Runaway
De carroza quiero abrir un bar de copas, o un bar de tapas, mejor, o las dos cosas, y ponerme de pincha detrás de la barra.
Lo más importante del negocio será que no será un negocio. Lo único importante será que yo esté pinchando música detrás de la barra. Es probable que invierta años seleccionando los millares de temas que quiero pinchar allí. A lo mejor me dejo patillas y gafas de sol para hacer un poco el pari.
Cuando vea un par de pichones haré sonar el Take good care of my baby o el Runaway del Del Shannon, o el Dream a little dream of me (versión The Mammas and the Pappas).
Ahora podría citar una selección de temas para cada caso, pero es que tengo aún pendiente la selección, y pendiente el análisis de todos los tipos de solitarios, parejas, tríos y grupetas que pueblan los bares.
Como también soy consciente de que el público está relacionado con lo que se pincha, habré de hacer selecciones variopintas para las diferentes horas del día. Por ejemplo, a las cinco puede sonar el Don’t break the heart that love de Connie Francis (en vez de esa mierda de jazz hortera que ponen ahora en los cafés de Malasaña) para que entren tipos con gafas de pasta y señores pobres y adinerados.
A eso de las seis pueden sonar el Breaking up is hard to do y el It’s my party (por ejemplo) para que las colegialas de medias azul marino vengan a consumir un batido o zumo de tomate con sus amigas.
O sea: rollito chorra americano de las pelis para las hora de palomitas, batidos y refrescos.
A la hora del desayuno, rock español. Y a la de cenar, rollo Doors, Led Zeppelin, Ramones, y asín. Para que los que tengan sueño se vayan a dormir, y los que estén de buen rollo se pongan de mejor rollo. Y, por las noches, todo vale.
Aún tengo que pensar lo de las patillas. Pero creo que habría que darle algún rollo estético (sin que quede mal) al asunto, para darle algo de fílin al local, para que la gente no se sienta estúpida si ve a alguien que parece más estúpido detrás de la barra (por poner un ejemplo).
Ya veremos. Primero tengo que hacer el estúpido yo mismo durante unos pocos de años, ahorrar y pensar en alternativas de ocio.
Lo más importante del negocio será que no será un negocio. Lo único importante será que yo esté pinchando música detrás de la barra. Es probable que invierta años seleccionando los millares de temas que quiero pinchar allí. A lo mejor me dejo patillas y gafas de sol para hacer un poco el pari.
Cuando vea un par de pichones haré sonar el Take good care of my baby o el Runaway del Del Shannon, o el Dream a little dream of me (versión The Mammas and the Pappas).
Ahora podría citar una selección de temas para cada caso, pero es que tengo aún pendiente la selección, y pendiente el análisis de todos los tipos de solitarios, parejas, tríos y grupetas que pueblan los bares.
Como también soy consciente de que el público está relacionado con lo que se pincha, habré de hacer selecciones variopintas para las diferentes horas del día. Por ejemplo, a las cinco puede sonar el Don’t break the heart that love de Connie Francis (en vez de esa mierda de jazz hortera que ponen ahora en los cafés de Malasaña) para que entren tipos con gafas de pasta y señores pobres y adinerados.
A eso de las seis pueden sonar el Breaking up is hard to do y el It’s my party (por ejemplo) para que las colegialas de medias azul marino vengan a consumir un batido o zumo de tomate con sus amigas.
O sea: rollito chorra americano de las pelis para las hora de palomitas, batidos y refrescos.
A la hora del desayuno, rock español. Y a la de cenar, rollo Doors, Led Zeppelin, Ramones, y asín. Para que los que tengan sueño se vayan a dormir, y los que estén de buen rollo se pongan de mejor rollo. Y, por las noches, todo vale.
Aún tengo que pensar lo de las patillas. Pero creo que habría que darle algún rollo estético (sin que quede mal) al asunto, para darle algo de fílin al local, para que la gente no se sienta estúpida si ve a alguien que parece más estúpido detrás de la barra (por poner un ejemplo).
Ya veremos. Primero tengo que hacer el estúpido yo mismo durante unos pocos de años, ahorrar y pensar en alternativas de ocio.
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