Marlboro

Recuerdo un anuncio de Marlboro y otro muy parecido de un coche. En el primero salían unos tipos a caballo, todo muy yankilandia, con sus sombreros y sus camisas de cuadros y sus mentones cuadrados. El otro del coche era similar de concepto. Creo que el protagonista era Dennis Hopper. Conducía el buga y recordábase a sí mismo a lomos de la chopper de Easy Rider. Estaba encantado el tío...
Yo me compré un reproductor mp3 (para ser exactos, obligué a alguien a que me lo regalara). Me imaginaba a mí mismo viajando en tren, escribiendo poesías y mirando el paisaje con la mirada perdida mientras escuchaba música con mi flamante reproductor de mp3. Creo que sólo he viajado dos veces en tren desde que me regalaron el aparato (hace ya varios años). La única vez que lo llevé de paseo estaba tan preocupado saltándome las canciones que no me gustaban e investigando por qué unas sonaban bien y otras mal, que no pude escribir ni una sola poesía en un viaje de cuatro horas y media.
Por regresar brevemente a la utópica visión del motero cortando el viento... El tema, genial para la época, era de los SteppenWolf (que debían ser como las Grecas de Canadá). En algún sitio leí que una frase de ese tema fue la que acuñó por primera vez el término “heavy metal” (o que de ahí se cogió el término, para ser más exactos).

I like smoke and lightning
heavy metal thunder
racin’ with the wind

También hay otros que dicen que fue el primer grupo “heavy metal” de la historia. Seguramente fueron víctimas del fenómeno “teléfono escacharrado”. Hay mucho gilipollas y mucho bocazas por ahí.
De todas maneras, alguien tiene que explicarme un poco lo del “heavy” en la música, porque no entiendo nada. Según el momento, es una música superdurísima y radical, o si no un grupo de jóvenes parroquianos que escuchan al mariquita de Van Halen o se visten el bigote y la dentadura blanquísima y pulquérrima de Mercury, o los chalaos que disfrutan *todos* los temas de los Iron Maiden... O los escacharrados que dicen porque sí que los ACDC son heavies.
En resumen: siento la llamada de la naturaleza. Voy a hacerme con uno de esos aparatitos que llaman pen-drive, USB Stick Memory, memoria removible, unidad portátil de almacenamiento, disquetera del siglo XXI, etc. Planeo darle uso. Si llego a adquirir ese chisme, cada vez que lo enchufe escucharé la guitarra de Angus Young y la voz de Bon Scott gritando: Girls Got Rhythm.
Mientras tanto, preparo una batalla decisiva. Voy a lanzar un ataque de diez mil soldados de élite contra un tipo que tiene mucho dinero que quiero tener en mi poder. Su armada no es gran cosa, pero no tendremos abastecimiento y son tierras inhóspitas. Su fortaleza no es ninguna tontería... Y tiene amigos. Nuestra única posibilidad es cogerle por sorpresa, deshacer su defensa y terminar el trabajo cuanto antes.
Si no va bien, me retiro. Ahora mismo no puedo gastar mucha concentración con esas estrategias. Si va bien y le arraso, es probable que también me retire. Demasiada competitividad para poca recompensa. El juego se parece demasiado a la vida real.
Hablando de juegos, hace poco he investigado otro de estos juegos online masivos. La estética y funcionalidad son muy parecidas a las que se pueden encontrar en un juego como los Sims. La diferencia es que los “contrarios” son humanos. O sea, un rollo patatero. No hay objetivos. Para hacer cuatro cosas la mar de tontas hay que poner dinero real de tu bolsillo y ser programador (o pagar a alguien para que programe por ti). Yo soy de la opinión de que si hay que leer más de veinte líneas para saber jugar un juego, éste deja de ser un juego para convertirse en un trabajo profesional no remunerado. De hecho, lo he investigado un poco más por motivos profesionales. Me he metido el equivalente a 100 páginas sólo para enterarme en qué consiste el asunto. No go.
Acabo de borrar de un plumazo un párrafo lleno de gilipolleces. Me debes una.

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