Hatajo de argumentos
Lo único que no es una utopía es la libertad y es, por tanto, lo único por lo que hay que luchar, si es que a uno le da por luchar.
Hoy he tenido una breve conversación sobre lo interesantísimas que son las redes sociales: te enteras de que hay señores que pueden accionar independientemente la teta derecha y la izquierda, te hacen un regalo virtual que consiste en un chupito de vodka, te llegan quinientos millones de enlaces a cosas curiosas que a su vez enlazan con otras cosas igualmente curiosas y frívolas, hay minimovimientos "sociales" que no sirven para nada y que se quedan en datos numéricos, etc. Pero no vayamos por ahí.
Todo ha desembocado, una vez más, en "lo que hay que hacer en la vida". ¿Qué es lo que hay que hacer en la vida? La única respuesta convincente es que "cada uno haga lo que piensa que tiene que hacer", que es lo mismo que no decir nada. Uno nace, ahí no se puede hacer nada, y luego hace cosas y se muere. En ese sentido, nada que uno haga sirve para nada.
Hay otros que se proponen objetivos: inventar la vacuna del SIDA, destruir el mundo, vivir como dios, vivir enamorado, ser el que mejor sube escalones de tres en tres, ser importante... Lo que sea que les guste. Nada de eso sirve tampoco para nada.
Y luego hay otros, que son quizá los más, aunque sólo sea cuando se acuerdan de sus declaraciones de principios, que viven para atender a su moral particular: ayudar a los demás, servir a su dios, preservar la Naturaleza... De igual modo, no sirve para nada. Cuando ese tipo haya muerto, habrá salvado la vida de cien mil pobres hombres que le seguirán a la tumba, e incluso puede que haya hecho felices a otros diez mil millones que vendrán detrás de esos cien mil, y que también le seguirán a la tumba. Da igual lo que sea. Lo importante es que nadie nos ha prometido un mañana y no sabemos a quién salvaremos ni a cuántos miles de millones que vendrán detrás. Nuestros actos, en ese caso, están movidos por la "esperanza" de que nuestro acto será inmortal o casi inmortal: yo monté la primera fábrica de harina de pescado del pueblo Pichiclín y eso dio trabajo a 100 mil harapientos indígenas y luego a sus hijos y a los hijos de sus hijos, y la fábrica se convirtió en multinacional y bla, bla, bla. Pero ahora he montado una fábrica de harina de pescado y no sé qué vendrá detrás. Son todos especulaciones, esperanzas, ilusiones, lo que motiva, en suma, mis actos.
Ya estoy harto de repetirlo: no cabemos todos en el mundo. El desarrollo sostenible no es sostenible. Será sostenible, en todo caso, para una porción de la humanidad. La otra parte de la humanidad, mucho más grande, está condenada. Hay un número determinado de recursos, y no hablo sólo de energía ni de metros cuadrados por habitante del planeta. El desarrollo sostenible será sostenible, si eso sucede, para los que tenemos pistolas, barcos y aviones. Para los otros consistirá en cultivar cáñamo y cavar para plantar torres eólicas que alimenten nuestros coches.
Suponiendo que nos organizásemos muy bien, podríamos esperar a que se muriesen 6 mil millones de terrícolas, y después mantenernos en mil millones, o algo así, para siempre. Pero eso jodería lo único que de verdad tenemos, que es nuestra libertad. Nuestra libertad para reproducirnos más si nos da la gana, nuestra libertad de tener otra opinión completamente distinta, etc.
En otro supuesto de posible supervivencia, nos organizaríamos muy bien para mantener una población "sostenible" de X mil millones de personas, pero siguiendo más o menos como ahora: injusticias, hambre, etc.
En cualquier caso, nos estaríamos dedicando en cuerpo y alma a la supervivencia de nuestra propia especie, del planeta, los bichos, etc. Ahora mismo no hay ningún objetivo común en el mundo, así que eso sería, al menos, un objetivo común. Pero...
Supongamos por un momento que ahora mismo, 1:03 de la noche, llama un señor a mi puerta y le dejo entrar. Me dice que voy a morir por culpa de mi hígado dentro de 11 años, pero que si paro ahora mismo de beberme esta copa, y mañana y al otro... Me voy a salvar.
Supongamos por otro momento que cojo mi copa y la tiro por el váter y nunca más vuelvo a beber alcohol. Al día siguiente llega una mujer, le abro la puerta y la dejo entrar. Me dice que si no vuelvo a comer jamón, chorizo y salchichón, puedo vivir cuatro años más (de otro modo, la palmo de triglicéridos dentro de 15 años). Y yo me saco el jamonazo ibérico de la boca y lo echo a la papelera para siempre.
Al día siguiente me quito la sal, el chocolate, las magdalenas, la carne, las gambas, los rebozados y los empanados, y consigo otra prórroga de 10 años.
Al otro prometo hacer "footing" durante una hora todos los días, ducharme alternativamente con agua fría y caliente, nunca jamás subirme a un ascensor y viajar siempre en transporte público, no hacer fuego en el campo, no tener más de dos hijos, no comprar nada que no sea reciclado o "biológico" y una serie de cosas más.
La conclusión fácil es: al día siguiente me cayó una maceta en la cabeza. O bien: me pillé una neumonía triple y la espiché tres años más tarde. O: me mató mi marido cuando le dije que nada de condones ni de hijos. O: me comió el corazón un perro un día que andaba despistado por el parque. Etc., etc.
Incluso aunque se cumplieran las promesas, termino por vivir 94 años, que es cuando mis células dijeron "ya basta". Y luego, nada.
Esto no es para desanimarse, ni mucho menos.
Decía que es difícil, por no decir imposible, organizarse para conseguir un objetivo común. Es difícil, a veces, en el seno familiar. En un grupo de amigos, a veces se hace complejo escoger una fecha, un sitio para ir a cenar, garitos para tomarse copas... Entre socios de una empresa... Nada que decir. Y asín sucesivamente. El resto de ocasiones en que unos y otros se ponen de acuerdo es por motivos de religión, guerra, asuntos sociales "graves", etc. Pero no para cosas "opinables", como el "desarrollo sostenible", el "cambio climático", etc. --> hablamos de supervivencia de la especie desde, por fin, un "status" que nos permite evaluar ese tipo de cuestiones.
Así que por ahora lo dejo en la categoría de "utopía". Tendría que cambiar absolutamente todo para conseguir un "desarrollo sostenible" duradero y, bajo ningún concepto, universal.
Ahora descendamos un nivel. ¿Para qué sirve la moralidad, los objetivos "frívolos", etc.? Para rellenar el tiempo. Uno decide cómo rellenar su tiempo. Unos matan, otros follan, otros roban, otros hacen "el bien", otros "viven y dejan vivir", etc.
Desde luego, para uno que no tenga muy claro lo que quiere hacer, lo mejor es "dejar vivir". Atenerse a las normas sociales que le ha tocado vivir y aplicar a punta de lanza (como diría Baroja) el resto de las normas "no escritas": ser amable, ceder en la medida de lo posible, tener buen humor, comer, dormir y cagar bien, y crearse una mínima "fama" social (hacer buenos chistes, ser paciente, reconocer los estilos arquitectónicos, saberse la letra de las canciones... Cualquier cosa).
Hacer "el bien" es muy resultón, porque suele uno sentirse mejor incluso que su "paciente" cuando hace el bien. Al pobre de la esquina igual le suda la polla que le hayas dado un pavo, o a lo mejor está "superagradecido", pero le caduca el agradecimiento a la hora del bocadillo (al fin y al cabo es su trabajo recaudar para luego gastar). Incluso cuando ayudas a uno que estaba "supernecesitado", al "supernecesitado" le siguen surgiendo obstáculos, el uno detrás del otro, cosa sólo salvable cuando uno es el padre del "supernecesitado" y no le quedan más cojones que estar todo el día al pie del cañón con esa piltrafilla de ser humano que va arrastrándose por la vida hasta que uno mismo se convierte en "supernecesitado" y dependiente de esa ex-piltrafilla de ser humano (siempre y cuando uno se lo monte bien). Decía que uno puede hacer "el bien" y el "bienificado" se sienta bien, pero la "bienificazión" suele ser mucho más duradera en el "bienificador".
La moralidad y los "principios" son resultones, porque aunque uno sea un incomprendido, el único que va "contracorriente"... No, mejor dicho, y como decía Bukowski a propósito de los escritores con más o menos éxito... Cuanto más a "contracorriente" va uno, mejor se siente. O sea, que hacer "el bien" está muy bien.
Hacer "el mal", la verdad es que no tengo ni idea. Supongo que está muy bien también, tiene que ser excitante, si no te pillan. Pero debe de haber muy pocos a los que no les pillen.
Y hacer el "nada en concreto" (es decir, darse culto a uno mismo con sus jamones y sus millones)... Tampoco tengo experiencia al respecto. Dicen que está muy bien, siempre que acabes teniendo "lleno el día". Pero llenar el día a base de uno mismo suele ser difícil (siempre acaban teniendo fin las fiestas, las clases de buceo y demás), así que uno normalmente acaba rellenando los ratos libres haciendo "el bien" o "el mal", como complemento al "autoculto".
Es necesario que uno caiga en una de estas categorías: bien, mal, yo. Aunque todo emane del "yo" y uno acabe haciendo "lo que piensa que debe hacer", como decía al principio. No estoy descubriendo el nuevo mundo, ni nada, sólo pensando en escrito.
Yo mismo trato, en los ratos libres, de saber a qué debo dedicar los próximos cinco minutos.
La justicia sirve para llevarse bien con el de al lado. El amor (en sentido amplio), para sentirse bien (y no es algo que uno pueda controlar, especialmente, aunque siempre hay alguno que decide si ama o no ama). Y, el placer, para llevarse bien uno consigo mismo. El pecado no existe, porque la moral es un subproducto del placer. Así que la Libertad, por último, sirve para "ser". Sin libertad no se puede ser justo ni amar ni tener placer. Sin libertad sólo puedes hacerte pajas mentales.
Así que, antes que nada, seamos libres. Y luego ya veremos.
Hoy he tenido una breve conversación sobre lo interesantísimas que son las redes sociales: te enteras de que hay señores que pueden accionar independientemente la teta derecha y la izquierda, te hacen un regalo virtual que consiste en un chupito de vodka, te llegan quinientos millones de enlaces a cosas curiosas que a su vez enlazan con otras cosas igualmente curiosas y frívolas, hay minimovimientos "sociales" que no sirven para nada y que se quedan en datos numéricos, etc. Pero no vayamos por ahí.
Todo ha desembocado, una vez más, en "lo que hay que hacer en la vida". ¿Qué es lo que hay que hacer en la vida? La única respuesta convincente es que "cada uno haga lo que piensa que tiene que hacer", que es lo mismo que no decir nada. Uno nace, ahí no se puede hacer nada, y luego hace cosas y se muere. En ese sentido, nada que uno haga sirve para nada.
Hay otros que se proponen objetivos: inventar la vacuna del SIDA, destruir el mundo, vivir como dios, vivir enamorado, ser el que mejor sube escalones de tres en tres, ser importante... Lo que sea que les guste. Nada de eso sirve tampoco para nada.
Y luego hay otros, que son quizá los más, aunque sólo sea cuando se acuerdan de sus declaraciones de principios, que viven para atender a su moral particular: ayudar a los demás, servir a su dios, preservar la Naturaleza... De igual modo, no sirve para nada. Cuando ese tipo haya muerto, habrá salvado la vida de cien mil pobres hombres que le seguirán a la tumba, e incluso puede que haya hecho felices a otros diez mil millones que vendrán detrás de esos cien mil, y que también le seguirán a la tumba. Da igual lo que sea. Lo importante es que nadie nos ha prometido un mañana y no sabemos a quién salvaremos ni a cuántos miles de millones que vendrán detrás. Nuestros actos, en ese caso, están movidos por la "esperanza" de que nuestro acto será inmortal o casi inmortal: yo monté la primera fábrica de harina de pescado del pueblo Pichiclín y eso dio trabajo a 100 mil harapientos indígenas y luego a sus hijos y a los hijos de sus hijos, y la fábrica se convirtió en multinacional y bla, bla, bla. Pero ahora he montado una fábrica de harina de pescado y no sé qué vendrá detrás. Son todos especulaciones, esperanzas, ilusiones, lo que motiva, en suma, mis actos.
Ya estoy harto de repetirlo: no cabemos todos en el mundo. El desarrollo sostenible no es sostenible. Será sostenible, en todo caso, para una porción de la humanidad. La otra parte de la humanidad, mucho más grande, está condenada. Hay un número determinado de recursos, y no hablo sólo de energía ni de metros cuadrados por habitante del planeta. El desarrollo sostenible será sostenible, si eso sucede, para los que tenemos pistolas, barcos y aviones. Para los otros consistirá en cultivar cáñamo y cavar para plantar torres eólicas que alimenten nuestros coches.
Suponiendo que nos organizásemos muy bien, podríamos esperar a que se muriesen 6 mil millones de terrícolas, y después mantenernos en mil millones, o algo así, para siempre. Pero eso jodería lo único que de verdad tenemos, que es nuestra libertad. Nuestra libertad para reproducirnos más si nos da la gana, nuestra libertad de tener otra opinión completamente distinta, etc.
En otro supuesto de posible supervivencia, nos organizaríamos muy bien para mantener una población "sostenible" de X mil millones de personas, pero siguiendo más o menos como ahora: injusticias, hambre, etc.
En cualquier caso, nos estaríamos dedicando en cuerpo y alma a la supervivencia de nuestra propia especie, del planeta, los bichos, etc. Ahora mismo no hay ningún objetivo común en el mundo, así que eso sería, al menos, un objetivo común. Pero...
Supongamos por un momento que ahora mismo, 1:03 de la noche, llama un señor a mi puerta y le dejo entrar. Me dice que voy a morir por culpa de mi hígado dentro de 11 años, pero que si paro ahora mismo de beberme esta copa, y mañana y al otro... Me voy a salvar.
Supongamos por otro momento que cojo mi copa y la tiro por el váter y nunca más vuelvo a beber alcohol. Al día siguiente llega una mujer, le abro la puerta y la dejo entrar. Me dice que si no vuelvo a comer jamón, chorizo y salchichón, puedo vivir cuatro años más (de otro modo, la palmo de triglicéridos dentro de 15 años). Y yo me saco el jamonazo ibérico de la boca y lo echo a la papelera para siempre.
Al día siguiente me quito la sal, el chocolate, las magdalenas, la carne, las gambas, los rebozados y los empanados, y consigo otra prórroga de 10 años.
Al otro prometo hacer "footing" durante una hora todos los días, ducharme alternativamente con agua fría y caliente, nunca jamás subirme a un ascensor y viajar siempre en transporte público, no hacer fuego en el campo, no tener más de dos hijos, no comprar nada que no sea reciclado o "biológico" y una serie de cosas más.
La conclusión fácil es: al día siguiente me cayó una maceta en la cabeza. O bien: me pillé una neumonía triple y la espiché tres años más tarde. O: me mató mi marido cuando le dije que nada de condones ni de hijos. O: me comió el corazón un perro un día que andaba despistado por el parque. Etc., etc.
Incluso aunque se cumplieran las promesas, termino por vivir 94 años, que es cuando mis células dijeron "ya basta". Y luego, nada.
Esto no es para desanimarse, ni mucho menos.
Decía que es difícil, por no decir imposible, organizarse para conseguir un objetivo común. Es difícil, a veces, en el seno familiar. En un grupo de amigos, a veces se hace complejo escoger una fecha, un sitio para ir a cenar, garitos para tomarse copas... Entre socios de una empresa... Nada que decir. Y asín sucesivamente. El resto de ocasiones en que unos y otros se ponen de acuerdo es por motivos de religión, guerra, asuntos sociales "graves", etc. Pero no para cosas "opinables", como el "desarrollo sostenible", el "cambio climático", etc. --> hablamos de supervivencia de la especie desde, por fin, un "status" que nos permite evaluar ese tipo de cuestiones.
Así que por ahora lo dejo en la categoría de "utopía". Tendría que cambiar absolutamente todo para conseguir un "desarrollo sostenible" duradero y, bajo ningún concepto, universal.
Ahora descendamos un nivel. ¿Para qué sirve la moralidad, los objetivos "frívolos", etc.? Para rellenar el tiempo. Uno decide cómo rellenar su tiempo. Unos matan, otros follan, otros roban, otros hacen "el bien", otros "viven y dejan vivir", etc.
Desde luego, para uno que no tenga muy claro lo que quiere hacer, lo mejor es "dejar vivir". Atenerse a las normas sociales que le ha tocado vivir y aplicar a punta de lanza (como diría Baroja) el resto de las normas "no escritas": ser amable, ceder en la medida de lo posible, tener buen humor, comer, dormir y cagar bien, y crearse una mínima "fama" social (hacer buenos chistes, ser paciente, reconocer los estilos arquitectónicos, saberse la letra de las canciones... Cualquier cosa).
Hacer "el bien" es muy resultón, porque suele uno sentirse mejor incluso que su "paciente" cuando hace el bien. Al pobre de la esquina igual le suda la polla que le hayas dado un pavo, o a lo mejor está "superagradecido", pero le caduca el agradecimiento a la hora del bocadillo (al fin y al cabo es su trabajo recaudar para luego gastar). Incluso cuando ayudas a uno que estaba "supernecesitado", al "supernecesitado" le siguen surgiendo obstáculos, el uno detrás del otro, cosa sólo salvable cuando uno es el padre del "supernecesitado" y no le quedan más cojones que estar todo el día al pie del cañón con esa piltrafilla de ser humano que va arrastrándose por la vida hasta que uno mismo se convierte en "supernecesitado" y dependiente de esa ex-piltrafilla de ser humano (siempre y cuando uno se lo monte bien). Decía que uno puede hacer "el bien" y el "bienificado" se sienta bien, pero la "bienificazión" suele ser mucho más duradera en el "bienificador".
La moralidad y los "principios" son resultones, porque aunque uno sea un incomprendido, el único que va "contracorriente"... No, mejor dicho, y como decía Bukowski a propósito de los escritores con más o menos éxito... Cuanto más a "contracorriente" va uno, mejor se siente. O sea, que hacer "el bien" está muy bien.
Hacer "el mal", la verdad es que no tengo ni idea. Supongo que está muy bien también, tiene que ser excitante, si no te pillan. Pero debe de haber muy pocos a los que no les pillen.
Y hacer el "nada en concreto" (es decir, darse culto a uno mismo con sus jamones y sus millones)... Tampoco tengo experiencia al respecto. Dicen que está muy bien, siempre que acabes teniendo "lleno el día". Pero llenar el día a base de uno mismo suele ser difícil (siempre acaban teniendo fin las fiestas, las clases de buceo y demás), así que uno normalmente acaba rellenando los ratos libres haciendo "el bien" o "el mal", como complemento al "autoculto".
Es necesario que uno caiga en una de estas categorías: bien, mal, yo. Aunque todo emane del "yo" y uno acabe haciendo "lo que piensa que debe hacer", como decía al principio. No estoy descubriendo el nuevo mundo, ni nada, sólo pensando en escrito.
Yo mismo trato, en los ratos libres, de saber a qué debo dedicar los próximos cinco minutos.
La justicia sirve para llevarse bien con el de al lado. El amor (en sentido amplio), para sentirse bien (y no es algo que uno pueda controlar, especialmente, aunque siempre hay alguno que decide si ama o no ama). Y, el placer, para llevarse bien uno consigo mismo. El pecado no existe, porque la moral es un subproducto del placer. Así que la Libertad, por último, sirve para "ser". Sin libertad no se puede ser justo ni amar ni tener placer. Sin libertad sólo puedes hacerte pajas mentales.
Así que, antes que nada, seamos libres. Y luego ya veremos.
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