Personas humanas que preguntan
Yo, por defecto, soy una persona humana que no pregunta nada. Si soy preguntado, no obstante, respondo con la mayor educación e incluso intento resultar cautivador. Pero luego no suelo devolver la pregunta.
Supongo que son dos maneras de verlo:
1. Preguntas (por los hijos, qué tal te va, qué tal el curro, cómo va aquello del coche... Estupideces varias). O bien te interesa la respuesta (en el menor de los casos) o bien quieres dar pie a que la otra persona te suelte algo que está deseando soltar. Hay más opciones, of course: a) Te preguntan por preguntar y no les interesa la respuesta ni esperan que les respondas nada aparte de "bien"; b) Están preparando una pregunta posterior a base de preguntas anteriores, porque quieren sonsacarte alguna información o tirarte de la lengua en algún sentido; c) Están nerviosas y ni siquiera saben lo que están preguntando (fliparán cuando respondas, porque no saben a qué viene la respuesta); d) Preguntan retóricamente, con el objeto último de imponer su opinión al respecto que sea en cada momento; y alguna cosa más que me dejo por ahí.
2. No preguntas nada, no porque odies a la persona de al lado, sino porque prefieres sólo: a) preguntar si de verdad quieres saber algo; b) que te digan o pregunten algo si de verdad tienen algo que decir o preguntar.
Eso, desde el punto de vista del preguntante.
Desde el punto de vista del respondiente, ya nos metemos en harina de otro costal y la cosa se puede disparar. Uno puede sentirse ofendido, pensar que hay una doble intención, decir lo primero que le viene a la mente (aunque sea absurdo), no comprender bien la pregunta, entrar a saco en una conversación, sentir agrado o desagrado por la persona y un larguísimo etcétera lleno de intrincados laberintos.
Esto ya lo digo más para organizar mis ideas... El resultado de la conversación también puede ser muy variable y depende en gran medida de la opinión previa que uno tiene del interlocutor. Lo normal es que si uno piensa que el de enfrente es gilipollas, termine pensando, si hay una conversación entre medias, que es más gilipollas de lo que creía. Y a veces sucede lo contrario: la persona te "sorprende" (te sorprende, porque no es lo habitual) y te obliga a modificar sobre tu opinión. Aparte, una conversación puede hacer que te sientas bien o mal, que te obligue a reflexionar durante días, meses o la vida entera, etc.
En fin: sigo opinando que lo mejor es reducir las conversaciones al mínimo, porque todo es muy complicado y uno nunca sabe si resulta duro sin venir a cuento, demasiado blando cuando el otro esperaba más aspereza, si el de al lado no entiende nada de lo que le estás contando, etc.
Cada uno que haga lo que quiera. Pero lo más importante es... ¡Tachán!
Ser mínimamente inteligente y saber retirarse a tiempo. Hay personas con las que puedes conectar y otras con las que no. Siempre hay excepciones, pero pocas. Casi siempre no. Hay que ser muy listo y también transigente, tener un sistema de cedazos superpuestos que te permitan filtrar. Creo.
Supongo que son dos maneras de verlo:
1. Preguntas (por los hijos, qué tal te va, qué tal el curro, cómo va aquello del coche... Estupideces varias). O bien te interesa la respuesta (en el menor de los casos) o bien quieres dar pie a que la otra persona te suelte algo que está deseando soltar. Hay más opciones, of course: a) Te preguntan por preguntar y no les interesa la respuesta ni esperan que les respondas nada aparte de "bien"; b) Están preparando una pregunta posterior a base de preguntas anteriores, porque quieren sonsacarte alguna información o tirarte de la lengua en algún sentido; c) Están nerviosas y ni siquiera saben lo que están preguntando (fliparán cuando respondas, porque no saben a qué viene la respuesta); d) Preguntan retóricamente, con el objeto último de imponer su opinión al respecto que sea en cada momento; y alguna cosa más que me dejo por ahí.
2. No preguntas nada, no porque odies a la persona de al lado, sino porque prefieres sólo: a) preguntar si de verdad quieres saber algo; b) que te digan o pregunten algo si de verdad tienen algo que decir o preguntar.
Eso, desde el punto de vista del preguntante.
Desde el punto de vista del respondiente, ya nos metemos en harina de otro costal y la cosa se puede disparar. Uno puede sentirse ofendido, pensar que hay una doble intención, decir lo primero que le viene a la mente (aunque sea absurdo), no comprender bien la pregunta, entrar a saco en una conversación, sentir agrado o desagrado por la persona y un larguísimo etcétera lleno de intrincados laberintos.
Esto ya lo digo más para organizar mis ideas... El resultado de la conversación también puede ser muy variable y depende en gran medida de la opinión previa que uno tiene del interlocutor. Lo normal es que si uno piensa que el de enfrente es gilipollas, termine pensando, si hay una conversación entre medias, que es más gilipollas de lo que creía. Y a veces sucede lo contrario: la persona te "sorprende" (te sorprende, porque no es lo habitual) y te obliga a modificar sobre tu opinión. Aparte, una conversación puede hacer que te sientas bien o mal, que te obligue a reflexionar durante días, meses o la vida entera, etc.
En fin: sigo opinando que lo mejor es reducir las conversaciones al mínimo, porque todo es muy complicado y uno nunca sabe si resulta duro sin venir a cuento, demasiado blando cuando el otro esperaba más aspereza, si el de al lado no entiende nada de lo que le estás contando, etc.
Cada uno que haga lo que quiera. Pero lo más importante es... ¡Tachán!
Ser mínimamente inteligente y saber retirarse a tiempo. Hay personas con las que puedes conectar y otras con las que no. Siempre hay excepciones, pero pocas. Casi siempre no. Hay que ser muy listo y también transigente, tener un sistema de cedazos superpuestos que te permitan filtrar. Creo.
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