La venda en los ojos
Cuando se dice "iba yo con la venda en los ojos", se dice de manera tirando a despectiva, como si uno fuese un inocentón y los demás unos resabidillos, y como dando a entender que ahora uno, después de quitarse la venda, sabe más que su interlocutor, poco más o menos.
Por cuestiones de trabajo, me he asomado brevemente al mundo de los negocios y he visto por un momento la carrera ciclista desde el helicóptero.
Al contrario de lo que podía yo pensar (aunque realmente nunca he pensado nada al respecto), los negocios, como la vida misma, como el conocimiento, cuanto más, más pueril. Es por eso que los viejos se vuelven niños y los que más saben, como decía Sócrates, cuanto más saben menos saben ("lo único que sé es que no sé nada").
No obstante, me parece haber observado dos tendencias: el negociante compulsivo y el negociante espasmódico.
El negociante compulsivo trabaja como negociante. Su objetivo es amasar dinero hasta el infinito. El espasmódico se asimila mucho a un jugador pudiente de póker. Cuando apuesta por un trío de dieces es porque le da buen rollo, le gusta, le inspira... Cuando apuesta, si gana, gana mucho. Y si pierde, pierde poco.
En ambos casos ganan los hombres de negocios, a no ser que venga un golpe de la fortuna dado del revés, pero eso también lo tienen calculado. Por mucho que se hunda RUMASA, Ruiz Mateos vendrá siempre después a la carga con RUMASA 2.
Otra cosa que he observado es que el ser humano se va a ir al carajo por una ineficiencia recalcitrante en todos sus procesos vitales... Me explico: si yo he tenido una idea que consiste en coger un pedazo de madera y darle forma redonda porque creo que eso puede ayudar a la tribu, o al menos al sector de la tribu que se encarga de transportar los cachos de dinosaurio hasta la caverna (estoy hablando del invento de la "rueda", para quien esté algo disperso y aun así siga leyendo)... Si yo he tenido esa idea, seguramente necesito en primer lugar contar con la ayuda del carpintero de la tribu. Para eso tengo que conseguir que alguien me dé la pasta para que el carpintero se ponga a mi disposición, o bien follarme a la hija del carpintero. Suele ser lo primero. Yo le pido 3 huevos de aligator al panadero de la tribu para pagar al carpintero. Se los doy a él. Después, rueda en mano, me voy al jefe de transportes de cachos de dinosaurio y, como soy buena persona, le vendo mi rueda por un montante de 4 huevos de aligator, como mucho... Él acepta y le viene estupendo. Yo le devuelvo sus 3 huevos de aligator al panadero de la tribu, y añado medio celemín de arroz (los intereses, pequeños, pero intereses).
En resumen, para quien siga disperso y leyendo: para suplir una necesidad de la tribu (transportar la carne de dinosaurio hasta la aldea) se han consumido doscientos mil huevos de aligator: los que yo le pedí al panadero y le dí al carpintero, los que yo le pedí al transportista en la venta y los que le devolví al panadero. Por conmutación, la cosa se quedaría "gratis". O sea, lo comido por lo servido. Pero en la vida real, el medio celemín de arroz que yo le doy al panadero (los intereses) suelen duplicar el préstamo inicial y asín sucesivamente: por cada huevo de aligator que a mí me prestan, yo devuelvo 2 al prestamista y le pago 0,5 al que hace el trabajo final; y para que me salga rentable, le cobro 4 al cliente final.
Aún más resumido para los iletrados totales: para generar un bien común se gasta 4 veces más de lo necesario. Los que tienen dinero pueden multiplicar su dinero sin gran esfuerzo. Los que tienen poco pueden aspirar a seguir teniendo poco, y gracias.
Y ya en plata para los que sólo se leen la primera y la última frase: el día que se invente un coche que funciona con aire, tendremos que pagar por el aire que consuman nuestros coches.
Por cuestiones de trabajo, me he asomado brevemente al mundo de los negocios y he visto por un momento la carrera ciclista desde el helicóptero.
Al contrario de lo que podía yo pensar (aunque realmente nunca he pensado nada al respecto), los negocios, como la vida misma, como el conocimiento, cuanto más, más pueril. Es por eso que los viejos se vuelven niños y los que más saben, como decía Sócrates, cuanto más saben menos saben ("lo único que sé es que no sé nada").
No obstante, me parece haber observado dos tendencias: el negociante compulsivo y el negociante espasmódico.
El negociante compulsivo trabaja como negociante. Su objetivo es amasar dinero hasta el infinito. El espasmódico se asimila mucho a un jugador pudiente de póker. Cuando apuesta por un trío de dieces es porque le da buen rollo, le gusta, le inspira... Cuando apuesta, si gana, gana mucho. Y si pierde, pierde poco.
En ambos casos ganan los hombres de negocios, a no ser que venga un golpe de la fortuna dado del revés, pero eso también lo tienen calculado. Por mucho que se hunda RUMASA, Ruiz Mateos vendrá siempre después a la carga con RUMASA 2.
Otra cosa que he observado es que el ser humano se va a ir al carajo por una ineficiencia recalcitrante en todos sus procesos vitales... Me explico: si yo he tenido una idea que consiste en coger un pedazo de madera y darle forma redonda porque creo que eso puede ayudar a la tribu, o al menos al sector de la tribu que se encarga de transportar los cachos de dinosaurio hasta la caverna (estoy hablando del invento de la "rueda", para quien esté algo disperso y aun así siga leyendo)... Si yo he tenido esa idea, seguramente necesito en primer lugar contar con la ayuda del carpintero de la tribu. Para eso tengo que conseguir que alguien me dé la pasta para que el carpintero se ponga a mi disposición, o bien follarme a la hija del carpintero. Suele ser lo primero. Yo le pido 3 huevos de aligator al panadero de la tribu para pagar al carpintero. Se los doy a él. Después, rueda en mano, me voy al jefe de transportes de cachos de dinosaurio y, como soy buena persona, le vendo mi rueda por un montante de 4 huevos de aligator, como mucho... Él acepta y le viene estupendo. Yo le devuelvo sus 3 huevos de aligator al panadero de la tribu, y añado medio celemín de arroz (los intereses, pequeños, pero intereses).
En resumen, para quien siga disperso y leyendo: para suplir una necesidad de la tribu (transportar la carne de dinosaurio hasta la aldea) se han consumido doscientos mil huevos de aligator: los que yo le pedí al panadero y le dí al carpintero, los que yo le pedí al transportista en la venta y los que le devolví al panadero. Por conmutación, la cosa se quedaría "gratis". O sea, lo comido por lo servido. Pero en la vida real, el medio celemín de arroz que yo le doy al panadero (los intereses) suelen duplicar el préstamo inicial y asín sucesivamente: por cada huevo de aligator que a mí me prestan, yo devuelvo 2 al prestamista y le pago 0,5 al que hace el trabajo final; y para que me salga rentable, le cobro 4 al cliente final.
Aún más resumido para los iletrados totales: para generar un bien común se gasta 4 veces más de lo necesario. Los que tienen dinero pueden multiplicar su dinero sin gran esfuerzo. Los que tienen poco pueden aspirar a seguir teniendo poco, y gracias.
Y ya en plata para los que sólo se leen la primera y la última frase: el día que se invente un coche que funciona con aire, tendremos que pagar por el aire que consuman nuestros coches.
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