Preocupación externa de alto nivel
Me preocupan normalmente cosas internas (mías) y externas (públicas, podría decirse). De las externas, traté de desembarazarme dejando los feed de noticias, que siempre son alarmantes estupideces. Y lo conseguí casi al cien por ciento.
Pero últimamente me han preocupado dos cosas: primero, lo de Haití, que me ha parecido demoledor. No tengo ni idea de si lo ha sido o no (en comparación con otras catástrofes, como la de Chile, reciente, o la del famoso tsunami de hace algún tiempo). Pero lo de Haití, por algún motivo, me conmovió más.
Y, ahora, el nuevo movimiento de ficha en contra de la libertad (la ley "liberticida", como la llama el presi de la asociación de internautas) con la "ley Sinde". La voy a explicar brevemente, por si acaso en un futuro no recuerdo de lo que estoy hablando, o por si alguien no sabe de qué va: una "comisión de especialistas" decide si una página web debe cerrar (en relación, básicamente, con los derechos de autor). Un juez se lo mira muy rápido y da el OK (o el NO). Eso significa que, a juicio de unos señores que tienen intereses económicos en juego, se puede chapar una página (que así dicho, "página", parece que es una mierda, pero recordemos que una página puede tener millones de usuarios al mes; y, en cualquier caso, la presunción de inocencia y otra serie de derechos amparados por la constitución), con una mínima intervención judicial que sirve únicamente para que parezca que todo está bien. No hay juicio previo. No hay posibilidad de defenderse ni de hacer nada de nada.
Esto no me preocupa porque a mí me vaya a pasar nada: ni tengo una página "sospechosa" ni mi negocio depende de algo similar. Y, como usuario final, me va a afectar poco o nada, porque no me interesan las pelis y discos "de moda" (que es lo que, según ellos, les hace perder dinero). Yo suelo descargar por Internet cosas que no existen en el mercado español, o bien que no están disponibles (pelis que no están en ningún sitio, discos que no se encuentran en las tiendas, libros que nunca se han re-editado: si hay que pagar se paga; si no, mejor).
Me preocupa porque ya se aprobó la existencia del "canon digital", que consiste en que uno paga un porcentaje de cada CD, DVD, impresora, disco duro y nosecuántas gilipolleces más a las "entidades gestoras de los derechos de la propiedad intelectual". O sea, a unas sociedades de autores que podrían ser equivalentes a una peña quinielística. Una especie de sindicato de autores que se dedica a defender los intereses de sus socios. De hecho, yo debería ser uno de esos autores. He hecho algunas cosas en mi vida, y una de ellas, por culpa del destino, fue traducir un libro al español, cosa que me convierte automáticamente en un posible "beneficiado" de ese engranaje (¿por qué no?). Ese "canon digital", por no irme más del tema, es en concepto de "como todos utilizan los DVDs para grabarse pelis ilegalmente y los discos duros para almacenar las discografías de Extremoduro, vamos a cobrárselo por adelantado". O sea, un absurdo surrealista que de hecho se paga cuando vas a la tienda a por tu material de oficina.
Decía que me preocupa porque ya se aprobó en su día el "canon". Ahora, que se pueda dar cerrojazo a golpe de pluma a cualquier cosa que sea o parezca sospechosa o, si está convenientemente disfrazada, que le venga mal a ciertas personas.
Está habiendo esfuerzos importantes en el sentido de mantener el "control" total y absoluto en la Red. Se quiso negociar con las telecos el secuestro de publicaciones y datos de usuarios. Las telecos, gracias a Dios, se negaron. Gracias a Dios, no. Gracias a una o dos que se negaron, y el resto pensaron, acertadamente, que se les iban todos los usuarios a esas compañías.
El siguiente hito es esta "ley Sinde", que es algo directamente anticonstitucional, tan grave como el "canon" pero más nebuloso, y menos grave que lo de antes.
Pero seguirán en la línea de actuación que consiste en la búsqueda del "agarrar por los cojones al usuario". No soportan que sea tan fácil pescar in-fraganti a un señor cualquiera descargándose un disco o cualquier cosa, y no poder cobrarle por ello. Es facilísimo, porque cada movimiento que hacemos en la red deja escrita una línea con tus datos de contacto en algún servidor polvoriento de la Telefónica o cualquier otro proveedor de servicios en Internet. Está escrito y bien escrito que existe el secreto de las comunicaciones para cualquier ciudadano. Pero no pueden resistirse. Quieren romper ese principio con artimañas del tipo que sea y "hacer caja". No digo yo que no tenga más posibilidades de hacer caja. Al fin y al cabo, ellos somos nosotros, en realidad. Lo que "ellos" (los señores malos que mandan) tratan de hacer se supone que va en beneficio nuestro (de nosotros, que somos malos o buenos, pero ellos están obligados a ser buenos, por profesión). Pero, en primer lugar, no van a conseguir una gran caja. Conseguirían más, como tanto se ha pregonado, estudiando la viabilidad de sus negocios obsoletos y proponiendo alternativas reales a las descargas en Internet. Y, en segundo, no pueden resquebrajar un pacto (que se llama Constitución, aunque sea imperfecta y se incumplan muchas cosas) por un lado tan importante, algo que probablemente nos llevaría a situaciones de novela de guerra civil, donde unos vecinos se denuncian a otros por envida y cualquier está sujeto a la desconfianza, el soborno y un gran etcétera de cosas MALAS que ya estaban desterradas de común acuerdo.
Si algo así llega a aprobarse, y lo que vendrá detrás... Está claro que es el momento de redactar una nueva Constitución con las leyes (e ideas de trasfondo) actuales y que la llevemos a referéndum. Más que nada, para saber si estamos jugando con las reglas de la Constitución o con las Leyes Paralelas (que son esas que se aplican al amparo de la Constitución, aunque no tienen respaldo en ella; es decir, del pueblo).
Pero últimamente me han preocupado dos cosas: primero, lo de Haití, que me ha parecido demoledor. No tengo ni idea de si lo ha sido o no (en comparación con otras catástrofes, como la de Chile, reciente, o la del famoso tsunami de hace algún tiempo). Pero lo de Haití, por algún motivo, me conmovió más.
Y, ahora, el nuevo movimiento de ficha en contra de la libertad (la ley "liberticida", como la llama el presi de la asociación de internautas) con la "ley Sinde". La voy a explicar brevemente, por si acaso en un futuro no recuerdo de lo que estoy hablando, o por si alguien no sabe de qué va: una "comisión de especialistas" decide si una página web debe cerrar (en relación, básicamente, con los derechos de autor). Un juez se lo mira muy rápido y da el OK (o el NO). Eso significa que, a juicio de unos señores que tienen intereses económicos en juego, se puede chapar una página (que así dicho, "página", parece que es una mierda, pero recordemos que una página puede tener millones de usuarios al mes; y, en cualquier caso, la presunción de inocencia y otra serie de derechos amparados por la constitución), con una mínima intervención judicial que sirve únicamente para que parezca que todo está bien. No hay juicio previo. No hay posibilidad de defenderse ni de hacer nada de nada.
Esto no me preocupa porque a mí me vaya a pasar nada: ni tengo una página "sospechosa" ni mi negocio depende de algo similar. Y, como usuario final, me va a afectar poco o nada, porque no me interesan las pelis y discos "de moda" (que es lo que, según ellos, les hace perder dinero). Yo suelo descargar por Internet cosas que no existen en el mercado español, o bien que no están disponibles (pelis que no están en ningún sitio, discos que no se encuentran en las tiendas, libros que nunca se han re-editado: si hay que pagar se paga; si no, mejor).
Me preocupa porque ya se aprobó la existencia del "canon digital", que consiste en que uno paga un porcentaje de cada CD, DVD, impresora, disco duro y nosecuántas gilipolleces más a las "entidades gestoras de los derechos de la propiedad intelectual". O sea, a unas sociedades de autores que podrían ser equivalentes a una peña quinielística. Una especie de sindicato de autores que se dedica a defender los intereses de sus socios. De hecho, yo debería ser uno de esos autores. He hecho algunas cosas en mi vida, y una de ellas, por culpa del destino, fue traducir un libro al español, cosa que me convierte automáticamente en un posible "beneficiado" de ese engranaje (¿por qué no?). Ese "canon digital", por no irme más del tema, es en concepto de "como todos utilizan los DVDs para grabarse pelis ilegalmente y los discos duros para almacenar las discografías de Extremoduro, vamos a cobrárselo por adelantado". O sea, un absurdo surrealista que de hecho se paga cuando vas a la tienda a por tu material de oficina.
Decía que me preocupa porque ya se aprobó en su día el "canon". Ahora, que se pueda dar cerrojazo a golpe de pluma a cualquier cosa que sea o parezca sospechosa o, si está convenientemente disfrazada, que le venga mal a ciertas personas.
Está habiendo esfuerzos importantes en el sentido de mantener el "control" total y absoluto en la Red. Se quiso negociar con las telecos el secuestro de publicaciones y datos de usuarios. Las telecos, gracias a Dios, se negaron. Gracias a Dios, no. Gracias a una o dos que se negaron, y el resto pensaron, acertadamente, que se les iban todos los usuarios a esas compañías.
El siguiente hito es esta "ley Sinde", que es algo directamente anticonstitucional, tan grave como el "canon" pero más nebuloso, y menos grave que lo de antes.
Pero seguirán en la línea de actuación que consiste en la búsqueda del "agarrar por los cojones al usuario". No soportan que sea tan fácil pescar in-fraganti a un señor cualquiera descargándose un disco o cualquier cosa, y no poder cobrarle por ello. Es facilísimo, porque cada movimiento que hacemos en la red deja escrita una línea con tus datos de contacto en algún servidor polvoriento de la Telefónica o cualquier otro proveedor de servicios en Internet. Está escrito y bien escrito que existe el secreto de las comunicaciones para cualquier ciudadano. Pero no pueden resistirse. Quieren romper ese principio con artimañas del tipo que sea y "hacer caja". No digo yo que no tenga más posibilidades de hacer caja. Al fin y al cabo, ellos somos nosotros, en realidad. Lo que "ellos" (los señores malos que mandan) tratan de hacer se supone que va en beneficio nuestro (de nosotros, que somos malos o buenos, pero ellos están obligados a ser buenos, por profesión). Pero, en primer lugar, no van a conseguir una gran caja. Conseguirían más, como tanto se ha pregonado, estudiando la viabilidad de sus negocios obsoletos y proponiendo alternativas reales a las descargas en Internet. Y, en segundo, no pueden resquebrajar un pacto (que se llama Constitución, aunque sea imperfecta y se incumplan muchas cosas) por un lado tan importante, algo que probablemente nos llevaría a situaciones de novela de guerra civil, donde unos vecinos se denuncian a otros por envida y cualquier está sujeto a la desconfianza, el soborno y un gran etcétera de cosas MALAS que ya estaban desterradas de común acuerdo.
Si algo así llega a aprobarse, y lo que vendrá detrás... Está claro que es el momento de redactar una nueva Constitución con las leyes (e ideas de trasfondo) actuales y que la llevemos a referéndum. Más que nada, para saber si estamos jugando con las reglas de la Constitución o con las Leyes Paralelas (que son esas que se aplican al amparo de la Constitución, aunque no tienen respaldo en ella; es decir, del pueblo).
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