La Constitución 2: la pena de muerte en España está permitida

Últimamente me ha dado por leerme la Constitución española de vez en cuando, para descojonarme, más que nada, y hoy me he encontrado con una cosa graciosa en el artículo 15:
"Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra".
Es decir, que en "estado de guerra" mandan los militares, no el pueblo, aunque a los militares no los escoge nadie.
Quiera dios que no se declare el estado de guerra. Que dios nos coja confesaos si eso sucede, porque entonces me da la sensación de que los militares pueden disponer que sea ejecutado quien les salga de los cojones, por el motivo que les parezca bien en ese momento precario y arbitrario y, por lo que se ve, "sin ley".
En el poco probable caso (aunque relativamente habitual) de que estemos "en guerra" (digo habitual porque creo que en este país nunca han pasado más de cien años sin estar en guerra), el gobierno se pone directamente en manos de las "leyes penales militares" que, por lo que entiendo, están completamente desvinculadas de la democracia (es decir, del pueblo).
Madre mía purísima, sin pecado concebida, pido al hijo que albergaste en tu seno que esto no sea verdad. Ya sé que es mejor (o eso dicen) tener Constitución que no tener nada. Pero es duro, por no decir inaceptable, tener una constitución que deja abierta la posibilidad de administrar la pena de muerte conforme a una legislación desconocida, en primer lugar, y arbitraria, en segundo lugar, ya que me imagino que una ley militar en condiciones permitirá matar al enemigo sin más ni más, aunque la enemistad sea probadamente "difusa" en muchos casos que, a pesar del difuminamiento sea, al fin, legítima, como ha demostrado tantas veces la historia militar, tan corrupta, si no mas, que la de la propia Iglesia.
Con esta ley, no necesitamos enemigos, lo tenemos todo en casa. Me siento muy amparado por la Constitución: puedo ser autónomo o no (según se mire, hablando de catalanes, vascos y demás), estudiar en el colegio en uno u otro idioma (si me dejan), ser fusilado si hace falta (según haga frío o calor). Soy dueño de mi propio no destino.

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