Todos los países son subnormales

Me da la sensación de que, por lo general, todos pensamos que los de otros países son imbéciles, en mayor o menor grado, y que los del nuestro no son mucho mejores, pero son con los que nos ha tocado lidiar.
Antes de emitir una opinión al respecto, es mejor acordarse de los hombres ilustres de cada civilización. Siempre los hay. Especialmente con los norteamericanos, que despiden tanta oligofrenia hacia afuera, hay que acordarse, aunque sea de dos o tres músicos que le gusten a uno: Muddy Waters o Michael Jackson, lo que sea que le guste a uno. O de un director de cine o un escritor. Y reconocer que esa persona era de esa nacionalidad y es insustituible. Y que todos tenemos un Gran Hermano y leyes que distan mucho de la perfección. Etcétera.
Aparte de estas consideraciones políticamente correctas, tengo que seguir investigando en la literatura las opiniones que merecen unos países al decir de esos autores.
Por ejemplo, Baroja (a través de sus personajes, obviamente), se despacha a gusto con un montón de nacionalidades... Soberbios, altivos e insoportables, los ingleses. Los franceses, fanfarrones y vanidosos. Los chinos, miserables, ignorantes y despreciables (y también dice que los chinos piensan eso exactamente del resto del mundo). Este juicio me hace gracia porque es lo mismo que decía el Crusoe de Defoe. Creo que es cuando Aviraneta estaba salvando a un militar expatriado, mientras esperaban un barco en Holanda o por ahí. Y, por desgracia para todos, es parecido a lo que pensamos muchos hoy también de los chinos que llegan aquí. Hoy se resume, menos literariamente, como "gilipollas" o "cabrones" o "tontos del haba". Y, de modo indefectible, seguimos pensando que ellos piensan lo mismo de nosotros. Objetivamente, podría decirse que se trata de un colectivo étnico peculiar. Están muy organizados (por las mafias, se supone). Trabajan "como chinos", que a nuestro entender es de manera metódica, esforzada y absurda (por ejemplo, se parten la espalda yendo y viniendo al supermercado). Viven también como chinos, en sus propias tiendas, como si fueran parte del género. Son desconfiados y no se integran ni lo más mínimo (excepto el Juanito, que fuma y se toma sus birras como cualquier hijo de vecino, habla con la gente, etc.). Ven la tele en chino, hablan en chino y cagan en chino. No huelen mal, pero son algo "cerdos": lo tienen todo tirado por ahí, no adornan ni cambian los escaparates desde hace años, etc. Como si estuviesen siempre en un almacén, vamos... Todo apilado, avejentado e inmutable. De ahí se desprende lo "miserable". La desconfianza es patente. Y lo que piensen sobre los demás que no son ellos... Ni idea, la verdad. Es imposible de adivinar. Pero viendo cuán férreamente se oponen a las costumbres locales (por ejemplo, cambiar de vez en cuando los productos del escaparate para que no se queden blancos por el sol o quitar cajas de enmedio para que se pueda pasar, o simplemente ser amable con el cliente), no creo que tengan muy buena opinión de nosotros (los "demás"). Hay varias excepciones. El Juanito y su ¿mujer? están como pez en el agua. Una chica joven cerca de aquí es amable y cuando puede te regala un chupachups para el churumbel. Ha habido algunos que también tuvieron su acercamiento, pero después pasó algo y retornaron a su antigua desconfianza hermética.
Sin duda hay millones de personas que escapan al etiquetaje, pero también hay millones de personas que responden a sus papeles: los hospitalarios, los desconfiados, los altivos, los pillos, los tacaños, los sosos... ¿Será por el medio físico (clima y geografía)? Tiene que haber algún estudio por ahí. Ya me enteraré.

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