Barrio 5: un breve (el parque)
El parque del 2 de mayo. Un clásico. Comparte el segundo mejor puesto en el ranking de "mejores parques de la zona, computados según niños y padres". El primer puesto indiscutible es para el de el Conde del Valle Suchil. Sólo el nombre da ganas de ir a retozar.
Nota: ahora, a cualquier cosa se llama parque. Si acaso, dejémoslo en "plaza" con entretenimientos varios.
Y el 2 de mayo, en mi opinión, comparte plaza (valga la redundancia) con el de Olavide. Éste último es mucho más grande, pero tiene poca sombra. En el del 2 de mayo hay sombra a todas horas y eso es muy importante a la hora de recabar usuarios. A los niños les toca la polla, pero los padres, a las 15:30 de la tarde, llevan encima un par de chupitos de orujo y no se les puede poner al sol.
En esta plaza hay una niña célebre. Llamémosla "la niña de rosa". Y asemejemos el apelativo a "la flor de la muerte". Es salvaje. Tiene la belleza prohibida, pero le durará muy poco. Necesitará aparato (dental) dentro de muy poco tiempo. Si no se le desarregla la dentadura de modo natural (como es de esperar), alguien le dará para el pelo, y el suceso tendrá lugar de uno u otro modo.
La niña de rosa está condenada. La pobre hace lo que quiere a todas horas. Ocasionalmente, su madre la regaña con poca convicción. Algo así como un grito pelado que exclama: "¡No hagas eso!". Seguido del silencio, la inoperancia y la retirada. Y "eso" es darle una patada a su hermana en el hueco de los riñones. Si se la da a otro niño, no pasa nada. La hermana, infeliz, más pequeña, ha de conformarse con patear a los que son más pequeños que ella. Cuando recibe su breve regaño, se encoge como una lombriz, como si un hilo le tirase del costado. Luego vuelve a su postura natural y escoge un nuevo objetivo.
La niña de rosa es dueña de todo lo que hay sobre la arena. Es dueña de los columpios. Cubos y palas. Llanas de plástico. Atomizadores de goma. Bicicletas. Sombras y soles.
Los padres orujados sólo pueden optar por la huida, como opción pacífica.
La opción violenta consiste en estrellar la cabeza de la madre contra un mojón de piedra. Repetidas veces. Y, si está el padre, hacer lo propio con la suya.
El padre de la niña de rosa está orgulloso de ella. Dice que "tiene carácter". Para él, arrebatarle un juguete a un niño de un año es lo más natural. Porque "los niños pequeños son tontos". Incluyendo a la hermana de la niña de rosa. No es una teoría sorprendente. Siempre se ha menospreciado a los jóvenes porque son tontos. Siempre se le ha dado todo a los primogénitos y nada a los demás. Que yo sepa, no existen términos para definir a los "secundogénitos" ni al resto. La experiencia siempre ha sido un grado. Un punto adicional. El mío va para la niña de rosa. Lo va a necesitar cuando la experiencia de su padre la eche a perder definitivamente.
Nota: ahora, a cualquier cosa se llama parque. Si acaso, dejémoslo en "plaza" con entretenimientos varios.
Y el 2 de mayo, en mi opinión, comparte plaza (valga la redundancia) con el de Olavide. Éste último es mucho más grande, pero tiene poca sombra. En el del 2 de mayo hay sombra a todas horas y eso es muy importante a la hora de recabar usuarios. A los niños les toca la polla, pero los padres, a las 15:30 de la tarde, llevan encima un par de chupitos de orujo y no se les puede poner al sol.
En esta plaza hay una niña célebre. Llamémosla "la niña de rosa". Y asemejemos el apelativo a "la flor de la muerte". Es salvaje. Tiene la belleza prohibida, pero le durará muy poco. Necesitará aparato (dental) dentro de muy poco tiempo. Si no se le desarregla la dentadura de modo natural (como es de esperar), alguien le dará para el pelo, y el suceso tendrá lugar de uno u otro modo.
La niña de rosa está condenada. La pobre hace lo que quiere a todas horas. Ocasionalmente, su madre la regaña con poca convicción. Algo así como un grito pelado que exclama: "¡No hagas eso!". Seguido del silencio, la inoperancia y la retirada. Y "eso" es darle una patada a su hermana en el hueco de los riñones. Si se la da a otro niño, no pasa nada. La hermana, infeliz, más pequeña, ha de conformarse con patear a los que son más pequeños que ella. Cuando recibe su breve regaño, se encoge como una lombriz, como si un hilo le tirase del costado. Luego vuelve a su postura natural y escoge un nuevo objetivo.
La niña de rosa es dueña de todo lo que hay sobre la arena. Es dueña de los columpios. Cubos y palas. Llanas de plástico. Atomizadores de goma. Bicicletas. Sombras y soles.
Los padres orujados sólo pueden optar por la huida, como opción pacífica.
La opción violenta consiste en estrellar la cabeza de la madre contra un mojón de piedra. Repetidas veces. Y, si está el padre, hacer lo propio con la suya.
El padre de la niña de rosa está orgulloso de ella. Dice que "tiene carácter". Para él, arrebatarle un juguete a un niño de un año es lo más natural. Porque "los niños pequeños son tontos". Incluyendo a la hermana de la niña de rosa. No es una teoría sorprendente. Siempre se ha menospreciado a los jóvenes porque son tontos. Siempre se le ha dado todo a los primogénitos y nada a los demás. Que yo sepa, no existen términos para definir a los "secundogénitos" ni al resto. La experiencia siempre ha sido un grado. Un punto adicional. El mío va para la niña de rosa. Lo va a necesitar cuando la experiencia de su padre la eche a perder definitivamente.
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