Conservación de datos

Cada vez me parece menos sencillo conservar datos con la cosa de la informática. En apariencia, hay millones de opciones, baratas, caras, pequeñas y grandes... ¿Para qué quiero un disco duro de n terabytes? ¿Y si resulta que meto ahí todo lo que tengo -o una gran parte de lo que me gustaría conservar- y un día el disco “peta”, que es algo que ya he visto muchas veces? De repente, le das al ON y ni puto caso. Miras el enchufe, pruebas con otro cable, y nada. Y entonces la única solución es enviar la máquina a unos señores alemanes, previo pago de un superpastón, y rezar para que no se pierda por el camino y, con suerte, puedan salvar algo de lo que había dentro. Los DVD de doble capa ya me parecen de mal gusto. Si traducimos eso en música, fácilmente cabrían todas las canciones que consideras “las mejores de la historia”, y unas cuantas más. Para que luego te dé miedo sacarlo de la caja, por si se cae y pierdes una selección que has tardado meses o años en elaborar. O por si se raya, o le cae un líquido por encima, o recibe las radiaciones del microondas y se muere. Y en la caja tampoco está seguro, porque ¿quién sabe si no hará demasiado calor, o frío, o si habrá demasiada humedad? Incluso da miedo meterlo dentro de un aparato reproductor. No sería la primera vez que metes el disco y después la máquina se niega a devolverlo.
Seguro que a alguien ya se le ha ocurrido: la idea sería crear un ambiente perfecto para preservar este tipo de soportes, quizá bajo tierra, en un sitio completamente aislado de radiaciones, humedades, fríos y calores. Allí podría uno enviar sus datos, al menos una copia de los mismos, para que estuviesen seguros por siempre, por si en un futuro uno necesitase hacer una nueva copia. Sería igual que la famosa criogenización de cadáveres, la manera de preservar los datos hasta que en un futuro se invente una tecnología capaz de almacenarlos en un soporte indestructible e indegradable.
Quizá los datos habrían de almacenarse en forma de oxígeno o de carbono. Algo que formase parte de la naturaleza y se fundiese con ella, que fuese inmutable, por mucho que cambiase de forma y estado. Así daría igual que fuese agua, hielo, roca o sangre. La información permanecería grabada en la misma materia de la que está hecha la vida, y de ese modo sólo desaparecería al mismo tiempo que ésta, cuando eso llegue a suceder.
Mientras tanto, todas las réplicas son inútiles. ¿Quién me dice que mi backup criogenizado será una buena copia? ¿Quién asegura que dentro de cien años, cuando quiera visitar a mis datos, ellos seguirán allí?
Empiezo a sospechar que ya está todo ahí, pululando, quizá desde siempre, en forma de pollo frito y folleto del carrefour. De otro modo, no podríamos apresarlo, aunque sólo sea temporalmente.

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