LO QUE ES VERDAD («REAL») Y LO QUE NO

Un tipo al que tengo que llamar por teléfono me dijo una vez que en ocasiones le daban “ataques de realidad”. Se refería a que de repente sentía que tenía urgencia por pagar el alquiler, aprobar exámenes, visitar a su familia... Ese tipo de cosas que suelen formar parte de la “realidad cotidiana”.
Luego dijo que era dudoso que la realidad a la que esos ataques se refería fuese más “real” que la otra realidad: lo que uno quiere, siente, sueña, desea y entiende. En resumen: lo que uno hace cuando no está esforzándose por alimentar la realidad cotidiana a base de actos y voluntad.
La respuesta es odiosa de simple: todo lo que forma parte de uno, forma parte de la realidad de uno. Los agobios econónicos a fin de mes, las tendencias suicidas, el toque bohemio, la necesidad de sexo. Cualquier cosa que ocupe espacio en la memoria y se lleve, al menos, un pensamiento a la semana, aunque sea fugaz, forma parte de la realidad. La realidad del yo y mis circunstancias (sentencia igualmente odiosa de simple).
Hoy por hoy, ningún filósofo autor (o sea, que lo dejó por escrito y la gente compró el libro) me parece incompatible. Todos dicen la verdad, o una faceta de la verdad perfectamente compatible con otras distintas facetas. Es tan obvio que “todo permanece” y que “todo cambia” al mismo tiempo, que al mismo tiempo me parece obvio que los tipos que dijeron eso se tomaban cañas en la misma cantina. Yo suelo discutir con la gente que sabe y gusta de discutir, porque es casi lo más entretenido que hay en la vida. Es el juego mismo de la vida, pero sin violencia motivada por intereses encontrados.
Si todos nos pusiésemos de acuerdo con esta idea, acabarían las clases de filosofía de COU. Sería como el resumen de los mandamientos del dios judeocristiano. Algo así como: “como sé que te vas a pasar por el forro todo lo que te he dicho, recuerda por lo menos que: amarás a dios y al prójimo como a ti mismo”. O sea: “como sé que te vas a pasar por el forro todo lo que te he dicho, recuerda por lo menos que: cada uno que piense lo que quiera”. Sabiendo eso, todo el mundo sacaría sobresaliente en Selectividad. Ya lo estoy viendo:
Pregunta: ¿Qué dijo Aristóteles?
Respuesta: Aristóteles dijo lo mismo que todo el mundo ha dicho desde que el hombre es hombre, pero estaba algo obsesionado con la realidad cotidiana porque creía que era el primero en descubrir los conceptos de materia y forma. Pero después de su descubrimiento, el pan seguía valiendo lo mismo.
Pregunta: ¿Qué dijo Kant?
Respuesta: Kant tenía lo suyo. Como era un poco cabeza-cuadrada, se inventó lo de la inmanencia. No le interesaba estar al tanto de sus múltiples problemas físicos. Pero yo le respeto.
Volvamos al tema principal. No es tan interesante discernir qué resulta más “real” para uno, como decidir qué es más determinante.
Pongamos por caso al típico que echa pestes de las multinacionales. Damos por sentado que es una postura estética y no radical. Maldice a las multinacionales, pero cena delicias de merluza de Pescanova, calza unas Adidas y ve la tele, como la mayoría de los humanos en esta sociedad de la que hablo.
Para él, su realidad psíquica (llamémolo así, en contraposición a la realidad cotidiana de coger un autobús o ir a trabajar) no es especialmente determinante, ya que *piensa* que hay que exterminar las multinacionales, pero hace caso a su “yo cotidiano” yendo a trabajar y gastando el dinero -fruto de su trabajo- en zapatillas de una multinacional o gafas de una multinacional o teles o aparatos de música de multinacionales, etc.
En resumen: nuestro sujeto bohemio con gafas de pasta que se caga en las multinacionales, probablemente sólo hablará mal de las multinacionales cuando le intenten obligar a cenar en un burger king, porque no le gustan las hamburguesas del burger king, pero sí las gafas de Alain Afflelou.
Por tanto: casi todo el mundo que conozco es incoherente de necesidad con la doctrina que predica, siempre y cuando tomemos su doctrina como algo radical.
Mi frase favorita hace unos años era “paso de todo” y similares. La realidad cotidiana ha demostrado que no era cierto. Intento montar bisnis, tengo hijos, compro casas y libros... A ojos vista, soy de lo más convencional. Otra cosa es que me miren raro cuando hablo (o callo).
La frase “paso de todo” tenía un sentido muy distinto del que expresa la frase, y aún lo sigue conservando. Pero está en otro plano. El lector avezado sabrá encontrar las claves, y también disculpar a nuestro desgraciado bohemio de gafas de pasta que paga cinco euros por una Heineken en un bar de Malasaña.
En ciertas ocasiones hay que romper ese equilibrio para darle sentido a nuestros apotegmas particulares, o la vida se va a tomar por culo.
Esto es una mierda. A ver si alguna vez se me ocurre algo que tenga sentido, porque si no la vida se va a ir a tomar por culo de una u otra manera.

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