Oratoria y prostitución

Esto se ve principalmente en la TV y en el medio escrito y se extiende como la pólvora en las conversaciones de barra de bar y demás.
Hoy les traigo... Incierto.
Sobre todo en programas del corazón, se dice que algo es "incierto" cuando, en realidad, se quiere decir que es "mentira podrida".
Parece que decir "mentira" o cualquier otro palabrejo sinónimo, como trola, bola, patraña, embuste o falsedad, queda un poco "verdulero".
Y se dice "incierto". O, lo que es peor, se acude a los laberintos lingüisticos más oscuros ("carente de toda veracidad", etc.). Mi frase de la palabra "incierto" es: "el destino que nos aguarda es incierto". O sea, que "incierto" se cambia por "desconocido", con una pizca de "inquietante" y tal vez "angustioso". Pero nunca por "mentira". Aunque acabo de ver en la RAE que también se recoge ese significado como primera acepción, aunque de manera un poco fraudulenta, dando a entender que "no cierto" y "no verdadero" es equivalente, porque en la lengua viva la incertidumbre es no saber qué va a pasar (y no "no saber en ningún caso qué pasa o puede pasar") y cerciorarse de algo es investigar, con matiz de confirmar algo que ya se sabe, pero en ningún caso uno puede cerciorarse de algo sabiendo previamente que ya es cierto. La duda está en lo incierto, igual que la certidumbre es algo que ha nacido de lo empírico.
Volviendo al tema original... No hay nada más que hablar. Las personas sometidas a presión decimos muchas palabras acabadas en "mente", cambiamos unas palabras por otras para no parecer rabaneros (y, por tanto, más veraces) y, en general, tenemos una única idea que debatir apoyada en centenares de frases equivalentes las unas a las otras.
La oratoria es un arte. Los políticos no la dominan, por lo general. Son más encantadores de serpientes. Repiten una y otra vez la misma melodía, la misma idea (o falta de idea), que a veces suena a marcha fúnebre, lo mismo que a veces el vino te sabe a pies.

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