Supervivencia

El verano, mucho más que el invierno, es época de supervivencia.
De las cosas que planté y brotaron en el otoño pasado, sobreviven un roble, un limonero y un laurel. En primavera, además, salieron dos encinas (una la regalé), una mimosa (una especie de acacia) y un aligustre.
Ahora, con el calor, han salido otra mimosa y dos naranjos.
Si llegan hasta el otoño, sobrevivirán. Pero esta es la época más difícil. El más mínimo descuido, en esta fase de plántula, supone la muerte total y absoluta. Un día que se te olvida regar, un día que te despistas y dejas algo a merced del sol rabiante... Y caput.
En la naturaleza, me imagino —razono— que las plántulas crecen a la sombra del árbol primigenio. Eso les proporciona sombra, cierto nivel de humedad y "frescor" necesario para ir sobreviviendo. Obviamente, las aguas que haya por ahí también ayudan... Los bosques de las estribaciones de la sierra de Gredos son impresionantes y allí hay agua por todas partes en cualquier época del año. Hay pino carrasco, castaños (los árboles estrella del sitio), robles, fresnos... Y también se da bien cualquier cosa que quieran poner: higueras, cerezos (otro de los árboles estrella), guindos, madroños...
En la montaña todo es más fácil. En la montaña llueve, allí nacen los ríos que riegan los bosques, la nieve se encarga de ir dosificando el agua pura, para que aún llegue a los áridos llanos en épocas de escasez... Hasta las fotos salen más bonitas.
Nosotros tenemos que ir aguantando los "golpes de calor" a base de tinto de verano, botijo, aire acondicionado (de casa al bar y del bar a casa) y duchas de agua fresca cada tres horas.
El otro día, en la farmacia, una señora tenía la tensión baja. La farmacéutica aseguraba que era por beber poca agua.

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