Follow-up
Siempre hago propósitos de fabricar unas líneas a horas decentes, pero no hay manera. Asín que salen, torcidas si no fuera por la informática, borrosas y desdibujadas.
Me ha hecho gracia leer en uno de los volúmenes de diarios de Trapiello (uno muy gordo), en la introducción, que el tío se había picado con los comentarios que habían hecho de él, de su obra, en un foro.
La gente está cabreada, en general, y especialmente en los foros. Cualquier tema de discusión es bueno para querer llevar la razón, para crear polémica, para dar y recibir un poco de vidilla, aunque sea anónima, al otro lado de los cables.
Es raro que alguien haga una propuesta seria en ciertos medios, como un foro o un blog (lo sé porque son casi las tres de la mañana y parece que estoy diciendo algo serio).
Antes parecía que era verdad -sancionado por la Máxima Autoridad- todo lo que estaba escrito, pero ahora todo o casi todo está escrito. Si veintisiete tíos dijesen en un foro que El Quijote es una puta mierda, contra dos que dijesen que de eso nada, El Quijote sería una putísima mierda para el 99% de los lectores de ese thread (discusión).
Supongo que en el fondo no se diferencia mucho del resto de la realidad. En definitiva, las cosas son guay cuando se reúnen veintinueve tipos y la mayoría de ellos decide que algo es guay, ya sea una noticia, un libro o película... Da igual que a alguien le pueda parecer lo peor o que a otro le parezca lo mejor del universo.
En teoría —es el consuelo que le queda a Trapiello, y el que nos queda a todos— el tiempo dirá, a su vez, lo que le salga de la polla, que no tiene por qué coincidir con la decisión-oficial-coyuntural.
Y en cualquier caso, ser el mejor o el peor no tiene ninguna importancia, por mucho que nos consuele ostentar cualquiera de los dos títulos. Ni siquiera hace falta espicharla para darse cuenta de ello.
Yo, por ejemplo, soñé en una época con ser el mejor de lo que fuera: literatura, química, investigación detectivesca... Al menos ser lo suficientemente gracioso en mi reducido grupo de amistades. Y como no lo era, por lo menos ingenioso, que es algo más difícil de valorar y siempre habrá un alma cándida que pueda concederte el título.
Aún me parece un título gratificante, pero no suficiente, al menos cuando te atacan los fantasmas de dentro.
Ahora me lo paso mejor escuchando música, escribiendo de vez en cuando, sin reglas ni compromisos, intercambiando discursos gilipollescos con cuatro trasnochados con parecidas inclinaciones, saliendo a por setas en otoño, etc. Ahora busco cosas para flipar en el día a día, aunque el papeleo se acumula invariablemente junto al ratón, y siempre olvido que nadie nos ha prometido un mañana, como dijo el Autor, y que el hilo entre la realidad y el no ser es muy fino. Mañana puedo despertar y no ser yo, y que nadie me recuerde, o puede que despierte y pueda arrancar tres o cuatro sonrisas durante la mañana, o puede que nunca más abra los ojos y suene para siempre el Yo no te puedo dar riqueza de los Chunguitos.
En cualquier caso, todo el mundo sabe que no hay que creerse lo que se dice por Internet, TV, radio, prensa, etc. Es la máxima. No hay que creer nada.
Me ha hecho gracia leer en uno de los volúmenes de diarios de Trapiello (uno muy gordo), en la introducción, que el tío se había picado con los comentarios que habían hecho de él, de su obra, en un foro.
La gente está cabreada, en general, y especialmente en los foros. Cualquier tema de discusión es bueno para querer llevar la razón, para crear polémica, para dar y recibir un poco de vidilla, aunque sea anónima, al otro lado de los cables.
Es raro que alguien haga una propuesta seria en ciertos medios, como un foro o un blog (lo sé porque son casi las tres de la mañana y parece que estoy diciendo algo serio).
Antes parecía que era verdad -sancionado por la Máxima Autoridad- todo lo que estaba escrito, pero ahora todo o casi todo está escrito. Si veintisiete tíos dijesen en un foro que El Quijote es una puta mierda, contra dos que dijesen que de eso nada, El Quijote sería una putísima mierda para el 99% de los lectores de ese thread (discusión).
Supongo que en el fondo no se diferencia mucho del resto de la realidad. En definitiva, las cosas son guay cuando se reúnen veintinueve tipos y la mayoría de ellos decide que algo es guay, ya sea una noticia, un libro o película... Da igual que a alguien le pueda parecer lo peor o que a otro le parezca lo mejor del universo.
En teoría —es el consuelo que le queda a Trapiello, y el que nos queda a todos— el tiempo dirá, a su vez, lo que le salga de la polla, que no tiene por qué coincidir con la decisión-oficial-coyuntural.
Y en cualquier caso, ser el mejor o el peor no tiene ninguna importancia, por mucho que nos consuele ostentar cualquiera de los dos títulos. Ni siquiera hace falta espicharla para darse cuenta de ello.
Yo, por ejemplo, soñé en una época con ser el mejor de lo que fuera: literatura, química, investigación detectivesca... Al menos ser lo suficientemente gracioso en mi reducido grupo de amistades. Y como no lo era, por lo menos ingenioso, que es algo más difícil de valorar y siempre habrá un alma cándida que pueda concederte el título.
Aún me parece un título gratificante, pero no suficiente, al menos cuando te atacan los fantasmas de dentro.
Ahora me lo paso mejor escuchando música, escribiendo de vez en cuando, sin reglas ni compromisos, intercambiando discursos gilipollescos con cuatro trasnochados con parecidas inclinaciones, saliendo a por setas en otoño, etc. Ahora busco cosas para flipar en el día a día, aunque el papeleo se acumula invariablemente junto al ratón, y siempre olvido que nadie nos ha prometido un mañana, como dijo el Autor, y que el hilo entre la realidad y el no ser es muy fino. Mañana puedo despertar y no ser yo, y que nadie me recuerde, o puede que despierte y pueda arrancar tres o cuatro sonrisas durante la mañana, o puede que nunca más abra los ojos y suene para siempre el Yo no te puedo dar riqueza de los Chunguitos.
En cualquier caso, todo el mundo sabe que no hay que creerse lo que se dice por Internet, TV, radio, prensa, etc. Es la máxima. No hay que creer nada.
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