Mi primer vinilo

Hace un par de días he comprado mi primer vinilo. El primer vinilo de mi vida. Cuando yo era pequeño también se vendían, pero cuando tuve dinero por primera vez para comprar algo distinto de conguitos los vinilos ya estaban pasados de moda... Era mucho mejor invertir en cintas vírgenes para que tus colegas te pasasen música.
Aparte, mi vieja casi no me dejaba tocar el tocadiscos (qué paradoja, no poder tocar un tocadiscos), aunque luego cuando quería escuchar un disco siempre me tocaba a mí ponerlo...
Así que me salté el vinilo para caer de lleno en la "cinta" y después en el CD.
En el año 92 se publicó el álbum Doble Hoja de Daniel y la Quartet de Baño Band, el primer disco de la banda y uno de los más legendarios. Salieron 500 copias en vinilo. Ahora, dieciséis años después, ha aparecido una caja con unos cuantos ejemplares perdidos en un estudio de Palma. Y yo me he comprado mi primer vinilo. Por email. Otra paradoja, fíjate tú, quién lo hubiese dicho hace dieciséis años: "Dentro de dieciséis años te comprarás un vinilo por email, tu primer vinilo, y no tendrás manera de poder escucharlo". Porque, por supuesto, no tengo manera de reproducir esa cosa.
Hace exactamente dieciséis años me enfrentaba a mi primera gran crisis en esta misma época. Trataba de decidir qué quería hacer con mi vida, si quería estudiar, tener hijos y ese tipo de cosas. De manera mucho más seria que años más tarde, cuando te vas dejando llevar por la vida. En mi caso, al menos, he aprendido que es muy difícil tomar decisiones. O sea, decidir algo y llevarlo a cabo. Por ejemplo, yo puedo decidir ahora irme a Mozambique. Pero luego tengo unos familiares que no están de acuerdo, necesito dinero para vivir, desconozco todo sobre Mozambique (idioma, posibilidades de supervivencia, etc.). En resumen: la idea de irme a vivir a Mozambique es una elucubración que a fuerza de repetirse (el hecho de elucubrar con cosas que uno querría hacer, en un momento dado) se convierte en una especie de chascarrillo que uno suelta cuando se le ocurre.
Por ejemplo, cuando yo decidí dejar la carrera, en realidad no lo decidí, sino que fui incapaz de continuar con ella. Yo hubiese deseado terminarla para tener un título universitario y esas cosas (ya puestos a querer...). Pero fui absolutamente incapaz de sentir el más mínimo interés por estudiar esas cosas gilipollescas (en un gran porcentaje) que me querían enseñar. Y fui vencido por mi incapacidad. Yo quería (por querer) pero no podía.
Ahora mi cerebro me pide que no compre un vinilo absurdo. Es absurdo porque es el único de mi colección y no pienso escucharlo nunca. Eso sí, con ese vinilo se completaría mi colección de materiales relacionados con Daniel y "Daniel y la Quartet"... Pero es una compra irracional. No quiero comprar eso. No sé dónde meterlo. No me cabe. Es un "trasto". Seguro que acaba estropeándose, doblándose por la falta de uso y un almacenamiento inconsciente en un lugar malísimo. Eso suponiendo que no me llegue ya en mal estado, porque pasar dieciséis años en una caja no es ninguna tontería...
Pero me lo compro y lo pondré nosedónde. Tendré que preguntar cómo se almacena un vinilo: ¿en vertical o en horizontal? ¿temperatura ambiente? ¿lo meto en un plástico para preservarlo de la humedad?

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