Cóctel

La humedad todo lo puede. La humedad se abre paso a través de los presupuestos humanos, irrumpe en sus vidas en forma de aceituna y aquaplast, de vigas podridas y catarros de primavera. Ahora que parece estar todo controlado, todo es más precario que nunca. Los planes familiares se derrumban por la humedad, los negocios cierran por la humedad y se hacen negocios a costa de la humedad.
Algunos pretenden el control sobre cosas tan complejas como el cerebro humano y todo lo de que él emana, pero nadie puede hacerse con la humedad. Nadie puede controlar el frío ni el calor, ni mantener unas hipotéticas condiciones óptimas climatológicas en un espacio reducido “viable”. En el espacio-burbuja ideal no se contempla la existencia de polillas, por ejemplo, tan necesarias en nuestro macrohábitat, ni de musgaños ni árboles. Las condiciones serían tan mínimas e inviables que no pueden tomarse en serio. Los deseos van más allá de la literatura. Las previsiones son nulas. El cóctel de la vida no está a la vuelta de la esquina. Está más lejos que nunca.
Los gañidos electrónicos de los Lynyrd Skynyrd hacen vibrar mis orejas. La técnica no ha evolucionado mucho en cuarenta años. Lo que valía entonces sigue valiendo ahora. El aire acondicionado de mi coche ya es anciano.

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