobres ayudan a los pobres".
Le he dicho que se fuese a los pijos que pagan cuatro pavos por una birra en la terraza de la plaza, pero dice que no le hacen caso. De lo cual se deduce que a nosotros nos daba la vara porque le hacíamos caso, ni más ni menos.
Esa entrevista nada breve me ha hecho pensar en lo bien que estaría yo tomándome una caña y unas gambas con gabardina en la Cruz Blanca (o en la de Alonso o en la de Goya), mientras me dieran unos rayos de sol primaveral en los ojos entrecerrados.

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