Tener o no tener
Hoy leo que el superfichaje del Madrid para esta temporada tiene que hacer la mudanza y seguramente va a poner en venta una vivienda y unos coches de lujo. La una, porque no la va a usar. Los otros, por lo mismo.
Eso significa que su casa y sus coches se la pelan, siempre y cuando (me imagino), pueda sustituirlo por algo parecido. Es decir: su prioridad es tener varios coches de semilujo (tipo Porsche o Hummer), seguramente dos deportivos y un todoterreno, y un sitio para vivir en una especie de urbanización de señores con dinero, con piscina y jacuzzi (juegos acuáticos, sobre todo), y quizá una pista de tenis.
Da igual si el pavo un día no quiere ir a currar o si prefiere vivir en un pueblo o en la montaña o en la playa. Está atado de pies y manos por su tren de vida y por su trabajo actual. Madrid. Lo haga como lo haga, no hay playa ni la posibilidad de pasear al perro o ir a comprar unas escarpias sin que alguien te reconozca. Ya le puede gustar la naturaleza o hacer bricolaje los fines de semana, que le va a dar lo mismo o bien lo va a tener complicado que te cagas. También le va a costar trabajo dar con personas normales con quien mantener una amistad sincera y gratuita (mal endémico de los desplazados). Y un largo etcétera.
Este señor va a ser víctima durante su juventud de una vida "rápida", donde aparte de su éxito profesional y social, va a vivir en un mundo muy restringido, irreal. No digo yo que nuestro mundo real (el de nosotros, "los normales") sea mejor. Bueno, sí. Lo digo. Es mejor, lo mires por donde lo mires. Ser madrileño en Madrid, ir de acá para allá sin que nadie te mire raro ni te diga nada, tener a tus amigos de la infancia a un golpe de teléfono y un gran número de relaciones sinceras, y una libertad relativa (mucho más grande que la de un jugador de fútbol profesional)... Es mejor, lo mires por donde lo mires.
Los normales también tenemos a tiro de piedra nuestras necesidades básicas. Nos cuestan, pero no son muy difíciles... Podemos tener un coche o una moto (no cinco, pero sí uno), una casa, podemos salir a cenar por ahí de vez en cuando con los colegas... Nos cuesta muchísimo más, o nos parece casi imposible a veces, conseguir nuestros "caprichos". Por ejemplo, yo nunca me hubiese comprado tres coches de semilujo para luego malvenderlos por ahí... Si me compro un coche caro es porque me gusta el coche. Yo podría ser coleccionista de coches. Y nunca me desharía así-como-así de mi Hummer. Y si estoy forrado de pasta, jamás me compraría un Porsche ni nada semejante. Preferiría tener un sólo coche pero que fuera mío, mi coche, un coche de verdad, aunque fuera viejo o muy caro. Pero, de poder elegir, elegiría algo hasta la muerte (o al menos hasta dentro de mucho tiempo).
No digo que ese señor sea frívolo y yo superguay, ni mucho menos. Digo, resumidamente, lo que ya han dicho muchos: la felicidad no la da el dinero; aunque mañana uno dé el pelotazo, va a ser la misma persona, igual de feliz o infeliz; como dice el proverbio, uno encontrará la felicidad cuando no ande buscándola; hay que saber disfrutar de lo que uno tiene antes de que sea demasiado tarde; etc. Cuando en los juegos uno tiene un listado de cheats para trampear y encontrar los atajos (que sería más o menos el equivalente a tener mucho dinero porque sí, porque eres hijo de rico o futbolista de moda o similar), se quita muchos marrones y coñazos. Pero también se pierde el intríngulis del juego. El señor que concibió el juego estaba pensando en las dificultades que uno tendría para superar las distintas fases. Es cierto que en algunos casos al señor se le va la olla y la valía del juego no merece la pena tanto sufrimiento... Pero en muchos otros casos está claro que uno se pierde el juego si va hacia el triunfo en línea recta.
Cada uno es libre de utilizar o no sus cheats (suponiendo que uno los tenga), pero no disfrutará más sólo por el hecho de utilizarlos.
Eso significa que su casa y sus coches se la pelan, siempre y cuando (me imagino), pueda sustituirlo por algo parecido. Es decir: su prioridad es tener varios coches de semilujo (tipo Porsche o Hummer), seguramente dos deportivos y un todoterreno, y un sitio para vivir en una especie de urbanización de señores con dinero, con piscina y jacuzzi (juegos acuáticos, sobre todo), y quizá una pista de tenis.
Da igual si el pavo un día no quiere ir a currar o si prefiere vivir en un pueblo o en la montaña o en la playa. Está atado de pies y manos por su tren de vida y por su trabajo actual. Madrid. Lo haga como lo haga, no hay playa ni la posibilidad de pasear al perro o ir a comprar unas escarpias sin que alguien te reconozca. Ya le puede gustar la naturaleza o hacer bricolaje los fines de semana, que le va a dar lo mismo o bien lo va a tener complicado que te cagas. También le va a costar trabajo dar con personas normales con quien mantener una amistad sincera y gratuita (mal endémico de los desplazados). Y un largo etcétera.
Este señor va a ser víctima durante su juventud de una vida "rápida", donde aparte de su éxito profesional y social, va a vivir en un mundo muy restringido, irreal. No digo yo que nuestro mundo real (el de nosotros, "los normales") sea mejor. Bueno, sí. Lo digo. Es mejor, lo mires por donde lo mires. Ser madrileño en Madrid, ir de acá para allá sin que nadie te mire raro ni te diga nada, tener a tus amigos de la infancia a un golpe de teléfono y un gran número de relaciones sinceras, y una libertad relativa (mucho más grande que la de un jugador de fútbol profesional)... Es mejor, lo mires por donde lo mires.
Los normales también tenemos a tiro de piedra nuestras necesidades básicas. Nos cuestan, pero no son muy difíciles... Podemos tener un coche o una moto (no cinco, pero sí uno), una casa, podemos salir a cenar por ahí de vez en cuando con los colegas... Nos cuesta muchísimo más, o nos parece casi imposible a veces, conseguir nuestros "caprichos". Por ejemplo, yo nunca me hubiese comprado tres coches de semilujo para luego malvenderlos por ahí... Si me compro un coche caro es porque me gusta el coche. Yo podría ser coleccionista de coches. Y nunca me desharía así-como-así de mi Hummer. Y si estoy forrado de pasta, jamás me compraría un Porsche ni nada semejante. Preferiría tener un sólo coche pero que fuera mío, mi coche, un coche de verdad, aunque fuera viejo o muy caro. Pero, de poder elegir, elegiría algo hasta la muerte (o al menos hasta dentro de mucho tiempo).
No digo que ese señor sea frívolo y yo superguay, ni mucho menos. Digo, resumidamente, lo que ya han dicho muchos: la felicidad no la da el dinero; aunque mañana uno dé el pelotazo, va a ser la misma persona, igual de feliz o infeliz; como dice el proverbio, uno encontrará la felicidad cuando no ande buscándola; hay que saber disfrutar de lo que uno tiene antes de que sea demasiado tarde; etc. Cuando en los juegos uno tiene un listado de cheats para trampear y encontrar los atajos (que sería más o menos el equivalente a tener mucho dinero porque sí, porque eres hijo de rico o futbolista de moda o similar), se quita muchos marrones y coñazos. Pero también se pierde el intríngulis del juego. El señor que concibió el juego estaba pensando en las dificultades que uno tendría para superar las distintas fases. Es cierto que en algunos casos al señor se le va la olla y la valía del juego no merece la pena tanto sufrimiento... Pero en muchos otros casos está claro que uno se pierde el juego si va hacia el triunfo en línea recta.
Cada uno es libre de utilizar o no sus cheats (suponiendo que uno los tenga), pero no disfrutará más sólo por el hecho de utilizarlos.
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