Próxima estación: Chamberí
Hoy he estado en la estación "fantasma" de Chamberí (en la actualidad es una estación de turisteo matritense). La han limpiado, le han puesto un ascensor y la han abierto al público, gratis, con el mismo aspecto que tenía hace casi 100 años.
Luces pálidas de bombilla de bajo voltaje, mucho eco, suelo de baldositas grises hexagonales... Recordaba esa sensación de mis primeros viajes en metro con los trenes antiguos. He recordado también los pasos hechos con tubo pintado de gris, las puertas de salida enrejadas y accionadas por el peso del propio pasajero, la ausencia total de accesibilidad y seguridad, los armaritos misteriosos del andén que (he sabido hoy) guardaban un botijo para los empleados de la estación. Y ya hubiese sido un punto tener unos vagones en el andén, con aquellos revisores/picadores apostados a la entrada y las agarraderas de tubo pintadas de blanco.
Pero no, porque el lugar sigue siendo lugar de paso entre las estaciones de Bilbao e Iglesia de la línea 1.
Estación fantasma.
Con la visita guiada no, porque iba mucha gente y terminaba por haber cachondeo. Pero un rato antes, cuando íbamos solos mirándolo todo en silencio, y de pronto pasaba un convoy, daba algo de canguelo. Pero, curiosamente, no era un tren fantasma el que pasaba, sino un tren real, actual, y nosotros los fantasmas, sumergidos en una época pasada y totalmente invisibles para los pasajeros vivos del siglo XIX, inconscientes de que les observábamos desde la oscuridad de un tiempo remoto.
Punto de reunión obligado para todos los fanes del "remember" y, en general, para todos los que guardan recuerdos de aquellas luces amarillas incandescentes que iluminaban pobremente los andenes de la línea 1 de metro.
Luces pálidas de bombilla de bajo voltaje, mucho eco, suelo de baldositas grises hexagonales... Recordaba esa sensación de mis primeros viajes en metro con los trenes antiguos. He recordado también los pasos hechos con tubo pintado de gris, las puertas de salida enrejadas y accionadas por el peso del propio pasajero, la ausencia total de accesibilidad y seguridad, los armaritos misteriosos del andén que (he sabido hoy) guardaban un botijo para los empleados de la estación. Y ya hubiese sido un punto tener unos vagones en el andén, con aquellos revisores/picadores apostados a la entrada y las agarraderas de tubo pintadas de blanco.
Pero no, porque el lugar sigue siendo lugar de paso entre las estaciones de Bilbao e Iglesia de la línea 1.
Estación fantasma.
Con la visita guiada no, porque iba mucha gente y terminaba por haber cachondeo. Pero un rato antes, cuando íbamos solos mirándolo todo en silencio, y de pronto pasaba un convoy, daba algo de canguelo. Pero, curiosamente, no era un tren fantasma el que pasaba, sino un tren real, actual, y nosotros los fantasmas, sumergidos en una época pasada y totalmente invisibles para los pasajeros vivos del siglo XIX, inconscientes de que les observábamos desde la oscuridad de un tiempo remoto.
Punto de reunión obligado para todos los fanes del "remember" y, en general, para todos los que guardan recuerdos de aquellas luces amarillas incandescentes que iluminaban pobremente los andenes de la línea 1 de metro.
Comentarios
Publicar un comentario