Breve balance

En general, mis balances suelen ser breves, pero éste lo será más.
Aprovecho el Acorralado por ti de los Ñu para hacer un pequeño “examen de conciencia”.
Últimamente, me parece todo igual. Se podría decir que estoy en el “alicatado” de mi vida. Cada día me despierto ante el mismo baldosín. Vaya puta mierda de comparación. Da igual. Sirva. Estoy atrapado en una pequeña rueda de “actividades” relacionadas con trabajo y vida familiar. Y cuando me salgo de ahí, resulta que es para venir aquí a las tres de la mañana para decir cuatro gilipolleces y largarme rápido a la cama porque tengo que madrugar para poder volver a hacer lo mismo al día siguiente. En fin, un asquito.
O a lo mejor resulta que soy feliz. El tiempo se me pasa bastante rápido y eso sólo suele suceder cuando uno es “feliz”. ¡Coño! A lo mejor soy felicísimo al mismo tiempo que me muero de asco... A veces echo algunas cosas en falta (como que duren más las copas y el rock, en comparación con el resto de actividades), pero en general no me puedo quejar. Aunque a veces me muero del agobio. Joder, qué lío. Y cuanto más me lío, peor, porque al día siguiente me duermo por los rincones. Alguna vez tendré que tomarme un relajo, a ver si me aclaro un poco.
Hoy he soñado que regresaba a mi viejo colegio y estaba detrás de una banda, en un partido de fútbol, con mis viejos compañeros de clases y fútbol, los de EGB. Yo quería entrar al partido, pero la única manera era hacerlo por invitación de alguno de los jugadores, y a mí me daba mucha vergüenza. Todos ellos eran seres humanos adultos y algunos de ellos parecían jugar casi por obligación, como si fuese su responsabilidad. Estaban Roberto, “el negro”, “el jincho”, Marquitos... Disfrutaban del ejercicio físico, pero no de modo natural. Estaban un poco puestos por el ayuntamiento. Siempre me he imaginado con una actitud similar a los jugadores profesionales. Parece que no se lo pasan bien. No hacen jugadas chorras. No quieren saborear un pase arriesgado porque no quieren perder el balón. Parece que los mínimos y pusilánimes intentos de virguería están reservados en exclusiva para los delanteros, siempre y cuando no estén comprometiendo una oportunidad clara de gol.
A lo mejor me pasa eso: estoy tan preocupado por no cagarla que acabo por practicar un juego italiano amarrón.

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