La Reforma Definitiva
En mi casa se está acometiendo la Reforma Definitiva. La cuarta, por lo menos. Después de esto, nunca se moverá un libro de sitio, ni se pintará de otro color. Viviremos para siempre con este color de pared, con estas vitrinas nuevas del todo a cien, con este sofá marrón y con las cuatro cosas que quedan por venir.
Al menos hasta que llegue la Quinta Reforma Definitiva...
Hoy he bajado a por churros sobre las ocho y media. Me he topado de frente con un tipo padre de la guardería que iba con su niña. Son ambos simpáticos. El padre la va diciendo cosas a la hija todo el rato, como si fuera el sonido de la radio.
Yo a veces bajo con el hijo mayor, que aún es bastante pequeño. Los de la churrería se deben descojonar. Al contrario de lo que se piensa comúnmente, no suele haber ningún borrachuzo en la cola. Nadie de empalmada. Somos todos padres de familia, señores y señoras, vecinos del barrio entre los treinta y los sesenta, por lo general. No hay tardoadolescentes rockeros dándose chupitos de calimocho y cantando el "paquito chocolatero" en la cola de los churros.
Los cuatro trasnochados que quedan se van a casa perezosamente. Las frutas vuelan a sus estanterías a hombros del frutero, que ha aparcado en la cuesta. Un par de barrenderos, si hay suerte, empujan con bríos meridianos las latas de cerveza que hay en el suelo. En los buenos tiempos, las brigadas de limpieza lo tenían todo apañado a las ocho de la mañana. Ahora bajas a por churros a las ocho y media esquivando las latas, papelotes y cristales rotos.
Y poco más. Un día nuevo, casi sin estrenar. Parece que vas dejando las huellas allá donde pisas. El frío te abre los ojos con escoplo y el sol penetra en tu cerebro sin que puedas comprenderlo aún, de tan joven y limpio como se ha levantado.
Y ya está bien de mariconadas. Que hace frío por la mañana y ná más que hay cuatro padres y jubilados comprando churros, y el frutero que va de aquí para allín con las cajas de fruta. Y los polleros, que hacen limpieza. Yo siempre pensé que en las pollerías se dejaba recogido por la tarde, pero no. Deben de guardarse las alitas de pollo en la nevera y cada uno a su casa. Y al día siguiente ya se limpia antes de que bajen las vecinas.
Al menos hasta que llegue la Quinta Reforma Definitiva...
Hoy he bajado a por churros sobre las ocho y media. Me he topado de frente con un tipo padre de la guardería que iba con su niña. Son ambos simpáticos. El padre la va diciendo cosas a la hija todo el rato, como si fuera el sonido de la radio.
Yo a veces bajo con el hijo mayor, que aún es bastante pequeño. Los de la churrería se deben descojonar. Al contrario de lo que se piensa comúnmente, no suele haber ningún borrachuzo en la cola. Nadie de empalmada. Somos todos padres de familia, señores y señoras, vecinos del barrio entre los treinta y los sesenta, por lo general. No hay tardoadolescentes rockeros dándose chupitos de calimocho y cantando el "paquito chocolatero" en la cola de los churros.
Los cuatro trasnochados que quedan se van a casa perezosamente. Las frutas vuelan a sus estanterías a hombros del frutero, que ha aparcado en la cuesta. Un par de barrenderos, si hay suerte, empujan con bríos meridianos las latas de cerveza que hay en el suelo. En los buenos tiempos, las brigadas de limpieza lo tenían todo apañado a las ocho de la mañana. Ahora bajas a por churros a las ocho y media esquivando las latas, papelotes y cristales rotos.
Y poco más. Un día nuevo, casi sin estrenar. Parece que vas dejando las huellas allá donde pisas. El frío te abre los ojos con escoplo y el sol penetra en tu cerebro sin que puedas comprenderlo aún, de tan joven y limpio como se ha levantado.
Y ya está bien de mariconadas. Que hace frío por la mañana y ná más que hay cuatro padres y jubilados comprando churros, y el frutero que va de aquí para allín con las cajas de fruta. Y los polleros, que hacen limpieza. Yo siempre pensé que en las pollerías se dejaba recogido por la tarde, pero no. Deben de guardarse las alitas de pollo en la nevera y cada uno a su casa. Y al día siguiente ya se limpia antes de que bajen las vecinas.
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